La NASA descubre el planeta similar a la Tierra más pequeño encontrado fuera del sistema solar

Por Redacción National Geographic
Se descubre un planeta similar a la Tierra
Se descubre un planeta similar a la Tierra

10 de enero de 2011

El planeta, encontrado con la nave especial de la NASA Kepler, es el primero de los más de 500 exoplanetas conocidos que es definitivamente rocoso como la Tierra, Marte, Venus o Mercurio, según afirma el estudio. La Kepler, lanzada en marzo de 2009, fue diseñada para cazar planetas similares a la Tierra potencialmente habitables.

Los astrónomos han estado estudiando Kepler-10b desde su descubrimiento en 2009 cuando el equipo detectó un debilitamiento periódico del brillo de la estrella huésped cuando el planeta pasaba por delante de dicha estrella.

Hallar este planeta tan pequeño no fue una proeza sencilla. Visto desde la misma distancia, cuando la Tierra pasa delante del sol provoca un 0,01 por ciento de reducción en el brillo de la estrella, afirmó Natalie Batalha de la Universidad Estatal de San José, autora jefe de un próximo artículo que describe el hallazgo.

“Imagine que tiene 10.000 bombillas encendidas y retira una. Ese es el cambio en el brillo que estamos buscando”, afirmó Batalha durante una reunión en el día de hoy en la American Astronomical Society (AAS) en Seattle, Washington.

Aún así, tras utilizar la Kepler y otros instrumentos para calcular con precisión el tamaño del nuevo planeta, su masa y su densidad, Batalha confirmó que “sin duda se trata de un mundo rocoso”.

El planeta más pequeño tiene la densidad del hierro

Antes de abordar la naturaleza de Kepler-10b, los científicos observaron las propiedades de la estrella huésped que revelaron los terremotos estelares y las alteraciones acústicas que hacían que la estrella en su totalidad sonara como una campana.

“Del mismo modo que utilizamos un sonograma para explorar a los fetos y los terremotos para investigar el interior de la Tierra, utilizamos los terremotos estelares para investigar la estructura interior y las propiedades de la estrella en sí” explicó Batalha.

“Una estrella minúscula provocaría frecuencias [de vibración] diferentes a las de una estrella grande, tal y como sucede cuando rasgueas un violín, obtendrás un sonido diferente a a aquel que obtienes cuando se rasguea un chelo”.

Utilizando los terremotos estelares, Batalha y sus colegas pudieron determinar con exactitud el tamaño, la masa y la edad de la estrella, lo que a su vez les permitió realizar estimaciones de gran precisión de las nuevas características del planeta.

Los astrónomos estudiaron detenidamente las minúsculas variaciones en la luz de la estrella para determinar las dimensiones de Kepler-10b. Las observaciones también revelaron que el planeta está muy cerca de la estrella alrededor de la cual orbita cada 20 horas.

Utilizando el Observatorio W. M. Keck Observatory en Hawai, el equipo Kepler realizó precisas mediciones de los mínimos cambios de las longitudes de onda de la luz de la estrella huésped. Estos datos mostraron cómo la estrella se inclinaba hacia delante y hacia atrás como respuesta a la gravedad del planeta, lo que permitió al equipo calcular las masas de ambos objetos.

Basándose en estos datos combinados, el equipo concluye que Kepler-10b debe ser un planeta rocoso con una densidad media de 8,8 gramos por centímetros cúbicos, más o menos igual que un trozo de hierro.

El mundo rocoso es un “Eslabón planetario perdido”

Ser rocoso, sin embargo, no es garantía de que el planeta sea habitable. En el caso de Kepler-10b, uno de los lados del planeta siempre está orientado hacia la estrella por lo que ese lado soportará temperaturas de unos 1.370 grados según calcula Batalha.

Es muy improbable que ese mundo pueda retener una atmósfera puesto que los gases calientes se escaparían rápidamente al espacio.

Aún así, Kepler-10b es un descubrimiento tremendamente importante, afirma George Marcy, cazador de planetas de la Universidad de California, Berkeley. Marcy, que es parte de la misión  Kepler, no fue miembro principal del equipo de Batalha.

“En astronomía, llevamos 15 años descubriendo planetas gaseosos gigantes. Pero el objetivo último es descubrir mundos habitables, como la Tierra,” afirmó en la reunión de la AAS.

De acuerdo con Marcy, Kepler-10b es el “eslabón planetario perdido”.

“Definitivamente no es un gigante gaseoso como Júpiter. Ni es habitable, es demasiado caliente. Es un planeta en transición, en algún lugar entre los gigantes gaseosos y lo que esperamos encontrar”.

Otro planeta posiblemente rocoso, COROT-7b, podría ser más parecido a la Tierra en tamaño y masa, acordó Batalha. Pero su estrella es mucho más activa con llamaradas y otras alteraciones que hacen difícil establecer parámetros de importancia con la necesaria precisión.

“Con Kepler-10 tenemos suerte”, afirmó, “es una estrella muy tranquila”.

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