Esta legendaria gema es real, pero ¿estaba maldita?
Conocida como la Amatista Maldita, esta joya inspiró el argumento de 'La luz que no puedes ver', de Anthony Doerr. ¿De qué se trata, y por qué siempre imbuimos a las gemas de significados tan oscuros?
¿Está realmente maldita esta amatista? Eso fue lo que afirmó su antiguo propietario, Edward Heron-Allen, aunque los escépticos dicen que es más probable que el escritor de principios del siglo XX intentara llamar la atención sobre su relato El zafiro púrpura.
En la novela superventas de Anthony Doerr La luz que no puedes ver, el caos de la Segunda Guerra Mundial se refleja en los ojos de la heroína ciega del libro, representada por una piedra preciosa brillante y supuestamente maldita en el centro de la historia. La joya del Mar de las Llamas, un punto argumental crucial en la novela y en la serie de Netflix basada en el libro (disponible desde el 2 de noviembre en España), es totalmente ficticia. Pero el autor la basó en una gema de la vida real, conocida como el Zafiro de Delhi o simplemente "la amatista maldita".
¿Estaba realmente maldito el zafiro? Al parecer, su propietario, Edward Heron-Allen, así lo creía. En una carta en la que confiaba la gema real al Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido), el polímata y escritor calificaba la piedra de "triplemente maldita y manchada de sangre" y aconsejaba a sus futuros propietarios que la arrojaran al mar.
No lo hicieron y, a día de hoy, la joya conserva una espeluznante reputación como piedra con el poder de maldecir a cualquiera que la toque. Pero, ¿es real esta "maldición" o simplemente revela el sentimiento de culpabilidad de una sociedad por su pasado colonial?
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Una amatista maldita
La joya y la carta de Heron-Allen de 1904 se conservan en el Museo de Historia Natural. En la nota, el autor afirmaba que la amatista fue saqueada del Templo del Dios Indra en Cawnpore (India) durante un motín del siglo XIX en el que los indios se rebelaron contra los colonos británicos. Durante la violencia, según Heron-Allen, W. Ferris, un oficial de caballería de Bengala, se hizo con la joya y la llevó a Inglaterra, para luego sufrir continuas desgracias que afectaron a su familia y amigos, provocando suicidios, mala salud y otras tragedias.
Con el tiempo, escribió Heron-Allen, la joya llegó a sus manos, al igual que la maldición. Heron-Allen escribió que intentó regalarla e incluso "neutralizarla" colocándola en una joya junto a otros objetos antiguos, como dos antiguos escarabajos egipcios y un anillo que, según él, pertenecía a un famoso astrólogo inglés. Pero por más que intentaba deshacerse de ella, la piedra volvía a manos de Heron-Allen y le causaba aún más desgracias. Frustrado, la arrojó a un canal londinense, pero se la devolvieron después de dragar el canal.
"Siento que está ejerciendo una influencia nefasta sobre mi hija recién nacida, así que la estoy empaquetando en siete cajas y depositándola en mi banco, con instrucciones de que no vuelva a ver la luz hasta que yo lleve muerto 33 años", escribió Heron-Allen. Aconsejó que quién se hiciera con la gema la arrojara al mar.
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Un misterio de museo
En 1944, menos de un año después de la muerte de su padre, la hija de Heron-Allen entregó la gema y la carta al Museo de Historia Natural de Londres, que alberga su vasta biblioteca científica.
La inquietante carta y la historia de Heron-Allen sobre una poderosa gema mal habida son apasionantes. Sólo hay un problema: es probable que la carta forme parte de un complejo engaño diseñado por Heron-Allen para llamar la atención sobre El zafiro púrpura, una novela de 1921 que escribió bajo el seudónimo de Christopher Blayre.
La historia se presenta bajo la apariencia de un "manuscrito" que ha sido descubierto por un administrativo universitario al que se le han confiado papeles secretos de eminentes eruditos. La joya del libro tiene una historia muy similar a la de la carta real de Heron-Allen, desde su supuesto saqueo hasta las desgracias que acarreó a sus propietarios.
Los conservadores del Museo de Historia Natural de Londres han sugerido que el legado póstumo de Heron-Allen puede haber sido diseñado para llamar la atención sobre su ficción, lo que explica su datación errónea de la insurrección de la vida real en Cawnpore (ahora Kanpur), que ocurrió en 1857, no en 1855 como afirmaba la carta de Heron-Allen.
"Es posible que Edward Heron-Allen conociera a un coronel o general del ejército en el transcurso de su trabajo en Londres o en algún club de caballeros de Lewes, y que escuchara historias de la vida militar en la India y decidiera que sería una buena historia", escribe Amy Freeborn, responsable de marketing del museo, en el sitio web del Museo de Historia Natural. "Luego, años más tarde, cuando escribió la historia, mandó crear el amuleto para dar verosimilitud a su relato, pero quizá no pudo permitirse o no pudo conseguir un zafiro grande, así que se conformó con una amatista".
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¿Una maldición que continúa?
Con el paso de los años, el "zafiro púrpura" pasó a conocerse como "la amatista maldita", y aún se conserva en la reluciente galería Vault del museo junto a otras rocas y minerales famosos, como una de las esmeraldas más grandes del mundo y una colección de 296 diamantes de colores raros conocida como la Pirámide Aurora de la Esperanza.
Aunque actualmente no está expuesta, volvió a la conciencia pública con el libro superventas de Doerr, e incluso ha dado lugar a historias de otras desgracias, como los roces de un conservador con el mal tiempo y repetidas enfermedades mientras intentaba transportar la piedra a una reunión de una sociedad dedicada a preservar la memoria de Heron-Allen.
"Siempre me interesa cómo me comporto con las pequeñas cosas valiosas", dijo Doerr a la American Booksellers Association en 2014. "¿Qué hay en nosotros que codicia estas cosas, que encuentra belleza en ellas? Y, para empezar, ¿no es arbitrario que hayamos decidido que los diamantes son tan valiosos?".
Los estudiosos han derramado mucha tinta sobre las respuestas occidentales a las joyas y antigüedades saqueadas de tierras colonizadas en Oriente durante el siglo XIX y más allá, sugiriendo que las piedras preciosas llegaron a representar ansiedades culturales sobre las consecuencias de tal saqueo.
Durante el mismo periodo proliferaron las historias de otras piedras preciosas "malditas", como el diamante Koh-i-Noor, una enorme gema confiscada a sus propietarios indios en 1849 y que acabó convirtiéndose en una de las joyas de la corona del Reino Unido. Y los rumores de que las gemas robadas tienen la capacidad de arruinar vidas persisten hasta nuestros días, prueba de nuestra tendencia a asignar significados a objetos materiales que revelan más sobre nuestras inseguridades, intereses y tabúes sociales.
Como escribe la crítica de arte Hettie Judah, "la sugerencia de que la riqueza y el poder se basan en algo oscuro y podrido es irresistible; el enigmático diamante deslumbra como emblema cristalino tanto de la riqueza magnífica como de la maldad".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.