El 8 de mayo, broche final a la barbarie de la Segunda Guerra Mundial
Hoy, hace 74 años, la derrota del nazismo ponía fin a la brutalidad de la Segunda Guerra Mundial, que se saldó con más de 40 millones de muertes según las estimaciones más positivas.
El imperialismo y el racismo fueron el cóctel molotov subyacente al fascismo que convirtió la Segunda Guerra Mundial en una de las más sangrientas de la historia de la humanidad. Las estimaciones más positivas cifran el horror en más de 40 millones de muertes, según el historiador David Wallechinsky.
Casi 80años más tarde, la barbarie de esta Guerra aún se deja sentir en nuestra historia y ha quedado, en cierto modo, como recuerdo latente en las relaciones internacionales actuales.El Día de la Victoria, celebrado en muchos países el 9 de mayo, se conmemora además a las puertas del Día de Europa, una Europa que quedó sumida en un estado de devastación y destrucción total.
La guerra de los bombardeos
Con el objetivo de destruir los recursos de guerra y desmoralizar al enemigo, la guerra tomó forma en una campaña brutal de bombardeos, sobre todo entre Alemania e Inglaterra. Los aviones estadounidenses lanzaron 1,4 millones de toneladas de bombas y los bombarderos aliados dejaron unas 600.000 bajas y 7 millones de personas sin hogar.
El túnel de Dora, levantado a base de esclavos, era la fábrica subterránea donde los nazis creaban otra arma brutal: con una cabeza explosiva de una tonelada, el misil V2 tenía un alcance de 300 kilómetros. 1500 de estos misiles fueron lanzados contra Londres y 2000 contra Bélgica.
Por miedo a que este misil pronto llevase una cabeza nuclear, se comenzó a trabajar en secreto en la primera bomba atómica, de la que se esperaba una fuerza más de 2000 veces mayor que la bomba más potente usada hasta entonces. Por suerte, no llegó a tiempo.
Otra de las brutales armas que devastaron ciudades enteras durante esos años de guerra fueron las bombas de nappa y palm oil, el llamado napalm. Sobre las casas de las ciudades se lanzaron 1.700 toneladas de este derivado de gasolina y gelatina con el que se cargaban los lanzallamas debido a su peso ligero y su facilidad para prender.
El intento de asesinato en la Guarida del lobo
En medio de la brutalidad ejercida por el ejército nazi, el general alemán Claus von Stauffenberg llevó a cabo un intento fallido de asesinar a Hitler: el conocido como complot del 20 de julio de 1944. Para ello, colocó una bomba bajo la mesa de Hitler durante una conferencia celebrada en la llamada guarida del lobo, el cuartel general del Führer. Pero Hitler se salvó gracias a la pesada mesa, aunque la bomba mató a cuatro hombres e hirió a 20 más.
Como consecuencia del fallido intento de golpe de Estado, Hitler arrestó a 5.000 personas y ejecutó a unas 200. Pero el suceso, a pesar de dejar al Führer prácticamente ileso, le sumió en un estado de psicosis mental que acrecentó su brutalidad y su locura, lo que llevó a poner a las SS al frente de Alemania.
¿Arde París?
El 25 de agosto de 1944 las tropas alemanas se rindieron en la capital francesa, que aprovechó el momento para alzarse contra los alemanes. A esta insurrección al sur de Francia se sumó que el Ejército Rojo, lejos de debilitarse tras las costosas batallas de Moscú y Stalingrado, atacó de nuevo por el este con una fuerza inesperada. Al oeste, los aliados también ganaban ventaja ante una Wehrmacht que cada vez se encontraba en una situación más crítica.
Al cuarto día de la insurrección en París, una unidad francesa, la segunda división blindada del general Leclerc llega a Normandía y la capital fue liberada. El general alemán Dietrich von Choltitz, gobernador general de París, decide rendirse y entregarse desobedeciendo a Hitler. “París ha sido ofendida, París ha sido atacada, París ha sido destrozada, París ha sido torturada, pero París ha sido liberada”, afirmó el general de Gaulle en palabras que cambiaron el curso de la historia de la guerra.
50.000 soldados alemanes prisioneros en Falaise
Mientras, el Ejército Rojo logra retener a más de 50.000 alemanes más prisioneros en Falaise, además de los miles de prisioneros que retuvo en las batallas de Stalingrado y Moscú. A pesar de que la gran Alemania estaba cada vez más derrotada, Hitler se niega a rendirse: era todo o nada.
Desde el 16 de enero, Hitler se había establecido en el búnker de la Cancillería, desde donde ejercía la presidencia del amenazado Tercer Reich. El 30 de abril de 1945, los rusos se encuentran ya a 300 metros del búnker de Hitler.
Desde días antes, Hitler sufría fuertes ataques de histeria ante el golpe de realidad de que Alemania no superaría la guerra. Al expresar su intención de suicidarse, el médico Haase le recomendó una dosis de cianuro seguido de un disparo en la cabeza.
El Führer decide casarse con Eva Braun, y posteriormente asesina a su perro Blondie y se suicidan. Ella se traga una pastilla de cianuro, y él se dispara en la cabeza. El ejército soviético había pagado un alto precio por terminar con la pesadilla de la Alemania nazi: veinte millones de civiles y soldados murieron.
La rendición final
En su último testamento, Hitler nombra como sucesores al almirante Karl Dönitz como el nuevo Reichspräsident y a Goebbels como ministro de propaganda, Reichskanzler. Sin embargo, Goebbels se suicidó con su esposa el 1 de mayo, dejando al almirante Dönitz al mando de las negociaciones de rendición, que a su vez nombra a von Krosigk.
Mientras, en Italia y tras meses de negociaciones que desobedecían a Hitler, el general de las SS Karl Wolff y el general Heinrich von Vietinghoff de la Wehrmacht, aceptaron la derrota el 1 de mayo. La ciudad de Caserta fue testigo de la firma del documento de rendición de las tropas alemanas.
Al amanecer del 2 de mayo terminaba también la Batalla de Berlín, cuando el general Helmuth Weidling entregó la ciudad a las tropas soviéticas. El 3 de mayo, las tropas de Hamburgo y Bremen se rendían también, cercadas por las tropas canadienses y británicas.
Día tras día, las tropas alemanas se fueron rindiendo ante la presión y debido a su ya frágil situación. El 5 de mayo, Dönitz ordenó a todos los submarinos de la Kriegsmarine volver a sus bases, así como ese mismo día se rendían las tropas que se hallaban en Noruega. En Praga, una sublevación atacó las tropas alemanas que aún resistían entre estadounidenses y soviéticos.
Finalmente, el 7 de mayo a las 02:41 de la mañana, el general Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas firmó en Reims el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados, que decía así: «Todas las fuerzas bajo el mando alemán cesarán las operaciones activas a las 23:01 horas, hora de Europa Central, el 8 de mayo de 1945».
Desde Europa hasta Estados Unidos, pasando por la Unión Soviética, se celebraron festejos a lo largo del día en que terminaba la pesadilla que habían vivido durante el horror de la brutal Segunda Guerra Mundial. Diversos países del este, como Rusia, aún celebran el 9 de mayo como el gran Día de la Victoria.