¿Quiénes fueron los implacables guerreros dirigidos por Atila el Huno?

Los hunos saquearon gran parte de Europa y se les culpa de la caída de Roma, pero el registro arqueológico sugiere que su legado es menos violento.

Por Erin Blakemore
Publicado 16 sept 2019, 13:31 CEST
Atila el Huno y su ejército
Atila el Huno y su ejército atacan a caballo en un cuadro del pintor francés Eugene Delacroix.
Fotografía de The Picture Art Collection, Alamy

En torno al año 370, ejércitos de hunos tomaron gran parte de Europa occidental, conquistaron a tribus germánicas y ahuyentaron a otras de su creciente territorio. Pero ¿merece este pueblo nómada su reputación desmesurada?

La respuesta a esta pregunta no es sencilla. Los hunos «son muy misteriosos», escribe el historiador Peter Heather, en parte por su falta de historia escrita y sus orígenes inciertos. Se cree que el pueblo nómada procedía del actual Kazajistán y barrió las estepas orientales tras el 350 d.C. Algunos expertos creen que eran una tribu túrquica que descendía de los xiongnu, un grupo de pueblos nómadas dedicados al pastoreo que unificaron gran parte de Asia entre finales del siglo III y principios del siglo II a.C.

Atila
Debido a los saqueos y la violencia implacable de los hunos, su líder se ganó la reputación de ser el «azote de Dios».
Fotografía de Icas94, De Agostini, Getty

Conforme avanzaban por el mar Negro, los hunos atacaban a quienes se interponían en su camino. Estos pueblos —vándalos, visigodos, godos y otros grupos— huyeron hacia Roma. Las migraciones provocaron inestabilidad en el Imperio romano y, de este modo, los hunos se ganaron una reputación sanguinaria.

Su líder más célebre, Atila el Huno, consolidó dicha percepción. Entre los años 440 y 453 d.C., Atila dirigió los ejércitos de hunos por gran parte de Europa, incluida la Galia (en la actual Francia). Por el camino, saqueó con desenfreno, motivo por el que los documentos históricos lo describen como el «azote de Dios» cuyo pueblo cometía actos de terror atroces al entrar en territorios nuevos.

Sin embargo, la historia que cuenta el registro arqueológico es diferente. Por ejemplo, en 2017, la arqueóloga Susanne Hakenbeck analizó huesos de hunos enterrados en Panonia, una antigua región romana en la actual Hungría. El análisis isotópico reveló que los hunos habían coexistido y llevado a cabo un intercambio cultural con los romanos. La historia de los hunos «no fue necesariamente conflictiva, sino de intercambios trasfronterizos, de adaptabilidad trasfronteriza», contó Hakenbeck al Washington Post en 2017.

Atila el Huno nunca llegó a invadir Roma y su imperio se desintegró en torno al 469 d.C. Con todo, la reputación barbárica de su pueblo ha perdurado. Jordanes, un historiador griego, escribió en el siglo VI d.C. que eran una «tribu traicionera» y que se les vinculaba a la caída del Imperio romano. Sin embargo, los historiadores modernos creen que su papel en la disolución del imperio fue menos directo y que fue su inestabilidad inherente la que hizo que fuera vulnerable a la invasión bárbara.

La reputación temible de los hunos también ha formado parte de conflictos modernos. Durante un discurso en el año 1900, el emperador alemán Guillermo II instó a sus soldados a que fueran tan despiadados como los hunos y ese término empezó a asociarse a Alemania. Durante la Primera Guerra Mundial, la palabra «huno» se utilizaba como epíteto de los alemanes. En la actualidad, aún significa pueblo bárbaro, aunque podría haber tenido mucho menos poderío del que sugiere su nombre.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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