La circunnavegación del mundo de Magallanes dejó un legado polémico
Quinientos años después, el legado del explorador sigue siendo complejo y cuestionado.
Hace 500 años, Fernando de Magallanes partió en un viaje histórico para circunnavegar el planeta. Fácil, ¿no? Pues no; el explorador y su viaje son un tema de estudio contradictorio. Magallanes era portugués, pero navegó en nombre de España. Era un capitán formidable, pero su tripulación lo odiaba. Su expedición fue la primera que navegó alrededor del mundo, pero él mismo no circunnavegó el mundo.
Con todo, está claro que la expedición de 1519 de Fernando de Magallanes cambió el mundo para siempre. Su viaje fue «la mayor travesía marina emprendida hasta la fecha y la más importante», afirma el historiador Laurence Bergreen, autor de Magallanes: hasta los confines de la tierra. «No es una hipérbole».
Brutal, belicoso y bravo, Magallanes convirtió un viaje comercial en una confrontación espeluznante en un mundo que pocos europeos podían imaginar. Al principio de su viaje, sus coetáneos sospechaban que era imposible navegar alrededor del mundo y temían que cualquiera lo bastante temerario como para intentarlo tuviera que hacer frente a criaturas como monstruos marinos o nieblas asesinas. «Parecía una empresa suicida», afirma Bergreen.
El noble portugués nació con el nombre de Fernão de Magalhães en torno al año 1480. Como paje de la corte de la reina Leonor y Manuel I, conoció la vida cortesana de Lisboa. Pero el joven tenía afán de aventura y participó en una serie de viajes portugueses diseñados para descubrir y apoderarse de rutas de especias lucrativas en África y la India.
Entonces, existía una intensa rivalidad entre Portugal y España para descubrir y reclamar nuevos territorios donde pudieran obtener las especias codiciadas por los aristócratas europeos. En 1505, Magallanes se unió a esa lucha y viajó a la India, Malasia e Indonesia. Pero sus días de servicio a Portugal estaban contados. Fue acusado de comercio ilegal y se enemistó con Manuel I, que rechazó su propuesta de localizar una nueva ruta de especias.
Magallanes estaba seguro de que si navegaba hacia el oeste en lugar de hacia el este y atravesaba un supuesto estrecho de Sudamérica, podría cartografiar una nueva ruta a Indonesia y la India. Abandonó su lealtad a Portugal y acudió a España, donde obtuvo la ciudadanía y la bendición de Carlos V para organizar una travesía al oeste con cinco naves.
El capitán tenía la posibilidad de obtener muchas riquezas y una alta posición social con su viaje: Carlos V le otorgó un monopolio de una década de cualquier ruta que descubriera, una parte de los beneficios y, por si fuera poco, un título nobiliario. Pero en lo que respectaba a la tripulación de mayoría española y su misión para el rey, estaba en una situación incómoda. «A los castellanos les molestaba navegar con un comandante portugués y los portugueses lo consideraban un traidor», escribe el historiador Lincoln Paine.
Cuando el tiempo invernal obligó a sus naves a esperar durante meses en la actual Argentina, la tripulación de Magallanes se amotinó. Un barco naufragó, otro abandonó la expedición y regresó a España. El capitán tuvo dificultades para recuperar el control de sus hombres, pero cuando lo logró, las repercusiones fueron rápidas y severas. Ordenó la decapitación y el acuartelamiento de algunos de los amotinados; otros fueron abandonados u obligados a realizar trabajos forzados.
La travesía se reanudó y Magallanes consiguió atravesar el traicionero paso que ahora lleva su nombre: el estrecho de Magallanes. Pero sus problemas no se habían acabado. Cuando la tripulación atravesaba el océano Pacífico, la comida se estropeó y llegaron el escorbuto y el hambre. Magallanes y sus hombres llegaron a tierra brevemente, probablemente a la actual Guam, donde mataron a los indígenas y quemaron sus hogares en respuesta al robo de un pequeño bote.
Un mes después, la expedición llegó a las Filipinas. Para sorpresa de la tripulación, Enrique, un esclavo comprado por Magallanes antes del viaje,entendía y hablaba el idioma del pueblo indígena. Al parecer, era probable que se hubiera criado allí antes de ser esclavizado, lo que lo convierte a él —y no a Magallanes— en la primera persona que circunnavegó el mundo.
Magallanes enseguida reclamó las Filipinas en nombre de España, pero su participación en lo que Bergreen denomina una «guerra innecesaria» fue su perdición. «No lo derrotaron las fuerzas naturales», afirma Bergreen.
Demandó que el pueblo de Mactán se convirtiera al cristianismo y se vio envuelto en la rivalidad entre Humabon y Lapulapu, dos datus (jefes) locales. El 27 de abril de 1521, Magallanes fue asesinado con una flecha envenenada cuando atacaba al pueblo de Lapulapu.
«Se abalanzaron todos a la vez con lanzas de hierro y bambú, y así asesinaron a nuestro espejo, nuestra luz, nuestro consuelo y nuestro verdadero guía», escribió Antonio Pigafetta, un académico italiano que lo acompañó en la travesía. La tripulación abandonó su cadáver, un hecho que quizá indique cómo se sentían respecto a su líder implacable.
Tras la muerte de Magallanes, su tripulación siguió adelante en el único barco restante, capitaneado por el vasco Juan Sebastian Elcano. Volvieron a España en septiembre de 1522. Por el camino, se toparon con un nuevo océano, cartografiaron nuevas rutas para el comercio europeo y sentaron las bases de la globalización moderna. Tras la muerte del 80 por ciento de los participantes y 96 560 kilómetros más adelante, la expedición había demostrado que era posible circunnavegar el mundo y abrió las puertas a la colonización europea del Nuevo Mundo en nombre del comercio.
Nació una leyenda y en 1989, uno de los homónimos de Magallanes viajó a Venus. Durante un viaje de cinco años, la sonda Magallanes de la NASA obtuvo imágenes del planeta antes de arder en su atmósfera.
Pero aunque algunos asocian el nombre de Magallanes al descubrimiento, otros rehuyen ese nombre. «Cuando escriba mi libro de texto, indicaré que Magallanes llegó a las Filipinas en 1521», afirma el historiador Ambeth Ocampo, exdirector de la comisión histórica nacional de la República de Filipinas. «Magallanes no debería considerarse el comienzo de la historia filipina, sino un acontecimiento [en] una historia que aún debe escribirse y rescribirse para una nueva generación».
Para los pueblos indígenas con los que se toparon Magallanes y su tripulación, la llegada del explorador anunció una nueva era de conquistas, cristianización y colonización. A Lapulapu, el jefe de Mactán cuyo ejército mató a Magallanes, se le atribuye el asesinato del explorador. Ocampo indica que, como consecuencia, se ha convertido en un héroe nacional de las Filipinas.
Aunque es improbable que Lapulapu lo matara, en general lo recuerdan como un símbolo de la resistencia y el orgullo filipinos. Hoy en día, los historiadores trabajan en una representación más precisa antes del quinto centenario de la llegada de Magallanes a las Filipinas. Las celebraciones que organizará el gobierno en 2021 incluyen el remplazo de una estatua de tres metros de Lapulapu en la ciudad que lleva su nombre. Un monumento que muestre la batalla —y el esfuerzo grupal que derrotó a un explorador épico— ocupará su lugar.
¿Debería Magallanes ser considerado un héroe o el «primer turista» de las Filipinas, como dice Ocampo? Guam, las Filipinas, España e incluso Portugal celebrarán y cuestionarán el quinto centenario, pero el legado del explorador conserva su complejidad.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.