Este tsunami de hace 3600 años fue una de las mayores catástrofes de la humanidad
La isla volcánica de Thera (la actual Santorini) en el Mar Egeo representada durante una erupción del siglo XIX. Los arqueólogos que trabajan a más de 160 kilómetros de distancia han encontrado nuevas pruebas de la erupción de Thera en la Edad de Bronce y el posterior tsunami, que pudo haber matado a decenas de miles de personas.
Una extraordinaria "cápsula del tiempo" de una de las mayores catástrofes volcánicas de la historia de la humanidad podría proporcionar nuevas y convincentes pruebas del cataclismo y quizás incluso los primeros restos físicos de una de las decenas de miles de personas que probablemente perecieron con el desastre. Mientras tanto, las primeras evidencias de un tsunami medieval en la región aporta datos poco habituales que podrían ayudarnos a entender mejor la verdad sobre la fuerza destructuva de los futuros tsunamis a los que nos tengamos que enfrentar.
Beverly Goodman-Tchernov, miembro del equipo de investigación y exploradora de National Geographic, inspecciona una capa de ceniza en el yacimiento de la Edad de Bronce de Çeşme-Bağlararası, Turquía, en 2015.
En un artículo publicado a finales de 2021 en Proceedings of the National Academy of Sciences, un equipo internacional de investigadores presenta pruebas de un tsunami destructivo que siguió a la erupción de Thera (la actual Santorini; Grecia), una isla volcánica del mar Egeo, hace unos 3600 años.
Se estima que la erupción "supercolosal" de Thera, clasificada como 7 en una escala de 8 en el índice de explosividad volcánica, fue una de las más destructivas de la historia de la humanidad, hasta el punto de que algunos investigadores la comparan con la detonación de millones de bombas atómicas como la que Estados Unidos arrojó sobre Hiroshima. Muchos estudiosos creen que la traumática memoria colectiva del acontecimiento (que tuvo lugar en la Edad de Bronce, en torno al año 1600 a.C.), pudo verse en la alegoría de Platón sobre la ciudad hundida de la Atlántida, compuesta más de 1000 años después. El impacto del acontecimiento también puede haberse visto reflejado en las 10 Plagas bíblicas. Akrotiri, una ciudad minoica sepultada por las cenizas de Thera, es una popular atracción turística que a menudo se compara con Pompeya.
Un fresco del palacio minoico de Cnosos, en Creta. Los minoicos eran una poderosa cultura marítima en el Mediterráneo de la Edad de Bronce, y la erupción de Thera interrumpió sus rutas comerciales e infraestructuras.
Aunque no existen relatos de primera mano sobre la erupción y el posterior tsunami, los investigadores modernos han tratado de definir su alcance, así como el impacto que tuvo en la vida en el Mediterráneo de la época, sobre todo para los minoicos, una rica potencia marítima de la Antigua Grecia originaria de la cercana isla de Creta que entró en decadencia alrededor de la misma época, en el siglo XV a.C.
(Relacionado: Mito y realidad sobre la guerra de Troya)
Desenterrar un tsunami
El artículo describe las investigaciones realizadas en el yacimiento arqueológico de Çesme-Bağlararası, situado en la popular localidad turística de Çesme, en la costa del Egeo turco, y a más de 160 kilómetros al noreste de Santorini. Las investigaciones en Çesme-Bağlararası, situada en un barrio residencial a sólo dos manzanas de la costa moderna, comenzaron en 2002, después de que se encontrara cerámica antigua durante la construcción de un edificio de apartamentos.
Desde 2009, el arqueólogo Vasıf Şahoğlu, de la Universidad de Ankara (Turquía), ha dirigido las excavaciones en lo que parecía ser un próspero asentamiento costero ocupado de forma casi continua desde mediados del tercer milenio hasta el siglo XIII a. C. Pero, a diferencia de los edificios y carreteras bien conservados descubiertos anteriormente en el yacimiento, Şahoğlu se centró en una zona en la que rápidamente excavó en el caos: muros de fortificación derrumbados, capas de ceniza y amasijos de cerámica, huesos y conchas marinas. Se puso en contacto con colegas de diversas especialidades que podían ayudar a dar sentido al desorden, entre ellos Beverly Goodman-Tchernov, profesora de geociencias marinas de la Universidad de Haifa de Israel y Exploradora de National Geographic que se dedica especialmente a identificar tsunamis en los registros arqueológicos y geológicos.
Las señales de los tsunamis del pasado pueden ser difíciles de identificar: pruebas como los edificios derrumbados y los incendios pueden ser también el resultado de terremotos, inundaciones o tormentas. Incluso así, estas pruebas pueden desaparecer rápidamente con el tiempo, especialmente en entornos más áridos como la costa del Egeo. Mientras que los impactos de la erupción de Thera pueden verse a lo lejos, en las capas de hielo de Groenlandia y en los pinos erizados de California, hasta ahora sólo se han identificado seis lugares físicos con evidencias del tsunami impulsado por Thera que atronó el Egeo, y ninguno con la complejidad que aporta Çesme-Bağlararası.
"Los tsunamis son eventos predominantemente erosivos... no eventos deposicionales, ¡de ahí la emoción cuando los encontramos!", escribe Floyd McCoy, profesor de Geología y Oceanografía de en el Windward College de la Universidad de Hawai (Estados Unidos), en un correo electrónico. McCoy, un explorador de National Geographic que ha estudiado la erupción y el tsunami de Thera, pero que no participó en el nuevo proyecto, califica la investigación como "una verdadera contribución no sólo a la investigación de los depósitos de tsunamis, sino a su significado e interpretación, especialmente en relación con la erupción [de la Edad de Bronce] de Thera".
Ahora los investigadores están creando "listas de comprobación" cada vez más sofisticadas para buscar eventos históricos de tsunamis, que también incluyen firmas físicas y químicas para la vida marina traída a tierra con las olas de inundación, y el patrón particular de los depósitos de sedimentos y rocas. En Çeşme-Bağlararası, por ejemplo, se encontraron esteras de mariscos arrastrados desde el océano encajadas contra las paredes derrumbadas de los edificios.
"Es raro que me sienta realmente segura en la interpretación de los tsunamis, especialmente en un entorno árido, porque no suele haber mucho material con el que trabajar", dice Jessica Pilarczyk, profesora adjunta de Ciencias de la Tierra y titular de la cátedra de investigación de Canadá sobre Riesgos Naturales de la Universidad Simon Fraser, que no participó en la investigación de Çesme-Bağlararası. "Pero parece que en este caso, hay algunas pruebas realmente grandes que fueron capaces de capturar y procesar".
Jan Driessen, arqueólogo de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y director del grupo de investigación Talos, que explora el impacto de la erupción de Santorini, escribe en un correo electrónico que los hallazgos pueden servir como caso de estudio para que los arqueólogos y otros científicos comprendan mejor la devastación que debieron sufrir muchos yacimientos del Egeo situados más cerca del volcán (Driessen no es autor del estudio actual).
¿Un desastre sin víctimas?
Uno de los aspectos más desconcertantes de la erupción de Thera es la falta de víctimas: se calcula que más de 35 000 personas murieron en el tsunami provocado por la erupción del Krakatoa, y se han propuesto cifras similares para la del Egeo en la Edad de Bronce.
Sin embargo, hasta ahora sólo se había identificado a un individuo como posible víctima de Thera: un hombre encontrado enterrado bajo los escombros en el archipiélago de Santorini durante las investigaciones realizadas a finales del siglo XIX (los investigadores del último trabajo dicen que sospechan que pudo ser una víctima del terremoto y están haciendo un seguimiento del informe original, para ver qué se puede confirmar sobre la fecha y las circunstancias de la muerte del hombre, y si los restos están todavía disponibles para su estudio).
Las teorías sobre la falta de víctimas varían: erupciones más pequeñas y anteriores hicieron que la gente huyera de la zona antes de que se produjera la erupción cataclísmica; las víctimas fueron incineradas por los gases sobrecalentados, o perecieron principalmente en el mar, o fueron enterradas en fosas comunes que aún no han sido identificadas.
"¿Cómo es posible que una de las peores catástrofes naturales de la historia no tenga víctimas?" se pregunta Şahoğlu.
Goodman-Tchernov sospecha que, al igual que los investigadores pueden haber sido incapaces de reconocer los depósitos de los tsunamis en el pasado, es posible que también hayan descubierto ya víctimas del desastre de Thera pero no hayan logrado establecer la conexión. "Es muy posible que ya se hayan descubierto [otras] víctimas pero que no hayan sido necesariamente identificadas por estar asociadas a efectos secundarios o terciarios en la periferia de la erupción".
En Çesme-Bağlararası, sin embargo, los investigadores afirman haber encontrado la primera víctima del suceso: los restos óseos de un hombre joven y sano con signos de traumatismo por objeto contundente, encontrados boca abajo entre los escombros del depósito del tsunami. Los restos de un perro estaban cerca, en una puerta derrumbada. Aunque la datación directa de los esqueletos humanos y caninos está prevista para los próximos meses, los investigadores confían en que coincidan con las fechas de radiocarbono ya obtenidas del material muestreado cerca de las víctimas de dos y cuatro patas.
(Relacionado: El tsunami «olvidado» de hace 600 años que cambió la historia)
Olas de terror
Los investigadores determinaron que cuatro olas de aterrizaje de tsunamis golpearon Çesme-Bağlararası en el transcurso de unos pocos días o semanas. Esto resulta especialmente fascinante para McCoy, que señala que la erupción de Thera tuvo cuatro fases; los investigadores se han preguntado durante mucho tiempo qué fase de la erupción desencadenó lo que creían que era un único evento de tsunami.
Mientras las aguas se retiraban entre las descargas del tsunami, parece que los residentes supervivientes aprovecharon para cavar en el caos en busca de víctimas y de materiales de construcción. Uno de estos pozos se encontró directamente encima del cuerpo del joven; sin embargo, quien lo cavó se detuvo unos metros antes de recuperarlo.
Estas pruebas de intento de recuperación de las víctimas del tsunami sugieren la preocupación por un entierro adecuado tras la catástrofe, posiblemente en fosas comunes para reducir las enfermedades tras la misma.
Localización del acontecimiento
Tradicionalmente, la erupción de Thera se ha asignado a un periodo de tiempo conocido como Minoico tardío IA, que se asocia con la XVIII dinastía de Egipto en el siglo XVI a.C. Pero las fechas de radiocarbono de la madera encontrada en las capas de ceniza de Akrotiri datan de mediados del siglo XVII a.C., una discrepancia de hasta más de un siglo. Esto causa problemas a los investigadores que intentan correlacionar las cronologías relativas de las diferentes culturas que vivían en el Mediterráneo en esa época y cómo interactuaban antes y después del desastre.
Según los investigadores, la erupción no pudo producirse antes de la fecha más temprana que obtuvieron del interior del depósito de Çesme-Bağlararası: un grano de cebada encontrado cerca de los restos del joven, fechado por radiocarbono en el año 1612 a.C. Todavía se están analizando las fechas de radiocarbono de otros restos.
Evidencias poco comunes
En la revista Geoscience, se han publicado nuevas evidencias de un tsunami más moderno que golpeó el Mediterráneo oriental, unos 2300 años después del desastre de Tera. Goodman-Tchernov y su colega C.J. Everhardt de la Universidad de Haifa (Israel) han descrito como, en el 749 a.C., un terremoto en la falla terrestre de el mar Muerto detonó una serie de olas destrutivas que afectaron el puerto de Caesarea Marítima, en la costa de lo que hoy es Israel.
Las evidencias proceden de un almacén del puerto que fue destruido en el episodio sísmico; la exclusiva y caótica firma del tsunami se preservó gracias a las actividad constructiva posterior.
Se han encontrado restos de tsunamis en menos de una docena de yacimientos arqueológicos costeros, por lo que este estudio es único, asegura Goodman-Tchernov. "Realmente solo tenemos registros útiles de tsunamis desde hace un siglo y puede que unos 20-30 años de datos por satélite depurados, por lo que, en muchos sentidos, realmente no tenemos ni idea de los que pasa durante un tsunami".
La geóloga añade que la pérdida constante de los litorales naturales junto con el aumento de los asentamientos costeros humanos solo nos hace cada vez más vulnerables.
"Hace 100 años, un tsunami era mucho menos peligroso de lo que lo es hoy".
Este artículo se ha actualizado con le nueva investigación sobre Caesarea Maritima.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.