Descubriendo con drones nuevos detalles de la Batalla de las Ardenas
Las nuevas técnicas que utilizan la tecnología lídar de los drones permiten a los arqueólogos estudiar los vastos campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial con más detalle que nunca, incluida la última gran ofensiva de Hitler.
Miembros de una división aerotransportada estadounidense avanzan por el bosque de las Ardenas durante la Batalla de las Ardenas, el 20 de enero de 1945. Nuevos escaneos con drones de partes del inmenso campo de batalla han revelado características antes ocultas.
La batalla de las Ardenas de la Segunda Guerra Mundial, librada en el bosque belga de las Ardenas en pleno invierno de 1944 y 1945, es una de las mayores batallas de la historia.
Al final de la misma, habían participado más de 700 000 soldados estadounidenses, entre más de un millón de tropas aliadas; y más de 80 000 estadounidenses murieron, desaparecieron o resultaron heridos en las seis semanas de batalla que se libraron bajo la nieve y un frío glacial. En el bando alemán participaron más de medio millón de soldados, y las pérdidas fueron aún peores, con hasta 120 000 bajas estimadas.
Los historiadores estadounidenses la conocen como la batalla del Bulge (o el bulto, llamada así por la distorsión del frente militar de los Aliados causada por el ataque sorpresa) y fue la ofensiva final de Alemania en la guerra, un último esfuerzo desesperado del líder nazi Adolf Hitler para detener el avance aliado en Europa occidental y evitar la derrota que llegaría unos meses más tarde.
Aunque el escenario de la batalla ha sido ampliamente estudiado por los historiadores militares, el terreno accidentado del campo de batalla, la densa cubierta arbórea y la vasta extensión que se extiende entre Bélgica, Luxemburgo y Alemania hacen que se haya hecho poca arqueología en él.
Un nuevo estudio, sin embargo, ha escaneado parte del campo de batalla con drones para descubrir más de 1000 elementos paisajísticos ocultos creados durante los combates de hace casi 80 años. Entre ellos se encuentran refugios, cráteres de bombas, emplazamientos de artillería, pozos de infantería, conocidos en inglés como fox holes, y trincheras, que revelan nueva información sobre los acontecimientos y movimientos de la batalla.
Cuando los últimos veteranos de la Batalla de las Ardenas fallezcan, "sólo quedará el paisaje como testigo", afirma el arqueólogo del conflicto Birger Stichelbaut, de la Universidad belga de Gante, autor principal del nuevo estudio publicado en Antiquity.
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Láseres sobre drones
Stichelbaut y sus colaboradores inspeccionaron partes del campo de batalla con un dron aéreo equipado con un lídar de alta resolución, que son las siglas de Laser Detection and Ranging (detección y localización por láser). Esta tecnología, similar al radar pero que utiliza pulsos de luz láser en lugar de ondas de radio, permitió a los investigadores explorar con detalle cientos de yacimientos arqueológicos. Muchos de ellos apenas aparecían en los mapas lídar públicos de baja resolución de la región meridional belga de Valonia, que abarca la mayor parte de las Ardenas.
Chatarra de guerra abandonada, encontrada cerca de un emplazamiento americano de cañones de 155 mm. Hay una espoleta de artillería (a la izquierda), una espoleta de transporte (abajo a la derecha) y otros restos metálicos indefinidos.
La familia de Stichelbaut también fue de excursión a varios de los yacimientos el verano pasado. "Lo hice en un día festivo", dice. "Mis hijos son ahora expertos en buscar refugios de soldados estadounidenses".
Los investigadores utilizaron los datos de las prospecciones con drones para extrapolar lo que habían aprendido a pie a una sección mucho mayor del campo de batalla de las Ardenas dentro de Bélgica, al este de la ciudad belga de Sankt Vith y alrededor de la ciudad de Schoenberg (a apenas 2 kilómetros de la frontera con alemania), un área de aproximadamente 130 kilómetros cuadrados.
Identificaron restos arqueológicos en el paisaje, incluso en zonas que no habían visitado, y descubrieron más de 1000 cráteres de bombas, trincheras, refugios y emplazamientos de artillería ocultos en el bosque.
Stichelbaut explica que los conflictos de la Segunda Guerra Mundial abarcaban zonas enormes porque ambos bandos utilizaban tanques y trasladaban la artillería y la infantería con camiones. La Batalla de las Ardenas, por ejemplo, abarcó más de 1300 kilómetros cuadrados. En cambio, las batallas de la Primera Guerra Mundial fueron más estáticas, con las líneas del frente luchando en trincheras a veces separadas por menos de 30 metros.
El uso del lidar de alta resolución del dron en lugares pequeños permitió a los investigadores interpretar lo que veían en los mapas más grandes y de baja resolución que ya estaban disponibles, afirma Stichelbaut. Esto les permitió estudiar gran parte del campo de batalla sin necesidad de realizar búsquedas a pie.
Sin embargo, los lugares que el equipo visitó a pie les sirvieron para interpretar los mapas y les proporcionaron una forma única de estudiar este enfrentamiento histórico entre los Aliados y la Alemania nazi.
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Vestigios de la batalla
El equipo también encontró artefactos de la gran batalla, como espoletas para proyectiles de artillería, restos de granadas, placas metálicas para alimentos y fragmentos de una bolsa para el propulsor de un cañón estadounidense de 155 mm.
Zanjas excavadas durante la Batalla de las Ardenas descubiertas gracias a los mapas lidar de la zona.
Sus investigaciones sugieren que los soldados alemanes volvieron a ocupar posiciones estadounidenses tras una primera fase de los combates cerca de Schoenberg, donde 7000 soldados estadounidenses quedaron aislados y se vieron obligados a rendirse.
"Lo que encontramos en esa zona fueron emplazamientos de cañones estadounidenses orientados hacia el este para disparar contra las posiciones alemanas", explica Stichelbaut. "Pero también encontramos restos de granadas de mano de acero alemanas, así que o bien los alemanes reutilizaban las posiciones para refugiarse, o bien hubo combates en esa zona".
Espera que los resultados del estudio puedan utilizarse para informar a los visitantes sobre la batalla clave. La región está salpicada de museos de pequeñas ciudades que relatan la historia local de la batalla de las Ardenas, pero los bosques donde tuvieron lugar gran parte de los combates no están señalizados. Hay muchas rutas de senderismo que podrían contar con señales sobre los acontecimientos que allí tuvieron lugar, afirma Stichelbaut.
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La revolución del lídar
El último estudio también avanza en el uso del lídar, que ha revolucionado la arqueología en los últimos años. Los investigadores esperan que estas nuevas técnicas puedan utilizarse para investigar otros campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, lo que podría conducir a su protección legal como lugares históricos.
Dries Couke, investigador de la Universidad de Gante y coautor del nuevo estudio, afirma que se trata del primer uso arqueológico de una innovación denominada SLAM, siglas de Simultaneous Localization and Mapping (localización y cartografía simultáneas). Significa que el lídar del dron se utilizó tanto para determinar la ubicación geográfica como para cartografiar la zona circundante.
"Normalmente, primero hay que localizar y luego cartografiar", explica. "Pero ahora ocurre todo a la vez, y esto es mucho más rápido".
Se trata de "un estudio excelente", afirma el arqueólogo Takeshi Inomata, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), que no participó en la investigación. "Demuestra que la combinación de un lídar de alta resolución de una zona selecta con un lídar de menor resolución de un área más amplia es eficaz".
Inomata investiga la civilización maya temprana, y en 2020 utilizó el lídar para revelar el complejo Aguada Fénix en las selvas del sur de México.
Preservar el pasado
Para el historiador militar John McManus, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Misuri (Estados Unidos), que tampoco participó en la investigación, el nuevo estudio explica características del campo de batalla que muchos libros de historia silencian.
"He estado en todos estos lugares... He visto las viejas trincheras y los fosos, y a menudo me he preguntado por ellos", afirma. "Hay mucho más allí de lo que podemos ver".
McManus es el autor de Álamo en las Ardenas, que relata la defensa de los soldados estadounidenses durante el sitio de Bastogne, una parte clave de la Batalla de las Ardenas. El asedio culminó cuanso general Anthony McAuliffe respondió a una exigencia alemana de rendición con su célebre: "NUTS!" [expresión coloquial estadounidense que puede significar "de locos" o, como es el caso, "iros al infierno"].
Semanas de fuertes nevadas y lluvias hicieron que la Batalla de las Ardenas fuera lo peor posible para ambos bandos. Pero los soldados aliados soportaron el intenso frío y resistieron los cada vez más desesperados asaltos alemanes hasta que el tiempo empezó a despejarse el día de Navidad de 1944.
Eso permitió a los aviones de guerra aliados volver a volar y empezar a bombardear las líneas alemanas, un factor decisivo contra el que Hitler había apostado, y perdió.
Los renovados ataques aéreos obligaron a los alemanes a retirarse y, aunque la ofensiva de las Ardenas retrasó la invasión de Alemania, los Aliados cruzaron el río Rin en marzo de 1945 y comenzaron a avanzar hacia Berlín.
Stichelbaut señala que la arqueología lídar puede recabar información sobre estos campos de batalla clave de la Segunda Guerra Mundial antes de que la naturaleza los reclame, y tal vez ayudar a conmemorarlos para el futuro. Dentro de poco, las personas que presenciaron estos acontecimientos habrán desaparecido.
"Ya no podremos hablar con los veteranos", afirma Stichelbaut. "Pero se puede tener contacto directo con las batallas visitando estos lugares".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.