Los días libres sin escuela por estrés infantil ya son una realidad en EE. UU.
Cada vez son más los colegios estadounidenses que ofrecen días libres para estudiantes de primaria. ¿Qué deben hacer (y cómo deben comportarse) los padres para sacar el máximo provecho del descanso de sus hijos?
Un niño leyendo un libro bajo una lámpara por la noche en Copenhague (Dinamarca).
La hija de Barbara Macon sollozaba y suplicaba para quedarse en casa sin ir al colegio, alegando que un abusón la perseguía. Pero su madre pensó que algo no cuadraba. La niña, alumna de cuarto de primaria en un colegio de Oregón (Estados Unidos), era nueva en la escuela y admitió que se había inventado la historia para no ir a clase.
Lo que realmente necesitaba era tomarse un día para restablecer sus emociones por el estrés de ser la niña nueva. Acabaron acordando que su hija se quedara en casa un jueves para pasar tiempo con su padre. "El viernes volvió y estuvo bien", dice la madre. "Salió sonriendo".
La hija de Macon pudo aprovecharse de una ley de Oregón (Estados Unidos) de 2019 que permite a los estudiantes ausentarse de la escuela por razones de salud mental, igual que si estuvieran físicamente enfermos (generalmente, el día libre se considera una ausencia justificada sin necesidad de una nota del médico). Arizona, Colorado, Connecticut, Illinois, Maine, Nevada y Virginia también son estados que permiten los días de salud mental para los niños, y los condados de algunos estados que actualmente no tienen leyes de días de salud mental están considerando poner en marcha sus propias regulaciones.
Ya en 2017, el informe sobre salud mental en colegios (cofinanciado por la Unión Europea) Acción conjunta en materia de Salud Mental y el Bienestar puso de manifiesto la necesidad de “fortalecer la información y la investigación sobre la salud mental y el bienestar de los niños y adolescentes”, así como hacer de las escuelas un “escenario donde la promoción de la salud y la prevención de trastornos mentales y conductuales y la identificación temprana puedan llegar a todos los niños y jóvenes”.
Aunque los adultos suelen bromear con la posibilidad de tomarse un "día de salud mental" en el trabajo, para los defensores del bienestar infantil nunca es demasiado pronto para aplicar estas intervenciones en niños. En octubre, la Academia Americana de Pediatría de Estados Unidos declaró el estado de emergencia nacional en materia de salud mental infantil. Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las visitas relacionadas con la salud mental a los servicios de emergencias en niños de cinco a 11 años aumentaron un 24% entre 2019 y 2020; para los niños de 12 a 17 años, el aumento fue del 31%.
El motivo detrás de estas cifras tan sorprendentes por las que en EE. UU. cada vez más estados abogan por tener días de salud mental para los niños es, por supuesto, la pandemia. Esto ha llevado a las escuelas y a los padres a poner más énfasis en el bienestar mental de los niños para proporcionarles las herramientas que necesitan para gestionar su estrés. He aquí cómo los padres pueden aprovechar las pausas de salud mental para dar a los niños la recarga que necesitan.
La ciencia detrás de tomarse un descanso
Tanto si se trata de tranquilizar a un niño histérico en un baño como de organizar una fiesta de baile espontánea para sacar a un niño mayor de la rutina de los deberes, la mayoría de los padres son conocedores de los beneficios de tomarse un breve descanso cuando el nivel de estrés aumenta.
Cuando una persona está estresada, la amígdala del cerebro responde enviando una señal de socorro a la región responsable de suministrar la hormona epinefrina -también conocida como adrenalina- al torrente sanguíneo. Esto provoca una oleada de energía, que es vital si, por ejemplo, si necesitas esquivar una bicicleta fuera de control que se dirija hacia ti. El problema está en el momento en el que estas emociones fuertes provocan un subidón de adrenalina: el aumento de la hormona puede estimular el cerebro, disparando todo tipo de alertas de estrés que aumentan el ritmo cardíaco y, en general, asustan a los niños.
Es entonces cuando una breve pausa o distracción puede ayudar. Por ejemplo, se ha comprobado que, en alumnos de primaria, una pausa de 15 minutos en un entorno escolar ruidoso para realizar actividades silenciosas o meditativas aumenta el nivel de oxitocina, la hormona que regula el bienestar. Phyllis Fagell, consejera profesional clínica con sede en Washington D.C. (Estados Unidos), afirma que las pausas ayudan al sistema nervioso parasimpático, responsable de las condiciones de "descanso y digestión" del cuerpo.
"Calma el cuerpo para calmar la mente", dice. "[Los descansos cortos] son para cuando han perdido la concentración y reconocen la necesidad de echarse agua en la cara o mover el cuerpo porque su motor tiene que funcionar".
Pero los expertos también creen que hacer descansos más largos también podría tener beneficios adicionales, especialmente para los niños que no se encuentran necesariamente en una situación de crisis pero que se han sentido estresados durante un período de tiempo más largo, como durante la pandemia.
El estrés es una experiencia de todo el cuerpo, y el estrés a largo plazo también afecta al cerebro. La acumulación de adrenalina afecta a la corteza prefrontal del niño, la región responsable de fenómenos como el pensamiento racional y la resolución de problemas. Como esta zona no está completamente desarrollada en los niños, sienten los efectos del "agotamiento" con mucha más intensidad y necesitan más tiempo para recuperarse.
Según Mona Delahooke, psicóloga clínica licenciada y autora afincada en California (Estados Unidos), no tomarse un descanso puede magnificar los problemas porque la respuesta al estrés del niño consume rápidamente recursos que deberían dedicarse a otras funciones.
"Por lo que la energía del cuerpo se dedica a la supervivencia, y no a pensar, procesar, informar o aprender cosas nuevas", añade.
Cada niño es diferente en cuanto a la cantidad ideal de tiempo que necesita. Delahooke afirma que los niños que han estado bajo presión durante un periodo prolongado tienen sistemas nerviosos vulnerables. Tomarse un día entero de descanso ejercita la vía ventral del nervio vago del sistema nervioso parasimpático, que favorece la calma del cuerpo, la capacidad de concentración y la resolución de problemas. Añade que esto es especialmente cierto si los descansos más largos implican actividades dirigidas por los niños o la libertad de hacer lo que quieran.
"Eso es especialmente importante para desarrollar la capacidad de recuperación de todos los niños", asegura.
Cuándo tomarse el día libre
Los expertos coinciden en que los días de salud mental no deben utilizarse para niños que quieren evitar situaciones concretas, como una pelea con un amigo o una presentación escolar que no quieran dar. Los niños que más se benefician de los días de salud mental son los que, en general, están contentos de ir al colegio, pero simplemente se sienten agotados o abrumados.
Para averiguar lo que realmente está pasando, Devon Suozzi, trabajadora social clínica en New Canaan (Connecticut, Estados Unidos), aconseja hacer preguntas capciosas como: "¿Te sientes abrumado? ¿Hay algo que te moleste en la escuela? ¿Has tenido alguna pelea con tus amigos? ¿Ha ocurrido algo embarazoso en la escuela?". La respuesta puede ayudar a los padres a discernir si se trata de una situación a la que el niño no quiere enfrentarse o de algo más importante.
Los niños también pueden proporcionar otras pistas. Suozzi dice que los cambios sociales o de comportamiento, el aumento de la irritabilidad o el incremento de los dolores de cabeza, de estómago y de sueño son indicadores de que algo no va bien.
Añade que es importante tomar la decisión junto a tu hijo; Fagell, autor de Middle School Matters, está de acuerdo. "Devuelves a los niños la sensación de control, de que son capaces de atender sus necesidades", dice. "Les haces saber que los adultos de su vida se toman en serio sus necesidades".
Sacar el máximo partido del día libre
El día de la salud mental de tu hijo no debe imitar al de aquella célebre película protagonizada en los años ochenta por Matthew Broderick, Todo en un día, ni ser una excusa para jugar a videojuegos o darse un atracón de YouTube. "El enfoque debe ser la salud mental", dice Claire Lerner, especialista en desarrollo infantil con sede en Washington, D.C. "Debe ser un día de unión y conexión".
Dicho esto, ocho horas hablando de problemas tampoco es lo más idóneo. "La idea es tomarse un tiempo para dejar de pensar en las fuentes de estrés cotidianas y centrarse en ellos mismos y resetear sus cerebros", dice Suozzi.
Lerner, autora del libro ¿Por qué mi hijo es el que manda?, aconseja trabajar con tu hijo para averiguar qué es lo más constructivo para él. Para algunos, dormir hasta tarde y escuchar música es reconstituyente; otros prefieren estar al aire libre durante parte del día y luego ir a su habitación a leer o escribir un diario. Los padres también pueden sugerir estas otras ideas
Pasear por la naturaleza. Las investigaciones demuestran que las conversaciones en un contexto de naturaleza pueden ayudar a las familias a conectar.
Potenciar el enfoque y reducir las distracciones. Anima a tus hijos a aprovechar el tiempo sin interrupciones para sentirse absorbidos por completo en una actividad.
Hacer manualidades. Aunque todos los sentidos pueden promover la relajación, el sentido del tacto puede ser una ruta hacia un estado meditativo. Una buena idea sería, por ejemplo, fabricar limo casero.
Después de un día de descanso, Fagell sugiere elogiar a los niños por haber sabido reconocer su necesidad de descanso, y luego tener una conversación de seguimiento sobre cómo fue el día. Pídele a los niños que expresen cuáles fueron las señales que indicaron que necesitaban un día de descanso, y si piensan que su día de salud mental fue útil para superarlas.
"Un componente importante es el mensaje de que se trata de un gran día", dice Lerner. "Es un día para fortalecernos y darnos tiempo juntos para pensar en cómo la vuelta al cole puede ser menos estresante".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.