Guillermo Fesser: «El 11S cambió la percepción de Estados Unidos en todo el planeta»
El periodista Guillermo Fesser relata a 'National Geographic' cómo vivió los atentados de Estados Unidos en septiembre de 2001.
El periodista Guillermo Fesser (Madrid, 1960) fue durante años una de las voces del dúo Gomaespuma. Hoy, asentado en Estados Unidos, participa en el programa Más de Uno en Onda Cero junto a Carlos Alsina.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 marcaron un antes y un después en la historia reciente. Todos recordamos cómo sucedió aquel día en nuestras vidas y cómo vivimos aquel trágico momento. Como homenaje a las víctimas, National Geographic hace un repaso del día que cambió el mundo a través de los testimonios de diferentes personajes públicos y políticos para reflejar cómo vivimos aquel fatídico momento. Además, National Geographic estrenó el pasado lunes la serie documental 11S: testigos de la tragedia, un relato cronológico con testimonios del atentado a las Torres Gemelas.
Guillermo Fesser (Madrid, 1960), nos abre una ventana a su pasado a través de las entretelas de cómo vivió aquel duro día un periodista español que hoy lleva casi dos décadas de corresponsal en Estados Unidos viviendo en Nueva York y casado con su mujer neoyorquina. Conocido por formar el dúo del programa Gomaespuma que se emitió durante más de 20 años, hoy Fesser también es la voz del programa Más de uno de Onda Cero con Carlos Alsina. Su determinación, su vivaz conversación y su mirada ágil al mundo se trasladan incluso a través de las palabras vía email en las que nos comparte su experiencia dos décadas después de la tragedia.
“El primo de Sarah, Peter Goodrich, de 33 años, era uno de los pasajeros que viajaban en aquel fatídico vuelo 175 de United Airlines.”
¿Dónde estaba entre las 14:45 y las 15:00 del martes 11 de septiembre de 2001 y qué estaba haciendo?
Le había robado el despacho al director de M-80 Radio, Sandro D´Angeli, que se había bajado a comer, y estaba chequeando en su equipazo de música los audios que Juan Luis Cano y yo habíamos seleccionado para “20 AÑOS DE GOMAESPUMA”; un pack que pensábamos lanzar con motivo de la despedida de nuestro programa.
¿Cómo se enteró de la noticia?
Escuché alboroto en la redacción de informativos de la SER, al otro lado del pasillo, y corrí a ver qué pasaba. En la pantalla de televisión me sorprendieron las imágenes de la primera torre humeante. Marta Gómez Montero, la corresponsal del congreso, me explicó que se trataba de un accidente. Un avión de línea acababa de impactar contra la fachada. Aluciné en colores. Me vinieron a la mente algunos rostros de conocidos que trabajaban en las torres o en las cercanías del World Trade Center. Volví al despacho. Llamé a Sarah, mi mujer, que es de Nueva York. Espantada, me dijo que lo había escuchado en la radio y que estaba a punto de llegar a casa para verlo en televisión. Quedamos en volver a hablar y, como tenía que entregar el material del pack al día siguiente, seguí editando.
¿Cuánto tiempo le llevó asumir lo que estaba ocurriendo?
No conseguí volver a concentrarme. Regresé a la redacción y me quedé pegado al monitor. Entonces se produjo el segundo impacto. No podía creerlo. Tardaríamos un par de días en enterarnos de que el primo de Sarah, Peter Goodrich , 33 años, era uno de los pasajeros que viajaban en aquel fatídico vuelo 175 de United Airlines procedente de Boston. Ironías de la vida, Peter, incansable entusiasta, era de los pocos individuos que yo conocía que habían leído el Corán y el hombre trataba de convencer a todo el mundo de la conveniencia de leerlo para entender mejor a los musulmanes. Hice algunas llamadas a Nueva York sin éxito. Recogí mis bártulos y salí pitando para para continuar siguiendo la noticia desde casa.
¿Cómo vivió ese día? ¿Alteró los planes que tenía para esa tarde o los días siguientes?
Con gran preocupación en lo personal debido a nuestros lazos con Nueva York. Con gran desasosiego, como ser humano, por el grado de deterioro al que había llegado el mundo y, no voy a negarlo, con gran fascinación profesional como periodista.
¿Cuándo fue interiorizando que aquello era un antes y un después en la historia de la humanidad?
Cuando se desplomaron las torres, de alguna manera sentí que aquello no podría ser un final sino un punto de partida. Pensé que aquel acontecimiento podría convertirse en una oportunidad para que los humanos occidentales reflexionásemos sobre los motivos que habían llevado a cometer aquel devastador acto terrorista en el corazón de EE. UU. y que, quizás, mereciese la pena ponerse a luchar para conseguir cambios en las políticas exteriores de nuestros dirigentes.
Llamé a Juan Luis y le propuse crear en internet (entonces nuestra página tenía en España un número de seguidores tremendo) un foro al que llamaríamos Fororeflexion.com. Nació unos días después con el apoyo de muchos compañeros, artistas e intelectuales. Forges y el Roto nos regalaron sus viñetas. Recuerdo que el Roto me confesó que creía que era una iniciativa muy naif, pero que si queríamos su apoyo, él estaría allí el primero.
En España, por desgracia, estábamos muy acostumbrados al terrorismo, pero ¿hubo algo que le sorprendiera especialmente de ese día?
Yo soy el último eslabón de una generación que no creció soñando con Estados Unidos. Eisenhower le había dado la mano a Franco. Kissinger había ordenado el asesinato del presidente Allende en Chile. Vietnam, los maltratos a los negros… Nosotros en las películas de vaqueros íbamos con los indios y en nuestro cuarto teníamos un poster de Jesús al lado de otro del Che Guevara. A mi me llevó bastante tiempo darme cuenta de que una cosa eran sus dirigentes y, otra muy distinta, el pueblo estadounidense. Igual que una cosa era Franco y otra los españoles. Mi cariño hacia Estados Unidos nació por mi experiencia personal pero, la mayoría de la gente, seguía teniendo un comprensible rencor hacia el imperio. Sin embargo, ese día cambió la percepción de Estados Unidos en todo el planeta.
¿Qué cree que cambió en el mundo tras aquel suceso?
Estados Unidos pasó de golpe de ser el imperio invasor a ser la víctima injusta de una carnicería. De pronto la gente hablaba con compasión de a quien, hasta antes de ayer, tachaba de arrogante. Por eso yo vi la posibilidad del foro de reflexión. Empezarlo en España, saltar luego a América… Bueno, tuvo razón el Roto en que mi ambición resultó demasiado naif. Pero aún creo profundamente que, aquel día, el presidente George W. Bush tuvo en la mano la posibilidad de convertir aquel odio en algo constructivo. De aprender algo de aquella lección de la historia que, aunque de una manera violenta e inadmisible, reclamaba cambios en el trato de EE. UU. a otros pueblos. Bush junior podía haber elegido el camino escogido por la madre de Peter Goodrich que, para mitigar el odio que había terminado con la vida de su hijo, marchó de voluntaria a Afganistán y creó con sus ahorros varias escuelas para niñas. Pero POTUS eligió el camino más fácil: el de la fuerza bruta. El de “y tu madre más” y, hoy, 157.000 muertos más tarde y 2.000.000.000.000 dólares malgastados en destrucción por el tesoro de Estados Unidos, seguimos pagando las consecuencias.