¿Quién espía mejor la paloma o el gato?

La CIA gastó 20 millones de dólares en un gato espía, pero es la humilde paloma la que ha realizado los mayores robos de la historia de la inteligencia (animal).

La mayoría de la gente no se lo piensa dos veces cuando ve un gato, lo que lo hace ideal para el espionaje clandestino. En los años 60, la CIA invirtió unos 20 millones de dólares en la Operación Acoustic Kitty para crear el primer ciborg felino de espionaje del mundo.

Fotografía de Vincent J. Musi
Por Christian Elliott
Publicado 15 feb 2024, 11:49 CET

En medio del riesgo y la desesperación de la Guerra Fría, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (conocida como la CIA, por sus siglas en inglés) se enfrentó en esta época a un desafío de espionaje constante: el acceso. Cada situación requería una solución única. Por ejemplo, ¿cómo conseguir que un espía entrase en el santuario interior de un jefe de Estado extranjero, que sólo admite a sus confidentes más cercanos y a los gatos callejeros por los que siente predilección? Con un espía felino equipado con un dispositivo de escucha oculto, por supuesto.

La CIA llamó a la operación Acoustic Kitty [Gatito acústico]. Pero después de cinco años y varios millones de dólares de investigación y desarrollo, el proyecto fue desechado en 1967, por razones que cualquier dueño de un gato podría haber anticipado: no es fácil convencer a un gato, de entre todos los animales, de que vaya exactamente donde se le indica y permanezca dentro del alcance de un receptor de radio.

Antes de la tecnología digital y la microelectrónica, espiar era difícil, y todo estaba sobre la mesa. A lo largo del siglo XX, "los servicios de inteligencia de todo el mundo consideraron a los animales como una posible forma tanto de entrar clandestinamente en lugares a los que una persona no tendría acceso de otro modo, como de transportar mensajes o equipos", afirma Robert Wallace, que dirigió la Oficina de Servicios Técnicos de la CIA, la rama responsable de los artilugios de espionaje, en la década de 1990. "Se estudian todas las alternativas y si una parece viable, se persigue, hasta que o bien se demuestra que no se puede hacer, o bien aparece una forma mejor".

Por descabellado que pueda parecer hoy en día, la CIA se tomaba muy en serio la operación Acoustic Kitty. Y fue sólo uno de los muchos esfuerzos por reclutar agentes secretos animales por sus capacidades sensoriales y su habilidad para pasar desapercibidos, con diversos grados de éxito. Pero, ¿qué hace que un animal sea un buen candidato para espía? ¿Siguen desempeñando los agentes secretos peludos y emplumados un papel en el espionaje actual?

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¿La curiosidad mata al gato?

Acoustic Kitty era un cíborg felino, una mezcla de mascota doméstica sin pretensiones y alta tecnología. En una intervención quirúrgica menor, un veterinario insertó un pequeño micrófono en su oreja puntiaguda, un excelente embudo natural para dirigir el sonido. A continuación, conectaron el micrófono a una batería situada bajo la piel suelta del gato, conectada a una antena externa tejida a través de su largo pelaje.

La operación en sí fue bastante revolucionaria, dice Wallace. "Antes de que existieran los marcapasos, no poníamos electrónica en los mamíferos, porque es un entorno inhóspito: húmedo, cálido y mojado". El gato se portó bien, recuerda, aunque el director del proyecto se desmayó al ver la sangre. Y la tecnología funcionó: el bicho gato podía captar y transmitir conversaciones. Pero había un problema: a pesar de su formación en la CIA, Acoustic Kitty tenía mente propia y no era muy bueno manteniéndose cerca de sus objetivos. Una prueba de campo en un parque público, probablemente lleno de distracciones como palomas y ardillas, demostró que Acoustic Kitty no iba a funcionar.

"Uno se pregunta en qué estaban pensando", afirma David Welker, historiador de la CIA. "¿Nadie tenía un gato? No se puede obligar a un gato a hacer nada. Como orgulloso dueño de un gato, podría haberles dicho que eso no funcionaría".

La curiosidad innata puede parecer un buen rasgo para el espionaje, pero también se sabe que mata al gato. En un popular relato de Victor Marchetti, ex agente de la CIA y crítico de la agencia, así es exactamente como acaba la historia. En la primera misión de Acoustic Kitty, aquella prueba de campo en un parque, el gato espía cruzó una calle y fue atropellado por un taxi.

"La versión de Marchetti es mucho más divertida", dice Wallace, pero en realidad el gato llevaba una vida normal después de quitarse el equipo de espía. Ésa es también la postura oficial de la CIA, según Welker.

La primera cámara para palomas, creada por el inventor alemán Julius Neubronner en 1907, consistía en un arnés ligero de aluminio y una cámara de retardo.

Fotografía de Rorhof, Stadtarchiv Kronberg

Espías de la misma calaña

Para encontrar un candidato a agente secreto animal más prometedor, la CIA no necesitaba mirar más allá del enemigo natural de Acoustic Kitty: los pájaros. Concretamente, la humilde paloma. Los ejércitos beligerantes han confiado en las palomas mensajeras desde la antigüedad, pero las aves se convirtieron en un recurso de espionaje en la Segunda Guerra Mundial.

Al principio de la guerra, las redes de inteligencia británicas habían quedado destrozadas por el rápido avance alemán. El reconocimiento aéreo era inexistente en la Europa ocupada y el famoso código Enigma de los nazis aún no había sido descifrado. Pero en la hora más oscura de Gran Bretaña, los veteranos de la Primera Guerra Mundial que habían utilizado palomas para comunicarse a través de las trincheras tuvieron una idea radical.

"Decidieron lanzarlas desde aviones de la RAF", explica Gordon Corera, periodista británico especializado en seguridad y autor de Operation Columba: The Secret Pigeon Service [Operación Columba: El Servicio Secreto de Palomas]. En vuelos secretos sobre la Europa ocupada, "lanzan estos cestos de palomas con un paracaídas adosado, las sueltan y ven si les devuelven algo".

Los aldeanos de Francia y Bélgica, desesperados por resistir la ocupación nazi, arriesgaron sus vidas escribiendo mensajes en diminutos trozos de papel y atándolos a las patas de las confusas palomas británicas que aterrizaban en cajas en sus jardines y campos.

"Lo más importante de las palomas es que tienen un superpoder: la capacidad de encontrar el camino de vuelta a casa", explica Corera; "todavía no se entiende del todo cómo lo consiguen, aunque las sueltes a cientos de kilómetros, en un lugar en el que nunca han estado".

La Operación Columba fue un gran éxito: a pesar de las importantes pérdidas, las palomas espías llevaron a Londres unos 1000 mensajes con información sobre instalaciones de radar, movimientos de tropas nazis y emplazamientos de cohetes V1. Las palomas ganaron medallas por su valentía.

Pero la Segunda Guerra Mundial no fue el final de las palomas espía. Durante la Guerra Fría, los servicios de inteligencia británicos probaron la capacidad del ave para volar a través de columnas de material radiactivo y enviar mensajes en una guerra nuclear. Y en Estados Unidos, en la década de 1970, en lo que se conoció como Operación Tacana, la CIA diseñó una diminuta cámara de cine del tamaño de una paloma que las aves podían llevar sobre las instalaciones militares soviéticas (tomando fotos de mayor resolución que los satélites espía contemporáneos) de camino a casa tras ser liberadas de una trampilla en el suelo de un coche modificado.

La CIA intentó entrenar a pájaros espías más exóticos, como halcones, cuervos e incluso cacatúas, para que llevaran la cámara, pero al final se decantó de nuevo por la humilde paloma por su capacidad para ocultarse a plena vista, volar grandes distancias sin aterrizar y encontrar siempre el camino de vuelta a casa.

"Las palomas no llaman la atención", dice Welker, el historiador de la CIA; "están por todas partes, y por eso nadie piensa raro de una paloma volando por encima de su cabeza".

(Relacionado: Sí, incluso las palomas pueden ser preciosas)

Una colección de aviones no tripulados

Hoy en día, es más probable que tecnologías como los drones proporcionen esas perspectivas no humanas críticas que los gatos o las palomas, por lo que Acoustic Kitty y el Proyecto Tacana se han instalado en el reino de la historia y el mito de la CIA. "Lo que ocurrió en el mundo de la vigilancia técnica es que en los años 80 aparecieron rápidamente métodos mejores", señala Wallace; "a veces las cosas se quedan obsoletas muy, muy rápido".

Pero eso no significa que la CIA haya dejado a los animales totalmente en el pasado. "Los tiempos cambian, las tecnologías cambian, pero lo que no ha cambiado es la misión de la CIA de proporcionar la mejor inteligencia posible", dice Welker; "los animales, siempre son un socio potencial en nuestra misión de la CIA".

Para Corera, periodista especializado en seguridad que ha visto cómo India y Pakistán intercambiaban acusaciones sobre palomas espías y ha oído rumores sobre una rama china de entrenamiento de palomas, hay una razón obvia. "A medida que nos volvemos más dependientes de la tecnología, también comprendemos que podemos volvernos excesivamente dependientes de ella", afirma. Cuando falla, las agencias de espionaje necesitan opciones de respaldo. "Y entre ellas pueden estar las palomas. Así que creo que la era de las palomas no ha terminado necesariamente".

Otra cosa son los gatos.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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