Ourense esconde el secreto de la comarca más longeva del mundo

En algunas comarcas rurales del interior de Ourense, las cifras de centenarios triplican las de Okinawa, la isla nipona que hasta ahora ostentaba la fama de haber encontrado el secreto de la juventud eterna.

La Ribera Sacra es uno de los secretos mejor guardados de tierra gallega, que integra el sur de la provincia de Lugo y el norte de la provincia de Ourense, por donde discurren los ríos Miño, Sil y Cabe. 

Fotografía de Pixabay
Por Cristina Crespo Garay
Publicado 7 oct 2021, 18:32 CEST, Actualizado 23 ene 2024, 16:20 CET

Entre las comarcas rurales de nuestras tierras gallegas se hayan algunos de los lugares más longevos del mundo. Hasta hace poco, la isla japonesa de Okinawa estaba considerada poseedora del secreto de la juventud. Bañada por las aguas del océano Pacífico, esta isla perteneciente a un archipiélago ha gozado durante años de la mayor esperanza de vida del mundo: por cada 100 000 habitantes, 60 centenarios habitan sus calles, según afirma el economista y profesor de universidad Iñaki Ortega en su libro La revolución de las canas. Parece que ese liderazgo podría cambiar.

En general, España va camino de desbancar al país nipón como el país más longevo del mundo en los próximos años. Según un estudio de la Universidad de Washington publicado en The Lancet en 2018, para 2040, la proyecciones sitúan la esperanza de vida de los españoles en 85,8 años. Pero, por otra parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proyecta a España como el país más envejecido del mundo para el año 2050, con un 40% de la población por encima de los 65 años.

“En la última década se han localizado las zonas donde hay muchos centenarios, pero sabemos relativamente poco acerca de las causas”

por David Reher
catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología

Y no hace falta viajar al futuro: los centenarios de la pequeña región de Ourense superan a los japoneses. “Hay tasas similares a las niponas, o incluso superiores, en la ciudad gallega de Ourense”, afirma Ortega. Los ancianos orensanos que soplan las velas con tres cifras sobre su tarta van en aumento desde hace más de un lustro. El pasado año, según cifras de del Instituto Nacional de Estadística (INE), los centenarios en Galicia ascendieron a 1.823, más de 340 en Orense. Esto se traduce en una tasa de 75 centenarios por cada 100 000 habitantes, según el Instituto Gallego de Estadística. En algunas comarcas, como Tierra de Celanova, las cifras se disparan hasta siete veces la media española: 252 centenarios por cada 100 000 personas.

Seis minutos más de vida por cada hora

“En 1919, como recuerda el doctor José Antonio Serra, solo uno de cada 100 llegaba a los 65 años. La longevidad, entendida como el fenómeno en el que una gran mayoría de seres humanos alcanza edades avanzadas con buena salud, es algo muy reciente”, afirma Ortega en su obra. “De hecho, durante 8000 generaciones, la esperanza de vida del mundo se mantuvo constante en la cifra de 31 años”.

Tanto en el interior de nuestras tierras gallegas, como a lo largo y ancho del planeta, el volumen de ancianos aumenta día a día sus cifras y la esperanza de vida se multiplica de forma exponencial desde hace dos siglos. Gracias a este rápido aumento, el tiempo extra que las sociedades avanzadas están ganando a la vida es de seis minutos cada hora, según afirma Ortega en su obra.  

“El crecimiento generalizado de centenarios en buena parte del mundo estaba previsto y no sorprende”, explica David Reher, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. “En realidad, la construcción de estos supervivientes se basa en el progresivo retraso de 'la vejez' en buena parte del mundo. Se trata de un gran triunfo de la modernización que se construye a partes iguales a partir de vidas más sanas, trabajos que castigan el cuerpo menos y una medicina cada vez más sofisticada”.

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    Algunos expertos afirman que las sociedades superlongevas son una realidad más cercana al presente que al futuro. “Algunos biólogos piensan que pronto se podrá vivir hasta los 150 años, aunque es un debate abierto”, afirma a National Geographic el neurocientífico Juan Lerma. “El cerebro envejece, todos los que tenemos una edad lo estamos experimentando día a día. Ahora sabemos algunos trucos, como desarrollar buenos hábitos, para retrasar ese envejecimiento y que nos permita vivir con una capacidad cognitiva aceptable durante más años”. ¿Cuáles son las claves de la longevidad en nuestras tierras?

    El mapa de la longevidad

    Hace años, cuando comenzó a aumentar la curiosidad sobre por qué las personas viven más en determinadas zonas del mundo, un mapamundi y un grueso marcador azul fueron el germen de un proyecto que dio la vuelta al mundo: las zonas azules. Se trata de aquellas áreas del mundo – cinco, hasta el momento-, donde las personas superan por décadas enteras la esperanza de vida a nivel mundial y donde, además, las enfermedades asociadas a edades avanzadas, como la demencia o el cáncer, son muy inferiores a la media.

    La identificación de las tierras donde se esconde el secreto de la longevidad surgió cuando Michel Poulain y Gianni Pes, un astrofísico  y un gerontólogo, se dispusieron a marcar en el mapa los lugares donde más centenarios encontraban. Según iban trazando un círculo azul alrededor de los pueblos más longevos, se encontraron con que el mapa se iba tiñendo de azul en una zona concreta: la isla de Cerdeña.

    Cuando el periodista Dann Buettner escuchó acerca de este descubrimiento, su curiosidad le llevó a embarcarse en una nueva aventura: averiguar si los factores que hacían de aquel lugar una zona azul se repetían en otros lugares.

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    Imagen de la portada de «El Secreto de las Zonas Azules» por Dan Buettner.

    Así, respaldado por National Geographic y la Sociedad de Gerontología de Norteamérica, Buettner encontró otras cuatro zonas: La isla de Okinawa en Japón, la Península de Nicoya en Costa Rica, la Isla de Icaria en Grecia y Loma Linda en California. Aquel descubrimiento fue la portada del número de National Geographic de noviembre de 2005: Los secretos para vivir más. Sin embargo, una isla en el Mediterráneo parece poco emparentada a primera vista con el Caribe u Oriente.

    Aunque los estudios sobre Ourense aún son escasos y todavía no tiene la denominación de Zona Azul, se encuentra en el punto de mira de los científicos que buscan averiguar cómo llegar al final de nuestro camino de manera tan saludable. Según las semejanzas encontradas en las investigaciones de Buettner, estas zonas  tienen muchos puntos en común con la vida rural de la ciudad gallega. ¿Cuál es el denominador común de todos estos lugares?

    (Relacionado: Esperanza de vida saludable, un paso más allá de la esperanza de vida)

    Ourense, un paraíso para la salud

    En sus investigaciones, Buettner descubrió que la dieta no es la única clave de la longevidad: también lo son las relaciones sociales, la calidad del sueño, mantenerse activo de manera constante e incluso el sexo. Si nos desplazamos hacia nuestra localidad gallega más longeva, los patrones son los mismos que en las llamadas Zonas Azules. Tal y como explicaba el periodista en una entrevista sobre los secretos para vivir cien años, en todos aquellos lugares más longevos, las tendencias generales son las mismas: destaca la tranquilidad, la vida activa y la armonía con el entorno.

    “Se trata de poblaciones rurales, relativamente pobres, donde no existe obesidad”, afirma Reher. “También suelen ser individuos que viven vidas sencillas, con menos estrés que la mayoría”. A menudo estrechamente relacionadas con el medio rural, estas poblaciones tienen a lo largo de toda su vida una utilidad. Su papel en la sociedad es útil hasta el final, no como en las ciudades, donde los ancianos pasan a tener un papel únicamente afectivo, pero no productivo, según explica Miguel Ángel Vázquez, presidente de la Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría en el Faro de Vigo.  

    Vivir más y envejecer mejor: ¿una cuestión de genética?

    Al contrario de lo que se pueda pensar en un principio, no se trata solo de una cuestión de genética privilegiada, sino que algunos hábitos pueden mejorar las probabilidades de vivir más años o potenciar esa ventaja natural. Más allá de lograr vivir más o menos años, para los investigadores destaca especialmente la relación de estos lugares entre sus largas vidas y la salud de su senectud. En aquellas zonas donde destacan los centenarios también llaman la atención sus bajas tasas de enfermedades como arterioesclerosis, cáncer, Alzheimer, etc.

    La genética es una pieza clave, pero los expertos afirman que el secreto para llegar a los 100 años se encuentra sin duda en los hábitos de vida. Prueba de ello fue una población de la isla nipona que en 1930 emigró a Brasil y redujo considerablemente su longevidad, según un estudio de la Universidad de Salamanca.  

    “No obstante, hay que tener cuidado a la hora de establecer una clara 'causalidad' a partir de un grupo tan reducido de la población”, alerta Reher. “En la última década se han localizado las zonas donde hay muchos centenarios, pero sabemos relativamente poco acerca de las causas”.

    Hasta el momento, los expertos inclinan la balanza de las causas en estos grupos concretos hacia una alimentación muy sana, basada en productos de la tierra donde abundan las frutas y las verduras, pocas calorías y muchos nutrientes.

    (Relacionado: La vida social y el pensamiento positivo te hará vivir más años)

    Una vida activa, fuertes lazos y un ikigai

    “Mi nombre es Manuel Tato Vilas, nací en Loureiro de Figueroa, provincia de Pontevedra”, explica este centenario a National Geographic como parte del documental Ciencia de la vida: Longevidad. “Tengo 101 años. Hice de todo, fui cantero, carpintero, estuve en la guerra, ¡hasta fui peluquero! Me gusta salir, hay que salir a que te dé el aire y caminar. ¡Caminar es muy bueno!”

    Dedicar tiempo a las actividades sociales con la familia y a los amigos y llevar una alimentación ligada a los productos de la tierra con un consumo diario de verduras y frutas parece perfilarse como el pilar de la eterna juventud. Además, los centenarios tienen otro punto en común: viven en comunidades pequeñas donde son muy activos, pero sin estrés. Diversos estudios reflejan que es la falta de actividad lo que nos hace más frágiles. Realizan actividad física diaria, constante pero moderada, y su vida tiene un propósito, el llamado ikigai.

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      Chimpancé

      A diferencia de los chimpancés en cautividad, aquellos animales observados en refugios o en estado silvestre parecen envejecer de formas más saludables porque se mantienen activos durante toda su vida.

      Fotografía de Ronan Donovan

      La estructura social que representan las familias y comunidades, que constituyen una fuerte red muy cercana en los pueblos, tiene un peso muy importante dentro no solo de vivir más, sino de envejecer mejor. Los expertos apuntan a que las generaciones de los hijos y los nietos de estos ancianos, que en su mayoría se fueron a las ciudades en busca de un futuro lejos del campo, disminuirán notablemente su salud en sus últimos años de vida respecto a sus abuelos.

      La ciencia, rumbo a una humanidad centenaria

      El INE censa en más de 16.300 los centenarios que viven en nuestro país, donde los hiperlongevos se han multiplicado por 20 en las últimas cinco décadas. Esto convierte a la pequeña región de Ourense en un nicho perfecto para el estudio sobre las causas de la longevidad y la buena salud que acompaña al envejecimiento de nuestra población en las zonas rurales. Dentro del cóctel de factores que acompañan esta buena salud en los nonagenarios y centenarios, en la comunidad orensana destaca la ausencia de estrés. Sin industria, ni contaminación, los vecinos de Ourense viven tranquilos gracias al campo y al ganado.

      El estilo de vida moderno que a menudo nos exigen las ciudades choca frontalmente con muchos de los puntos analizados como claves para la longevidad. Al preguntar al divulgador científico Manuel Toharia sobre la posibilidad de compatibilizarlo, responde que es posible, “pero hay que empeñarse mucho, porque las trampas nos rodean por doquier: un trabajo estresante, preocupaciones de todo tipo, comida rápida y de mala calidad, a veces en exceso, ocupaciones sedentarias que pretendemos compensar castigando al cuerpo durante el fin de semana, etc.”

      La clave, para este experto, está en la actitud. “Sacar una hora al día para andar deprisa o hacer algo de ejercicio físico, adecuado a la edad de cada uno, siempre es posible; pero la pereza del sillón, la tentación de la tele y sus mil y un canales distintos, la comida basura pero muy gustosa… Son tentaciones a menudo inevitables que quizá debiéramos combatir”.

      Aunque la ciencia avanza de forma vertiginosa hacia los métodos para revertir el envejecimiento, el debate científico está sobre la mesa. “Los sistemas biológicos tienen fecha de caducidad, me temo, y aunque se pueda rejuvenecer un órgano, hay que tener en cuenta el organismo en su conjunto, su fisiología, la interrelación de un sistema con otro”, explica Lerma. “Existen células inmortales, que se han inmortalizado manteniéndose vivas durante más décadas que la vida de una persona, pero están aisladas, no integradas en un órgano”.

      No sabemos cómo van a ser las sociedades del futuro pero, tanto en Ourense como en el mundo entero, perfilan uno de los mayores retos demográficos a los que se enfrenta la humanidad. “Cuanto más se retrase la pérdida de salud, más centenarios habrá, sin duda alguna. Se trata de un proceso de cambio ya en marcha desde hace muchas décadas y no sabemos si, o cuándo, terminará, si es que termina”, concluye Reher.

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