El rostro de una antigua reina wari reconstruido por primera vez

Siglos después de que una mujer noble viviera y muriera en Perú, se ha reconstruido su rostro en 3D. El resultado es impresionante.

Por Michael Greshko
Publicado 13 dic 2017, 17:45 CET
Reconstruido el rostro de una noble wari 1.200 años después de su muerte

Hace unos 1.200 años, una mujer noble adinerada de al menos 60 años fue enterrada en Perú, aprovisionada para la eternidad con joyas, frascos y herramientas para tejer hechas de oro.

Ahora, más de cinco años después del hallazgo de su tumba intacta a las afueras de la ciudad costera de Huarmey, un equipo de científicos ha reconstruido su posible rostro.

«Cuando vi la reconstrucción por primera vez, en ese rostro vi a algunas de mis amigas indígenas de Huamey», afirma Miłosz Giersz, arqueólogo que ha recibido un subsidio de National Geographic y codescubridor de la tumba de la noble. «Sus genes se mantienen en este lugar».

En 2012, Giersz y el arqueólogo peruano Roberto Pimentel Nita descubrieron la tumba en El Castillo de Huarmey. Este yacimiento en una ladera había sido un día el recinto de un templo de la cultura wari, que dominó la religión siglos antes que la cultura inca, más famosa. La tumba –a la que milagrosamente nunca llegaron saqueadores– contiene los restos de 58 mujeres nobles, entre ellas cuatro reinas o princesas.

Galería: Los objetos descubiertos en la tumba del Castillo de Huarmey

«Se trata de uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años», dijo Cecilia Pardo Grau, conservadora de arte precolombina en el Museo de Arte de Lima, en una entrevista anterior.

Una de estas mujeres, bautizada como la reina de Huarmey, fue enterrada con gran esplendor. Su cuerpo se descubrió en una cámara privada y estaba rodeado de joyas y otros artefactos de lujo, entre ellos pendientes de oro, un hacha ceremonial de cobre y un cáliz de plata.

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¿Quién era esta mujer?

El equipo de Giresz examinó minuciosamente el esqueleto y descubrió que, al igual que muchas de las nobles enterradas allí, la reina de Huarmey pasó gran parte de su vida sentada, aunque usaba mucho la parte superior de su cuerpo, lo que indicaba que pasó su vida tejiendo.

Su experiencia probablemente explica su categoría social de élite. Para los wari y en otras culturas andinas de la época, los tejidos se consideraban más valiosos que el oro y la plata, algo que reflejaba el tiempo que se tardaba en elaborarlos. Giersz dice que tejer las telas antiguas descubiertas en otras zonas de Perú podría haber llevado de dos a tres generaciones.

La reina de Huarmey en particular debió haber sido venerada por su habilidad para tejer: la enterraron con herramientas para tejer hechas de oro. Además, le faltaban algunos dientes, algo que encaja con las caries que produce el beber habitualmente chicha, una bebida alcohólica azucarada a base de maíz que solo los wari podían beber.

El equipo de Giersz también encontró un canal que lleva desde la tumba de la reina de Huarmey a las cámaras exteriores que contienen residuos de chicha. El canal habría permitido a la gente a compartir líquidos de forma ceremonial con la noble, incluso después de haber sellado la tumba. «La población local todavía bebía con ella, incluso después de su muerte», afirma Giersz.

Pero, ¿cuál era la apariencia de esta mujer noble? En la primavera de 2017, Giersz acudió al arqueólogo Oscar Nilsson, célebre por sus reconstrucciones faciales, para revivir a la reina de Huarmey.

Nilsson no es el primero que ha intentado reconstruir los rostros de la élite precolombina de Sudamérica. Recientemente, unos arqueólogos «resucitaron» a la Señora de Cao, una joven aristócrata que vivió hace 1.600 años en el contexto de la cultura moche peruana. 

A diferencia de esa reconstrucción, que se hizo casi en su totalidad mediante ordenador, Nilsson optó por un enfoque más manual para la reina de Huarmey. A partir de un modelo impreso en 3D del cráneo de la noble, Nilsson reconstruyó sus rasgos faciales a mano.

Como guía, Nilsson usó la construcción del cráneo, así como conjuntos de datos que le permitieron estimar el grosor del músculo y la carne sobre el hueso. También uso a modo de referencia fotografías de indígenas andinos que vivían cerca de El Castillo de Huarmey. Los análisis químicos confirman que la reina de Huarmey creció bebiendo el agua del lugar, lo que justifica esta comparación.

En total, Nilsson tardó 220 horas en reconstruir el rostro reflexivo de la mujer noble, sin dejar atrás el más mínimo detalle. Para reconstruir su corte de pelo –preservado por el clima árido– Nilsson usó pelo real de ancianas andinas que Gilesz había comprado en un mercado peruano de suministros para pelucas.

«Si consideras que el primer paso es más científico, poco a poco pasé a un proceso más artístico en el que necesitaba añadir cierta expresión humana o chispa de vida», dijo Nilsson. «De lo contrario, habría parecido un maniquí».

Algunos afortunados podrán ver en persona la obra maestra de Nilsson. La reconstrucción final se exhibirá al público a partir del 14 de diciembre en una nueva exposición de artefactos peruanos que se inaugurará en el Museo Etnográfico Nacional en Varsovia, Polonia.

«Llevo 20 años trabajando en esto y hay muchos proyectos fascinantes, pero este ha sido algo diferente», dijo Nilsson. «Sencillamente no fui capaz de decir que no a este proyecto».

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