Durante la Ley Seca de Estados Unidos muchos se dieron al helado
Durante los años de prohibición del consumo de alcohol, los estadounidenses cambiaron el whisky por el helado. Mucho, mucho helado.
Un grupo de hombres y mujeres comen helado juntos en la década de 1930. En aquella época, el helado era una obsesión nacional en Estados Unidos debido a la prohibición del alcohol, que obligó a los estadounidenses a socializar en fuentes de soda en lugar de bares.
¿Cuál crees que fue la bebida favorita de los estadounidenses durante la Ley Seca, los años en los que Estados Unidos prohibió el consumo de alcohol? Tal vez la ginebra de bañera o la cerveza casera. Pero te equivocarías.
"La Ley Seca convirtió el helado de chocolate en la bebida nacional", declaró un fabricante de helados de Wichita, Kansas, en 1922. Recordando décadas de producción de helados, declaró a The Wichita Beacon que la prohibición nacional del consumo y producción de las bebidas alcohólicas supuso una explosión para su negocio, convirtiendo el helado de un capricho puntual a un hábito decidido entre los clientes.
No estaba solo. Mientras los agentes de la Prohibición destruían barriles de alcohol y en las sombras medraban los contrabandistas, Estados Unidos se volcó en otra sustancia adictiva: el helado. He aquí la historia de cómo el idilio de Estados Unidos con el helado pasó de ser un coqueteo a una obsesión en toda regla.
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Las heladerías y los puestos como éste se hicieron omnipresentes en la década de 1920, cuando la prohibición del alcohol creó una nueva demanda de este dulce frío.
Los estadounidenses también recurrieron al helado para socializar durante la Ley Seca, como estas jóvenes comiendo helado en bicicleta.
¿El "heredero legal del alcohol"?
Cuando en 1920 llegó la Ley Seca, el helado ya existía desde hacía siglos. Aunque se desconocen sus orígenes, la primera heladería de Estados Unidos coincidió aproximadamente con el nacimiento de la propia nación, en 1776.
En una época sin refrigeración fiable, al principio el helado era cosa de gente pudiente. Pero los avances en refrigeración permitieron la creación de la primera fábrica comercial de helados en 1851 y de heladerías cada vez más lujosas en los centros urbanos. En la Primera Guerra Mundial, el helado estaba más disponible que nunca, gracias a la electrificación, la producción masiva de alimentos y el crecimiento de las ciudades.
Pero nadie pudo predecir el auge del interés por el helado que trajo consigo la Ley Seca. Aunque varios estados ya habían prohibido el alcohol, la aprobación de la 18ª Enmienda en 1919 convirtió a toda la nación en abstemia. La Prohibición, como pasó a conocerse, fue el resultado de décadas de campaña por parte de los reformistas que insistían en que la bebida conducía a la delincuencia, la violencia doméstica y otros males de la sociedad y convirtió en delito la fabricación, venta o transporte de "licores embriagantes", y desató la especulación sobre a qué sustancia adictiva recurrirían los consumidores estadounidenses en su lugar.
"Parece existir la impresión generalizada de que la industria del caramelo es la heredera legal del licor", escribió un observador en Los Angeles Times en 1927. Pero aunque las ventas de dulces crecieron durante la Ley Seca, fue el helado el que se convirtió en una auténtica moda nacional.
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La fiebre del helado en Estados Unidos
En 1922, el secretario de la Asociación Nacional de Suministradores de Helados declaró a un periodista: "Es la fiesta del helado en Estados Unidos". Sólo ese año, los estadounidenses consumieron la friolera de 1230 millones de litros de helado. La gente acudía en masa a los mostradores de las farmacias locales para comprar refrescos helados, se llevaban a casa cartones de este dulce lácteo para guardarlo en sus nuevos frigoríficos eléctricos, y llevaban helado de picnic y a fiestas.
La demanda de helado era tan alta que las cervecerías con gran capacidad de refrigeración empezaron a producir helado en lugar de cerveza. Anheuser-Busch vendía helados con el eslogan "coma un plato de helado cada día". Yuengling producía helados preenvasados con asa, un diseño que ahorraba a los vendedores de helados el penoso trabajo de sacar grandes cantidades de helado de recipientes parecidos a barriles y meterlas en recipientes más pequeños. En 1928, la cervecera ya producía casi dos millones de litros al año.
Sí, se trata de una heladería con forma de cucurucho. Fotografiada en 1928, formaba parte de una pequeña cadena de heladerías de California.
En otro lugar del sur de California, este puesto de helados fotografiado en 1927 tenía la forma de una enorme lata de leche.
Otras cervecerías se dedicaron a fabricar malta (un subproducto de la fermentación del grano y un ingrediente vital para las heladerías). El negocio fue tan bien que en 1919 el Saturday Evening Post proclamó: "Cuando el maestro cervecero pasa de la cerveza al helado, encuentra un campo en el que puede distinguirse".
Irónicamente, los mismos reformadores morales que habían pedido el fin del alcohol en Estados Unidos también habían hecho campaña contra las heladerías a finales del siglo XIX y principios del XX, advirtiendo que la "trata de blancas", el acoso sexual y la prostitución podían ser el resultado de una visita a un lujoso palacio del helado. Pero cuando se promulgó la Ley Seca, los reformistas se habían dedicado a otras causas, dejando que las heladerías florecieran.
Y florecieron, se hicieron más grandes, más comunes, e incluso desarrollaron su propia jerga de soda, refiriéndose al agua con gas como "agua de eructo" y al extracto de leche malteada como "lúpulo". Para estos sabihondos heladeros, una leche malteada de chocolate con huevos era un "gíralo, ahógalo y hazlo cacarear", y una mujer atractiva esperando un helado era un "ochenta y siete y medio".
Esta mujer muestra su peculiar forma de beber un refresco helado en Los Ángeles, California, en 1927. A medida que las heladerías florecían en esta época, también lo hacía la jerga de los refrescos, como belch water (agua con gas, o agua de eructos) y hops.
Bares de helado y barcazas heladeras
El auge propició la innovación en el sector del helado, desde la invención de la barra de helado en 1920 hasta la creación del camión de helados, popularizado por primera vez por la empresa Good Humor a finales de los años 20. El auge de la fabricación de helados fue tan intenso que dio lugar a nuevas leyes, como la de Pensilvania de 1923, que prohibía el etiquetado falso de los helados, los aromas y recubrimientos de caramelos que contuvieran "sustancias nocivas para la salud" y servir helados que se hubieran almacenado junto a carne.
La Gran Depresión, que comenzó en 1929 y duró hasta 1939, frenó ligeramente la producción de helados. También dio lugar a un nuevo sabor, Rocky Road, cuya controvertida historia supuestamente incluye un nombre inspirado en los ajetreados (rocky en inglés) tiempos económicos.
Finalmente, el país abandonó su intento de frenar el consumo de alcohol y la Prohibición se derogó definitivamente en 1933. La historiadora Anne Cooper Funderburg escribe que, a pesar de los temores de que el fin de la Ley Seca acabara con el comercio de helados, en realidad el consumo aumentó tras la derogación. Los estadounidenses habían aprendido a amar el helado, y la proliferación de cadenas de heladerías de carretera, vendedores ambulantes, heladerías y envases de cartón para consumo doméstico significaba que era más fácil que nunca conseguir una dosis de dulce.
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Pero quizá el mayor testimonio de la influencia de la Ley Seca en la popularidad del helado se encuentre en la Marina estadounidense, que aprendió a amar el helado cuando se prohibió el alcohol en los barcos en 1914. En 1945, la Marina estadounidense creó una barcaza de helados de un millón de dólares diseñada para abastecer con el cremoso producto a una flota de pequeños buques heladeros en el campo de batalla del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial. La distribución de helados se consideró un asunto de "máxima prioridad" durante la guerra, prueba de que el dulce y frío brebaje se había convertido en algo tan americano como la tarta de manzana.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.