Que levanten la mano los planetas realmente similares a la Tierra
Del blog "No Place Like Home", por Nadia Drake
A principios de esta semana, una serie de apasionantes noticias nos hablaban de que tres exoplanetas similares a la Tierra podrían ser los anfitriones más probables de vida fuera del sistema solar. Pero eso no es del todo cierto. Desconocemos muchas cosas sobre esos planetas recién descubiertos y hay que recolectar un enorme océano de datos antes de que un planeta del tamaño de la Tierra pueda dar el salto a ser un planeta realmente parecido a la Tierra. Un nuevo estudio ya ha sugerido a estas alturas que dos de esos planetas podrían estar deshidratados, secos y ser definitivamente no-terráqueos.
Pero incluso si se trata, como parece, de un trío sin similitudes con la Tierra, siguen destacando por su interés, incluso sin las noticias inventadas sobre su habitabilidad.
“Todas las historias sobre la habitabilidad, los ambientes en la superficie, etc., solo son conjeturas y especulaciones ociosas”, dice Greg Laughlin de la Universidad de California en Santa Cruz. “Incluso dentro del sistema solar, el éxito de predecir cómo son los ambientes en la superficie de planetas o lunas grandes es nulo hasta que podamos verlo de cerca”.
El camino de "del tamaño de la Tierra" a "similar a la Tierra" depende de la definición que empleemos de nuestro planeta. ¿Cómo de gemelo de la Tierra tiene que ser un planeta para encajar en la descripción? ¿Basta con tener un tamaño y una temperatura similares? ¿O hace falta que orbite una estrella parecida al Sol y tenga una composición parecida a la de la Tierra, su atmósfera y la capacidad de albergar vida?
Mi suposición es que la definición varía según quién la usa, y es necesario aclarar lo que significa en cada ocasión.
En estos momentos la mayoría de las características anteriores son desconocidas en el sistema. En el punto en que nos encontramos, lo único que conocen los científicos son los tamaños, las órbitas y las potenciales temperaturas de los dos planetas más cercanos a su estrella, que están tan próximos a ella que mantienen continuamente la misma cara orientada hacia dentro. El equipo conoce el tamaño del tercer planeta, pero su periodo orbital es un misterio casi por completo. Y saben que los planetas están bañados en luz infrarroja, que es casi el único tipo de luz que la estrella TRAPPIST-1 emite, la cual es muy diferente del Sol.
Pero mientras los estudios de otros exoplanetas sugieren que es posible que los planetas sean una combinación de hielo y roca, no está del todo claro de qué están hechos, o si tienen atmósferas que afecten a la temperatura de la superficie (y en caso afirmativo, cómo), o si se podría almacenar agua líquida en sus superficies, al menos en las estrechas franjas templadas de las zonas limítrofes entre las regiones de perpetuo día y perpetua noche.
¿Y qué hay de la capacidad de los planetas de albergar vida, ya sea como la conocemos o en una forma que haya evolucionado para poder crecer con fotones de infrarrojos? Se trata de otro tipo de preguntas, y estamos muy lejos de poder responderlas.
De todas formas, “parece el planeta del medio, con un periodo orbital de 2,42 días, tendría el potencial para ser un poco parecido a la Tierra en sus propiedades”, comenta Laughlin. “No sé de otro exoplaneta que tenga el potencial de ser parecido a la Tierra”.
¿Cómo está definiendo Laughlin “parecido a la Tierra” aquí?
“Quiero decir un planeta con un radio cercano al de la Tierra que recibe un flujo de energía similar desde su cuerpo matriz. Definitivamente no hablo de océanos, placas tectónicas, delfines, mercado de valores…”, dice. “Como dicen los autores del estudio, da la impresión de que el planeta está sincronizado en su rotación, lo que significa que un hemisferio siempre está de cara a la estrella, algo muy distinto a la Tierra”.
Vale, entonces el paleta definitivamente no es un gemelo de la Tierra, pero sí que guarda cierto parentesco.
A pesar de todo, esos cuerpos celestes todavía merecen atención. Se encuentran alrededor de una pequeña y fría estrella llamada enana ultrafría; hasta ahora, los científicos no estaban seguros de que estas estrellas, que constituyen el 15 por ciento de las estrellas más cercanas al Sol, pudiesen albergar cuerpos celestes relativamente grandes. Y resulta que si pueden, lo que significa, hablando en términos coloquiales, ¡más planetas!
En segundo lugar, a apenas 40 años luz de distancia, el sistema está tan próximo que un escrutinio de cerca a los planetas no solo es posible, sino que se puede hacer ahora. Esas observaciones serán incluso más fáciles porque la estrella es muy débil, lo que quiere decir que discernir la información que proviene de los planetas de la que procede de la luz de la estrella es mucho más sencillo.
Y por último (por ahora), estudiar el sistema ayudará a los científicos a entender mejor cómo evolucionan los planetas alrededor de estrellas muy diferentes a la nuestra.
En resumen, merece la pena recordar que la responsabilidad de cubrir información científica significa permanecer fiel a los descubrimientos y los datos. Respecto a los atajos, los caprichos y todo eso: seguro que es divertido especular sobre qué podríamos encontrar con el tiempo, pero no merece la pena exagerar descubrimientos y despistar a los lectores para conseguir más clicks.
La belleza de la ciencia yace en su complejidad, en su desorden, en su examen riguroso de lo desconocido, en amasar la cantidad suficiente de datos como para interpretar razonablemente y después usarlo como base para comenzar de nuevo todo el proceso con una nueva serie de preguntas.
¿Tres extraños cuerpos celestes del tamaño de la Tierra orbitando una estrella que pasa desapercibida? Es fantástico.