Cinco textos milenarios que sólo ahora hemos podido descifrar gracias a la tecnología
Quemados o rotos, muchos documentos históricos se creían perdidos en el tiempo, pero la IA y las innovaciones en imagen están permitiendo a los estudiosos desvelar sus secretos.
El pequeño fragmento del Pergamino del Mar Muerto (arriba) revela palabras ocultas gracias a un avanzado equipo de tratamiento de imágenes. Tanto éste como el fragmento mayor se hallaron en la cueva 11 de Wadi Qumran, explorada por primera vez en 1956.
La gente escribe muchas cosas, desde poemas épicos y textos sagrados hasta decretos fiscales y listas de la compra. Pero de poco sirven si no se pueden leer.
Tablillas rotas, frágiles pergaminos o manuscritos codificados han intrigado a los eruditos durante siglos. Muchos han dedicado incontables horas a descifrar los garabatos del pasado. Gracias a ellos, la humanidad ha recopilado una enorme base de conocimientos sobre sistemas de escritura y lenguas. Pero algunos textos siguen escapando a nuestra comprensión.
En las últimas décadas, una tecnología innovadora ha hecho avanzar no sólo nuestra capacidad para descifrar estas antiguas escrituras, sino también para recuperar información de objetos que antes se consideraban demasiado dañados para ser comprendidos. Herramientas como los rayos X, las tomografías computarizadas y la inteligencia artificial han ayudado a los estudiosos de hoy a desentrañar el contenido de fuentes aparentemente imposibles.
(Relacionado: Estos manuscritos del mar Muerto del Museo de la Biblia de Washington resultaron ser falsificaciones)
1. A la antigua usanza
Al principio, los lingüistas de los siglos XVIII y XIX tenían que averiguar cómo funcionaban los sistemas de escritura antiguos. Para descifrar la escritura de una lengua antigua desconocida, debían realizar el laborioso trabajo de comparar sus muestras con otras lenguas conocidas y con obras escritas de la época.
A finales de la década de 1790, las tropas de Napoleón estaban estacionadas en Egipto cuando descubrieron un trozo de roca negra de 1,2 metros de altura, ahora conocido como la Piedra de Rosetta. Formaba parte de una estela gigante que databa de alrededor del año 204 a.C. En ella había una proclamación del faraón escrita en tres idiomas diferentes, incluidos jeroglíficos que escapaban a la comprensión moderna en el siglo XVIII. El egiptólogo Jean-François Champollion utilizó las otras dos escrituras (la egipcia demótica y la griega antigua) e inició un proceso de ensayo y error que duró décadas hasta que, en 1822, descifró por fin los jeroglíficos ptolemaicos.
Uno de los poemas más antiguos de la humanidad salió a la luz de un modo similar, con toneladas de minucioso trabajo. A finales del siglo XIX, el asiriólogo George Smith pasó horas en el Museo Británico reconstruyendo tablillas de arcilla destrozadas cubiertas de cuneiforme. Comparó la escritura con otras obras de Mesopotamia para revelar la Epopeya de Gilgamesh, el relato de un antiguo héroe que se embarca en una búsqueda de la inmortalidad y se entera de un gran diluvio que acabó con la humanidad.
(Relacionado: ¿Sabemos qué animales subió Noé a su arca?)
2. TAC y ordenadores revelan un libro sagrado
En 2016, los estudiosos anunciaron un gran avance en el descifrado del Pergamino de Ein Gedi. Hace unos 1500 años, el pergamino de piel de animal se guardaba en el Arca Sagrada de una sinagoga de la orilla occidental del Mar Muerto. Cuando un incendio arrasó la comunidad, el pueblo se perdió, pero el arca sobrevivió. El intenso calor del fuego había endurecido el pergamino hasta convertirlo en un tubo de carbón.
El pergamino de Ein Gedi se conservó cuidadosamente durante años, pero los eruditos desconocían su contenido. Debido a los daños causados por el calor, creían que desenrollar el pergamino podría reducirlo a polvo. ¿Cómo podían mirar en su interior sin dañar el frágil material?
En 2015, un equipo de científicos lo descubrió. Combinando tomografías computarizadas y un programa informático especialmente diseñado, se construyó una copia virtual del pergamino. El equipo pudo desplegar con seguridad esta versión virtual, lo que les permitió ver las capas más internas y acceder al texto oculto. Un año después, el equipo anunció sus hallazgos: el pergamino tenía entre 1700 y 1800 años de antigüedad y contenía los dos primeros capítulos del Levítico.
(Relacionado: Siete misterios que los arqueólogos resolverán en este siglo)
3. El ADN y los Rollos del Mar Muerto
Los Rollos del Mar Muerto fueron uno de los hallazgos arqueológicos más fascinantes y famosos del siglo XX. Se descubrieron por primera vez en 1947 en unas cuevas cercanas al antiguo asentamiento judío de Qumrán. Desde entonces, se han encontrado cientos más en el lugar donde se escondieron cuidadosamente hace unos 2000 años. Escritos en papiro y pergamino de piel de animal, se cuentan entre los textos bíblicos más antiguos jamás encontrados.
Incansables eruditos han dedicado toda una vida al estudio de estos valiosos documentos, desmenuzando cuidadosamente miles de fragmentos para determinar su contenido, origen y antigüedad. La autoría exacta de los Rollos del Mar Muerto sigue siendo objeto de acalorados debates, pero la mayoría de los estudiosos coinciden en que los documentos fueron escritos por habitantes del desierto de Judea entre el siglo II a.C. y el siglo II d.C.
Los avances en las pruebas genéticas han revelado nueva información sobre los pergaminos. En 2020, un equipo de investigadores israelíes, suecos y estadounidenses analizó el ADN antiguo de algunos de los fragmentos e identificó las distintas pieles de animales de las que estaban hechos los fragmentos de pergamino. Esta información da a los estudiosos otro punto de datos para ayudar a reensamblar las innumerables piezas de los Rollos del Mar Muerto.
(Relacionado: Hallan unas espectaculares espadas romanas en el Mar Muerto)
4. La IA y la antigua Roma
Tras la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., Pompeya y su vecina Herculano quedaron sepultadas por los escombros volcánicos. Desde entonces, ambas ciudades se han convertido en museos vivientes que permiten a los visitantes imaginar la antigua vida romana junto al mar. Pero otros tesoros, como la biblioteca de Herculano, han tardado más en revelarse.
En el interior de una gran villa de Herculano, unos 1800 pergaminos antiguos quedaron carbonizados por el calor abrasador de las cenizas del Vesubio. Convertidos en grumos negros, los pergaminos se descubrieron en 1752, pero nadie sabía muy bien qué hacer con ellos. Al igual que el pergamino hallado en Ein Gedi, los de Herculano estaban dañados por el calor y no podían desenrollarse. Pero los eruditos sabían que en su interior se hallaban los tentadores restos de una rica biblioteca romana, quizá repleta de obras que se creían perdidas en el tiempo. Así que los eruditos se aferraron a ellos y esperaron a encontrar la forma de desentrañar su contenido.
En marzo de 2023, el Desafío del Vesubio anunció un concurso: utilizar la IA para descifrar una parte del contenido de los pergaminos de Herculano. Se publicaron tomografías computarizadas de alta resolución de cuatro pergaminos, se ofrecieron generosos premios y , menos de un año después, se anunciaron los ganadores. Habían descifrado el cinco por ciento de un pergamino, cuyo contenido se describió como un "post de blog de 2000 años de antigüedad sobre cómo disfrutar de la vida".
Pero esto es sólo el principio: el Desafío del Vesubio anunció otro concurso para 2024. En esta ocasión, el mayor premio será para quien consiga traducir el 90 por ciento de cada uno de los cuatro pergaminos escaneados.
(Relacionado: Pompeya, la cuna de la arqueología moderna)
5. El libro más misterioso del mundo es ilegible. Por el momento
El Manuscrito Voynich no es tan antiguo como los Rollos del Mar Muerto o la Biblioteca de Herculano, pero su contenido es igual de tentador. Llamado así por el librero polaco que lo compró en 1912, el libro tiene 240 páginas y está repleto de coloridas ilustraciones de símbolos astrológicos, plantas ondulantes y animadas figuras humanas. Un texto manuscrito en bucle recorre de izquierda a derecha sus páginas de terciopelo, que datan de principios del siglo XV.
Sólo por las ilustraciones, los estudiosos creen que el libro está organizado en seis secciones temáticas: botánica, astronomía, biología, cosmología, medicina y cocina. Algunos creen que el libro contiene ciencia, mientras que otros sostienen que es hechicería, o quizá una mezcla de ambas.
Durante siglos, los descifradores de códigos han estudiado a fondo el texto, elaborando muchas teorías diferentes sobre su composición, pero ninguna se ha sostenido. Algunos de los intentos más recientes de los informáticos han empleado la IA, pero hasta ahora nada ha dado resultados sólidos.
En la actualidad, el Manuscrito Voynich se conserva en la colección de libros raros de la Universidad de Yale. Se ha escaneado digitalmente y está disponible en Internet, a la espera de que la persona o el programa adecuados desvelen sus secretos.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.