¿Por qué la guerra de Corea nunca terminó, técnicamente?

Hace 70 años, surgió un conflicto por el control de la península de Corea, un enfrentamiento que avivó tensiones que aún existen y que cambió la forma de librar una guerra.

Por Erin Blakemore
Publicado 25 jun 2020, 12:43 CEST
Oficial de infantería de Corea del Sur

Un oficial de infantería de Corea del Sur dirige a las tropas hacia el frente de la guerra de Corea el 10 de agosto de 1950. El conflicto surgió a principios de aquel verano, cuando Corea del Norte invadió Corea del Sur. El combate duraría tres años, pero nunca se firmó un tratado de paz.

Fotografía de Ap

El 25 de junio de 1950, un ataque sorpresa de Corea del Norte contra Corea del Sur provocó una guerra que enfrentó a comunistas y capitalistas por el control de la península de Corea. La guerra de Corea, que transcurrió entre 1950 y 1953, dejó millones de muertos y una división permanente entre Corea del Norte y Corea del Sur.

Con todo, aunque en Estados Unidos se denomina la «guerra olvidada» debido a la falta de atención que recibió durante y después del conflicto, la guerra de Corea dejó un profundo legado: no solo sigue determinando cuestiones geopolíticas —técnicamente, nunca terminó—, sino que también sentó un precedente para que los presidentes estadounidenses libraran guerras sin el consentimiento del Congreso.

La guerra radicaba de la ocupación japonesa de Corea entre 1910 y 1945. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el desmantelamiento del imperio japonés por parte de las potencias aliadas, el destino de Corea se convirtió en la moneda de cambio entre Estados Unidos y la URSS. Los antiguos aliados desconfiaban mutuamente y en 1948, para controlar la influencia del otro, establecieron dos naciones coreanas separadas y demarcadas por una frontera en el paralelo 38, la línea de latitud que atraviesa la península. Corea del Norte se convertiría en un estado socialista liderado por Kim Il-sung y respaldado por la URSS, y Corea del Sur, en un estado capitalista liderado por Syngman Rhee y respaldado por Estados Unidos.

Prisionero de guerra

Un policía militar surcoreano conduce a un prisionero de guerra norcoreano a una prisión militar de Corea del Sur el 21 de julio de 1950. El destino de los prisioneros de guerra fue un punto de fricción en las negociaciones para poner fin a la guerra de Corea.

Fotografía de Ap

Se esperaba que ambos países equilibraran el poder en Asia oriental, pero enseguida quedó patente que ningún estado consideraba al otro legítimo. Tras una serie de riñas fronterizas, Corea del Norte invadió a su vecino meridional en junio de 1950. Esta invasión desató una guerra subsidiaria entre dos potencias nucleares y el primer enfrentamiento de la Guerra Fría.

Estados Unidos presionó al recién creado Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que autorizara el uso de fuerza para ayudar a Corea del Sur y el presidente Henry Truman se comprometió a enviar efectivos a la causa sin la aprobación del Congreso, que tiene el poder de declarar la guerra. Fue la primera vez que Estados Unidos entró en un conflicto extranjero a gran escala sin una declaración oficial de guerra.

«No estamos en guerra», contó Truman a la prensa el 29 de junio de 1950. «[Corea del Sur] ha sido atacada ilegalmente por una panda de bandidos que son vecinos de Corea del Norte». Pese a las cuestiones sobre si Truman se había extralimitado en su autoridad presidencial, la implicación de Estados Unidos en el conflicto se describió oficialmente como una «acción política».

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    Soldados estadounidenses

    Los soldados estadounidenses comparten un mechero para encender los pitillos entre las ruinas humeantes de Seúl, Corea del Sur, en septiembre de 1950. La guerra de Corea fue la primera vez que un presidente estadounidense envió soldados a un conflicto extranjero a gran escala sin una declaración de guerra por parte del Congreso.

    Fotografía de Max Desfor, Ap

    Estados Unidos asumió que ganarían la guerra enseguida, pero pronto vería su equivocación. En los primeros días del conflicto, las fuerzas de la ONU entraron en Corea del Norte y se acercaron a la frontera con China, que respondió desplegando más de tres millones de soldados en Corea del Norte. Por su parte, la URSS abasteció y entrenó a las tropas chinas y norcoreanas y envió pilotos en misiones contra las fuerzas de la ONU.

    Para el verano de 1951, los ejércitos estaban en un impasse peligroso en torno al paralelo 38. El número de víctimas aumentaba. Las negociaciones comenzaron en julio y ambas facciones titubearon sobre el destino de los prisioneros de guerra. Aunque muchos prisioneros de guerra capturados por las fuerzas estadounidenses no querían volver a sus países natales, tanto Corea del Norte como China insistieron en su repatriación como condición para la paz. Durante una tensa serie de intercambios de prisioneros antes del armisticio de 1953, más de 75 000 prisioneros comunistas fueron repatriados; más de 22 000 desertaron o solicitaron asilo.

    El 27 de julio de 1953, Corea del Norte, China y Estados Unidos firmaron el armisticio. Sin embargo, Corea del Sur se opuso a la división de Corea y no accedió al armisticio ni a la firma de un tratado de paz formal. Los combates terminaron, pero la guerra no, técnicamente.

    Manifestación en Seúl

    El 26 de abril de 1953, hombres, mujeres, niños y soldados se manifiestan en Seúl contra la reanudación de las negociaciones de paz coreanas.

    Fotografía de Ap

    Aún no está del todo claro cuántas personas fallecieron en la guerra de Corea. Se estima que murieron casi 40 000 efectivos estadounidenses y unos 46 000 efectivos surcoreanos. El número de víctimas fue aún mayor en el norte, donde se estima que murieron 215 000 soldados norcoreanos y 400 000 soldados chinos. Pero la gran mayoría de los difuntos —hasta un 70 por ciento— fueron civiles. Se cree que murieron hasta cuatro millones de civiles y Corea del Norte en particular se vio diezmada por los bombardeos y las armas químicas.

    Además, cuando terminó la guerra muchos soldados estaban en paradero desconocido. Unos 80 000 efectivos surcoreanos fueron capturados en Corea del Sur tras el fin de la guerra. Aunque el país ha negado que los hiciera prisioneros, los desertores y las autoridades surcoreanas sostienen que los soldados atrapados fueron sometidos a trabajos forzados. Se desconoce el paradero de los restos de la mayoría de estos prisioneros de guerra. Sin embargo, en junio de 2020, Estados Unidos identificó y devolvió a 147 prisioneros de guerra surcoreanos cuyos restos habían sido entregados por Corea del Norte en 2018. Por su parte, aún hay más de 7500 soldados estadounidenses en paradero desconocido.

    Reencuentro entre madre e hijo

    En agosto del 2000, una mujer surcoreana toca la cara de su hijo norcoreano. Era la primera vez que se veían desde que se separaron durante la guerra de Corea. Aunque el conflicto perdura en la península de Corea, muchos esperan que los dos países se reunifiquen.

    Fotografía de David Guttenfelder, AP/Nat Geo Image Collection

    Setenta años después del comienzo de la guerra, las dos Coreas siguen divididas. Asomó una breve esperanza de reunificación en el 2000, cuando ambos países emitieron una declaración conjunta de que harían «esfuerzos concertados» para reunificarse, y de nuevo en 2018 tras una cumbre en la que los líderes de los países se dieron la mano y se abrazaron. Con todo, dichas esperanzas han ido desvaneciéndose poco a poco y en junio Corea del Norte voló una oficina común que servía de embajada entre las naciones enfrentadas.

    Aunque la guerra de Corea ha desaparecido de la memoria de muchos estadounidenses —eclipsada por la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Vietnam—, el precedente que sentaron las acciones de Truman en Corea ha sido utilizado por los presidentes de Estados Unidos como justificación para las intervenciones militares en Vietnam, Irak y Afganistán, y las misiones de la ONU en Bosnia y Haití. Esta decisión se ha sido objeto de debate desde entonces. El perturbador legado de la guerra, no declarada, no resuelta y en gran medida no recordada, perdura.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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