Una apasionante colección de imágenes en color de la Corea de posguerra ve la luz
Joven y con buenas conexiones, Marie Ann Han Yoo creó imágenes vívidas de un país en plena fase de recontrucción tras la guerra. Y luego las perdió.
Autobuses pintados con colores brillantes se detienen para los pasajeros en Seúl. Durante un viaje a Corea del Sur en 1956-57, Marie Ann Han Yoo tomó raras fotografías en color de la vida de posguerra en el país.
En 2013, Marie Ann Han Yoo, de 77 años, se estaba mudando de su casa en Memphis(Estados Unidos) cuando ella y su familia se encontraron con una maleta de aspecto extraño que acumulaba polvo en un armario. Vieja y gris, parecía no haber sido tocada en años.
"La maleta era de Corea", recuerda la hija de Yoo, Stephanie Han. "Y estaba llena de diapositivas".
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Las diapositivas mostraban raras fotografías en color de la vida en Corea del Sur cuando empezaba a reconstruirse tras la Guerra de Corea, un brutal conflicto de tres años en los primeros años de la Guerra Fría que acabó con la vida de más de dos millones de personas, más de la mitad de ellas civiles. Los sujetos de la mirada del fotógrafo eran, en su mayor parte, gente corriente: una mujer con un hanbok rosa brillante a la salida de una estación de autobuses de la ciudad; un joven con un enorme fardo de heno a la espalda que se detiene a mirar a la cámara. Entre las imágenes de la vida cotidiana se encuentran también imágenes cercanas de las manifestaciones políticas, las actividades militares y las figuras poderosas que marcaron este periodo de cambios drásticos.
Marie Ann Han Yoo posa con su cámara durante sus viajes en 1956-57. Más de seis décadas después, redescubrió sus diapositivas.
Yoo, que ahora tiene 85 años, había tomado las fotografías durante una estancia en Seúl en 1956-57, cuando sólo tenía 20 años. Su madre, cercana al entonces presidente Syngman Rhee, había aceptado una oferta para trabajar como directora de relaciones públicas de un hotel de alto nivel frecuentado por las élites políticas y sociales de la capital surcoreana.
La joven y curiosa Yoo nunca había viajado al extranjero (había nacido en Hawái, hija de trabajadores de una plantación que fueron de los primeros inmigrantes coreanos en Estados Unidos) y acompañó con entusiasmo a su madre a través del Pacífico, encontrando trabajo en una base militar estadounidense en Seúl, donde acabó comprando una cámara para documentar sus viajes.
Deambulando por el caótico mercado de Namdaemun de Seúl, Yoo fotografió tanto a los vendedores de telas, productos y fideos secos como a los compradores que pasaban por allí.
"Quería capturar ese momento particular en el tiempo", dijo Yoo en una entrevista telefónica. "Todo era totalmente extraño para mí".
La posición única de Yoo como joven extranjera con buenos contactos le dio licencia para deambular libremente y fotografiar una amplia variedad de escenas, sin la mirada quizás más vigilante y restrictiva que podría haber seguido un fotógrafo local, especialmente una mujer, dijo. Paseando por el caótico mercado de Namdaemun de Seúl, Yoo encontró vendedores de telas, productos y fideos secos. Captó imágenes de la vida a lo largo del río Han, como el día de la colada, un acontecimiento comunitario marcado por prendas de colores brillantes que se extienden sobre las rocas para que se sequen mientras las familias socializan a su alrededor.
Durante los viajes de fin de semana al campo, Yoo fotografiaba a los agricultores que trabajaban en los verdes campos de arroz y a los albañiles que cortaban bloques cuadrados de piedra. Debido a la proximidad de su familia con el Gobierno, a menudo tenía un acceso sin precedentes a eventos y lugares de élite, lo que le permitía hacer retratos militares y fotografiar al presidente.
Cuando Yoo regresó a Estados Unidos, se licenció en historia de Asia Oriental, y su interés se vio despertado por los muchos coreanos que conoció. Eran "personas trabajadoras y resistentes", dijo, que todavía se estaban recuperando de los años de guerra.
Yoo se casó más tarde y pasó gran parte de su vida como ama de casa. Con el paso del tiempo, se olvidó de las imágenes, que no estaban destinadas a servir más que como fotografías de viaje.
Ahora, redescubiertas después de unos 65 años, las fotografías están siendo elogiadas como representaciones históricamente significativas del periodo de posguerra en la península coreana.
Un fabricante de fideos trabaja en el mercado de Namdaemun de Seúl. Sobre él hay un cartel escrito en caracteres chinos, más comunes en esa época que el estilo de escritura hangul coreano.
"Es raro encontrar fotografías en color de esta época de la historia de Corea", dice Jae Won Chung, profesor adjunto de estudios coreanos en la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) que se centra en la literatura y los medios visuales coreanos modernos. "La nitidez del color y las líneas y la viveza de las expresiones faciales en la página nos acercan sin duda a las vidas de los sujetos".
La propia identidad de Yoo no hace sino aumentar la importancia de las imágenes, dice Chung. "Las mujeres fotógrafas han sido históricamente ignoradas en la fotografía, dentro y fuera de Corea, y sobre todo cuando se trata de fotografías de Corea". Y como hija de la diáspora coreana en Hawái, fotografiando una tierra dividida que se enfrentaba a la separación familiar y a muchas otras heridas de la guerra, Yoo puede haber sentido una conexión más tácita con algunos de sus sujetos de la que incluso ella misma se dio cuenta. "Como Yoo, muchos pueden haberse sentido igual de desplazados y dislocados, aunque en un sentido diferente", dice.
La propia Yoo subraya que su perspectiva como fotógrafa era simplemente curiosa y juvenil. Aun así, con la ayuda de sus hijas, ha organizado varias exposiciones digitales y físicas de sus fotografías con organizaciones como la Korea Society y varias asociaciones de veteranos.
"Hay muchas reacciones fuertes cuando la gente muestra estas imágenes a sus familias", dice Stephanie Han, hija de Yoo. "Pero permite a la gente sanar".
Marie Ann Han Yoo (nacida en 1936) nació en Honolulu, Hawái, y se crió en la plantación de Kunia Camp, descendiente de la primera oleada de inmigrantes coreanos en Estados Unidos. Se graduó en la Universidad de Oregón y vive en Hawái con su familia. Para más información, visita su página web.
Jordan Salama es escritor y residente de reportajes de historia para National Geographic. Su primer libro, 'Every Day the River Changes', se publicó en 2021. Síguelo en Instagram y TikTok.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.