Arqueólogos del CSIC descubren los primeros restos de un jardín funerario en Egipto
Se trata del primer hallazgo de este tipo, ya que los jardines funerarios egipcios solo se conocían gracias a la iconografía de las tumbas.
Tras 16 años de excavaciones en Egipto, los investigadores del Proyecto Djehuty –dirigido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)– han descubierto en Luxor los restos de un jardín funerario egipcio. El jardín tiene 4.000 años de antigüedad y se trata del primer hallazgo de este tipo, ya que hasta ahora no se habían encontrado restos físicos de dichas construcciones.
«Conocíamos la posible existencia de estos jardines porque aparecen representados en las paredes de las tumbas», explicó el líder del proyecto José Manuel Galán. «Se trataba de un pequeño jardín o huerto rectangular, elevado medio metro del suelo y dividido en cuadrados». El jardín estaba situado frente a una tumba excavada sobre roca que se remonta a la dinastía XII, en torno al 2.000 a.C.
En el yacimiento se han encontrado restos de semillas que todavía tienen que identificar, pero lo que ha llamado la atención a los investigadores es el tronco de un tamarindo de 30 centímetros de altura que había sido plantado junto al huerto y que se ha conservado erguido hasta nuestros días. Asimismo, se ha desenterrado una vasija que contenía dátiles, entre otros frutos, y que según los investigadores podrían haber servido como ofrenda.
Junto al jardín funerario también se ha descubierto una capilla de adobe que contenía tres lápidas de piedra que datan de la dinastía XIII, en torno al 1.800 a.C., y que por lo tanto son posteriores a la tumba y al huerto.
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El simbolismo de las plantas
Este hallazgo es muy importante en muchos sentidos. En primer lugar, contribuirá a conocer el significado que tenían las plantas y flores en la religión y la cultura del antiguo Egipto durante la dinastía XII y qué papel jugaban en los ritos funerarios. Asimismo, esto permitirá a los científicos investigar el medio ambiente y la botánica de la época.
Según Galán, la palmera, el sicomoro o la persea tenían relación con la resurrección del difunto. El arqueólogo también explica que la lechuga y otras plantas similares estaban vinculadas a la fertilidad, es decir, al retorno a la vida.
«Ahora habrá que esperar a ver qué plantas logramos identificar mediante el estudio de las semillas recogidas. Es un hallazgo único, espectacular, que abre múltiples vías de investigación», concluye Galán.
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El Proyecto Djehuty
El Proyecto Djehuty, que depende del CSIC, debe su nombre a Djehuty, supervisor del Tesoro y de los trabajos de artesanía durante el reinado de Hatshepsut, una de las pocas mujeres faraonas del antiguo Egipto.
En las 16 campañas de excavaciones dirigidas por Galán, se han producido descubrimientos muy relevantes, entre ellos el del propio sepulcro de Djehuty, decorado con imágenes tomadas del Libro de los Muertos y que data del 1.470 a.C.
Otro de los principales hallazgos del proyecto ha sido la Tabla del Aprendiz, una especie de pizarra que también data del reinado de Hatshepsut y que se utilizaba para aprender a escribir o dibujar. Su importancia se encuentra en el dibujo que aparece en ella, uno de los pocos retratos de frente que se conservan de un faraón –ya que el arte egipcio es famoso por sus representaciones de perfil–.
En 2013 también se encontró un ataúd cerca de la tumba de Djehuty. Dicho ataúd, que estaba en perfecto estado, contenía el cadáver de un niño de unos 4 o 5 años, que habría vivido en torno al 1550 a.C.
Se espera que las excavaciones en los próximos años den muchos más frutos ya que, como dice Galán, «la necrópolis se convierte, así como creían los propios egipcios en aquella época, en el mejor camino para alcanzar y conocer la vida».
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