El rostro de esta momia peruana ha sido reconstruido con tecnología en 3D
La tecnología forense en 3D de última generación ha permitido a los expertos crear un retrato impresionantemente realista de una mujer noble que vivió y murió en Sudamérica hace unos 1.600 años.
En 2005, los arqueólogos que trabajaban en el yacimiento de El Brujo en la costa norte de Perú descubrieron un intrigante fardo de tela. Había sido enterrado en un complejo funerario de adobe adornado con pinturas en torno al 400 d.C. Dentro se encontraba el cuerpo momificado de una joven aristócrata de la cultura Moche, que floreció en esa región unos mil años antes que la inca. Los expertos han conseguido recrear los rasgos de la mujer utilizando técnicas que normalmente emplearían para resolver asesinatos.
La momia ha sido bautizada como Señora de Cao en honor a la localidad cercana de Magdalena de Cao. Se expone en un museo de El Brujo, pero resulta difícil verla. Para preservarla, la mantienen en una sala de ambiente controlado. Los visitantes pueden mirar a través de una ventana, pero no pueden ver a la momia directamente, sino que está reflejada en un espejo inclinado en un ángulo preciso.
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Los conservadores del museo querían que los visitantes pudieran contemplar mejor a esta destacada mujer. También necesitan establecer un registro permanente de sus restos, que inevitablemente se descompondrán con el paso del tiempo. La solución era crear una reproducción fiel de su cara, tanto como permitiese la tecnología, así como una réplica exacta de su cuerpo en su estado actual. «Ese tipo de registro mantendría con vida este descubrimiento tan extraordinario durante muchas generaciones», afirma la arqueóloga Arabel Fernández López, que ha supervisado el trabajo.
Tras reunir un equipo internacional de arqueólogos, antropólogos físicos, científicos y artistas forenses, e ingenieros especializados en tecnología 3D, la Fundación Augusto N. Wiese empezó su proyecto el pasado noviembre. La fundación ha financiado las investigaciones en El Brujo desde el comienzo de las excavaciones en 1990, bajo la dirección de Régulo Franco Jordán.
La investigación ha consistido en desenvolver las 20 capas de tela que contenían el cadáver de la Señora, así como una serie de objetos, muchos de ellos de oro, plata y cobre dorado.
La Señora tendría en torno a 25 años cuando murió. Sin embargo, todavía es un misterio el porqué de que fuera enterrada con todas esas galas, así como su papel en su comunidad. «Sin registros escritos, no podemos saber quién era», explica John Verano, un antropólogo de la Universidad Tulane que ayudó a desenvolverla y a reconstruir su rostro.
Claramente se trataba de una persona importante. Medía menos de 1,50 y tenía una complexión menuda, por lo que no era una guerrera preparada para la batalla. Pero quizá se trataba de la mujer de un gobernante, e incluso cabe la posibilidad de que ella misma fuera una mandataria.
Para resolver el misterio de su aspecto, primero los investigadores tuvieron que producir imágenes digitales de la momia. En casos similares, como el de Tutankamón o el de Ötzi el Hombre de Hielo, los cuerpos habían sido escaneados mediante una máquina de TAC. Sin embargo, la Señora fue retratada mediante escáneres láseres portátiles de última generación diseñados por FARO, una empresa de tecnología 3D. Los dispositivos habían sido creados originalmente para aplicaciones industriales, pero ahora han probado ser útiles en la investigación forense y en proyectos de patrimonio cultural como este.
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Tras introducir los datos escaneados en un ordenador, los expertos forenses comenzaron a reconstruir la cara de la Señora. Empleando un software especializado, primero retiraron la piel facial para dejar expuestos los huesos del cráneo.
A partir de ahí, procedieron del mismo modo que con una víctima de homicidio, solo que esta vez sería un caso extremadamente antiguo. Colocaron marcadores de profundidad del tejido basándose en medidas medias recogidas de cadáveres y a continuación añadieron músculos faciales. «Es exactamente el mismo proceso por el que pasarías en la práctica del método tradicional, añadiendo características a un modelo de arcilla, pero ahora lo hemos trasladado a un entorno digital», explica Joe Mullins, artista forense del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos, que ha sido asesor en este proyecto.
El cráneo de la momia presenta mejillas altas y proporciones faciales típicas de los Moche. Sin embargo, una persona viva también tiene rasgos delicados que no suelen sobrevivir después de la muerte, por lo que el resto del trabajo reconstructivo incluyó interpretaciones basadas en conjeturas fundadas.
De hecho, la Señora no está en buena forma. Sus labios se han retraído, su nariz ha desaparecido y sus ojos y párpados están hundidos y secos. Esto significa que los expertos dependían de otras fuentes de pruebas sobre su posible aspecto: la gente pintada en la cerámica Moche, los estudios de esqueletos Moche excavados, las fotografías de peruanos del norte sacadas hace un siglo y los rostros de descendientes de los Moche que viven en la zona de El Brujo en la actualidad.
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Una vez diseñaron su rostro en el ordenador, se imprimió la cabeza entera en 3D. Después, se creó un modelo para su exhibición en el museo a partir de fibra de vidrio. Sin embargo, ese modelo era tan inexpresivo como un maniquí, lo que hizo aparecer otras preguntas. ¿De qué color eran los ojos de la Señora? ¿Cuál era el aspecto de sus cejas y sus pestañas? ¿Qué tono de piel tenía? Además, para revivirla totalmente, también necesitaban vestimentas y joyas apropiadas para su estatus elevado.
Fernández López elaboró esos detalles junto con un escultor especializado en la recreación de figuras históricas para museos. «Fue muy emotivo ver esa etapa final de la reconstrucción», dice ella. «Es como si hubiéramos resucitado a esta mujer. Me dije: ‘bueno, Señora, está usted con nosotros de nuevo».
El museo en El Brujo creará una galería especial para exhibir la reconstrucción del rostro. Su apertura está programada para finales de agosto e incluirá también exposiciones sobre la tecnología empleada en el proyecto, los recursos visuales consultados y varias presentaciones interactivas. «Queremos que la gente de todas las edades viva una experiencia única y memorable que les conecte con la Señora de Cao», explica Fernández López.
Los habitantes locales ya han recibido a la Señora como una de los suyos, y suelen representarla en eventos cívicos y actividades escolares. «La gente está muy orgullosa de ella», afirma Fernández López. «Aparece en debates sobre la identidad cultural de la comunidad indígena y se ha convertido en un icono peruano de la femineidad».
Ahora, los pueblos del norte de Perú tienen una prueba irrefutable de que esta mujer distinguida y poderosa que vivió hace años tenía una apariencia muy similar a la de ellos. «Creo que va a ser especialmente importante para los niños», explica verano. «Al mirarla a los ojos, podrán ver tanto a sus propios parientes de la ciudad como a sus propios ancestros. Es algo que un rostro momificado no puede darte nunca».
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