Orgullo 2024

Cuatro victorias contra la discriminación en el deporte

Clubes LGTBI+ de fútbol, rugby, pádel y balonmano luchan contra el rechazo al colectivo en el deporte ‘amateur'

Textos y fotografías de Claudia Paparelli

Vídeos Jennifer Socorro

Publicado en 05 Jul 2024

Este reportaje se ha realizado con la colaboración del Berg Pride España y Portugal de The Walt Disney Company.

España es uno de los referentes mundiales en cuanto a defensa de los derechos de las personas LGTBI+. Es el cuarto país europeo con más derechos para personas de la comunidad, según el Rainbow Map 2024 de ILGA, la primera organización dedicada a promover la defensa de la igualdad de derecho para lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales en obtener el estatus consultivo como ONG en las Naciones Unidas. Pero para las personas que siguen sufriendo casos de discriminación por su orientación sexual el deporte es uno de los ámbitos en los que queda mucho camino que recorrer.

Una jugadora de fútbol que le pide matrimonio a su novia en el césped de un estadio. Un nadador que denuncia ataques homófobos en redes sociales y recibe un apoyo masivo. Un árbitro que reconoce abiertamente que es gay o jugadores de rugby, fútbol o fútbol americano que reconocen públicamente su homosexualidad y nadie (o casi nadie) se lo echa en cara. Las noticias sobre la superación de la discriminación se refieren generalmente a competiciones de alto nivel, a deportistas que ya han demostrado su valía en su campo. Sin embargo, la realidad del deporte amateur es otra y son muchos los casos de abandono temprano del deporte motivados por el rechazo a la diversidad.

“El 50% de la LGBTIfobia en el deporte se sufre en la adolescencia y el 60% de los niños que sufren homofobia acaba abandonando el deporte, y esto se da porque se encuentran en una etapa vulnerable y cualquier acto de odio o violencia les va a afectar directamente”, explica Ismael Merino, presidente de Agrupación Deportiva Ibérica LGTBI+ (ADI), una asociación que agrupa a varios clubes de España y Portugal que buscan una mejor integración del colectivo en el deporte.

ADI maneja otra cifra alarmante en su último informe anual: el 92% de los casos de homofobia en el deporte no se denuncia. Merino, que también juega desde hace muchos años en el equipo de rugby Madrid Titanes, explica que esta tendencia es consecuencia de conductas ofensivas que se han normalizado. “Solamente me dijeron desde las gradas: ‘¡Maricón de mierda!”, ejemplifica Merino.

La discriminación a personas LGBTI+ en espacios deportivos ha llamado profundamente la atención de Angélica Sáenz, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad de Valencia con más de 10 años de experiencia. Sáenz ha centrado sus investigaciones en la mujer atleta, una de las figuras con menos visibilidad. En uno de sus trabajos más recientes para The European Sports NGO (ENGSO), titulado Women’s Participation in Sport Across Europe [Participación de las mujeres en el deporte en Europa], resalta que la mujer perteneciente al colectivo es doblemente discriminada. “El machismo y la lesbofobia van de la mano por el papel tan vulnerable de la mujer en el deporte”, aclara Sáenz, quien además es jugadora en SAMARUCS, el club LGTBI+ más antiguo de Valencia.

Superar estas barreras no es fácil y más en deportes de equipo. Ya son varios los clubes en España y que se autodenominan ‘inclusivos’, en referencia a que buscan crear un espacio en el que cualquier persona pueda practicar deporte sin que se tenga que esconder o preocuparse por su orientación sexual.

Hay organizaciones muy grandes como GMadrid, que ofrece más de 20 tipos de actividades deportivas, culturales y de ocio; clubes como Titanes, que se centran en un solo deporte, pero que se han consolidado como un referente en su campo; e iniciativas más recientes y entusiastas como el primer equipo de chicos transgénero de España, Fénix FC, o Padel:ellas, el primer equipo de pádel de España que abre las puertas a “toda persona que se sienta mujer”.

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La naturalidad de un equipo excepcional

Son las 19:40 y el vestuario del Fénix FC se empieza a llenar con risas, abrazos y juegos de pelota, mientras fuera la lluvia amenaza con acompañar el entrenamiento. Los chicos llegan, se cambian. Bromean con sus compañeros, se cuentan qué tal su día. Sin embargo, la historia de este equipo de fútbol tiene mucho de excepcional: son el primer, y por ahora único, equipo de fútbol de chicos trans de España.

La tormenta no arrecia y la pelota ya circula de unos pies a otros en el camerino de Fénix que les cede la Peña Recreativa Sant Feliu en Barcelona, el único lugar en Barcelona con las puertas abiertas y condiciones acordes que ha encontrado el equipo. “Es que nos han engañado mucho en otros sitios y hemos tenido trabas para crear el equipo, por un tiempo creí que sería misión imposible”, lamenta Hugo Martínez, su fundador.

LaPeña, dirigida por Sergio Coarasa, se ha comprometido a federarlos y a integrarlos en la estructura del club el año que viene. Todos sonríen y se observan con ojos llenos de emoción al pensar en ese gran paso. Pero uno de sus entrenadores, Àlex Darocas, suspira y hace un gesto nervioso. “Mi rol es empoderarlos y prepararlos cuando compitan contra equipos cis”, dice mientras mira al cielo y decide si iniciar el entrenamiento o suspenderlo.

El calor dentro del vestuario, generado por el intenso rondo y la humedad provocada por la lluvia, hace que los chicos empiecen a quitarse la camiseta. De nuevo, un gesto natural que en Fénix finalmente se ha normalizado. Escuchar sus historias sobre experiencias del pasado en vestuarios da qué pensar, desde bullying y vergüenza por mostrar su cuerpo y miedo a ducharse con sus compañeras hasta tener que dejar el fútbol. “Los pasos pequeños son importantes para lograr grandes cosas”, afirma Daniel Roca, nuevo integrante de Fénix que fue expulsado recientemente de su equipo de hockey después de hacer la transición de género y ahora descubre este nuevo deporte.

“Por aquí os dejo unos paraguas, pero para los que entrenan no hay”, bromea Tesi con sus chicos de Fénix, mientras menea las llaves de las instalaciones. Es el delegado del campo, tiene unos 60 años y vive frente a las instalaciones. Habla con cariño de los jugadores del Fénix: “Yo les llamo ‘los internacionales’ porque no paran de salir en todos lados”. El apoyo que ha brindado el club ha sido clave para el crecimiento del equipo, que se espera convertir próximamente en el primero trans federado de Europa. “Ellos van a poder con todo”, dice con orgullo Coarasa, quien junto a la directiva no dudaron en admitirlos pese a las críticas porque aseguran que el fútbol es para todos por igual.

Ya en el campo, bajo la intensa lluvia, las instrucciones de Darocas interrumpen los juegos y chácharas para empezar el entrenamiento. La preparación física y mental del Fénix es obligatoria e inexcusable para enfrentar pronto la liga catalana de fútbol masculino.

La adrenalina aumenta cada minuto y los gritos de apoyo y palmadas en la espalda, también. Aparecen los petos y señalan el inicio del partido. Luck y Pol alientan y ayudan con la vestimenta identificativa. Se nota que no todos tienen el mismo nivel y son conscientes de que deben de trabajar para equipararse, pero la libertad de ser ellos mismos por primera vez les guía en el proceso.

Un pitido finaliza el partido, extenuante y pasado por agua. Los chicos se despiden y se elogian las jugadas y movimientos ganadores. Las duchas se cierran, las mochilas se recogen y se deja todo organizado hasta un nuevo día.

(Relacionado: Breve historia de la vida de las personas transgénero y su reflejo en la sociedad)

Lo trans siempre ha estado más invisibilizado. En Fénix no queremos escondernos. Queremos que todo mundo sepa que somos trans y le dé absolutamente igual, porque lo somos y queremos gritarlo”

Hugo Martínez Fundador y jugador de Fénix FC.

La importancia del primer paso

La inclusión deportiva tiene un referente en Madrid: GMadrid Sports, fundado en 2007 es el club multideportivo autodenominado “LGTBI” más longevo de la capital. Esta asociación sin ánimo de lucro cuenta con 23 secciones distintas, en el las que se engloba una extensa variedad de actividades de ocio, desde teatro a todo tipo de modalidades deportivas.

“En la actualidad [GMadrid] está integrado por más de 1000 personas socias que se distribuyen en hasta 23 secciones deportivas y artísticas: aikido, baloncesto, balonmano, coro, cross training, danza, fútbol 11, fútbol 7, fútbol sala, natación, pádel, patinaje, pilates, quidditch/quadball, running, senderismo, club de lectura, club de cine, teatro, tiempo libre, voleibol, escalada y yoga”, explica por correo Raúl Espejo, el presidente del club. La sección fue creada en el 2019 y, tras apenas cinco años, ya cuenta con más de 130 jugadores divididos en seis equipos, cuatro masculinos (iniciación, intermedio y dos federados) y dos femeninos (federado e iniciación). Su fundador y entrenador, Rober Herrera, recuerda orgulloso que son el primer equipo de balonmano LGTBI federado de España y en su equipo femenino juega la primera chica trans federada de este deporte a nivel nacional.

Los equipos de iniciación e intermedios son clave en la estructura y misión del club, ya que acogen a personas que no han tenido contacto con el deporte o lo han tenido que abandonar. “Nuestro equipo sirve para abrazarlos y traerlos de vuelta a este espacio seguro”, explica con una sonrisa Joan Molina, jugador federado de la sección de balonmano.

Esta fue la historia de Javier Vidueiro. “A los 12 años no era conocedor de mi orientación sexual y en los partidos me dijeron: ‘¡Maricón, eres una nenaza, no sabes jugar!”, relata Jota Jota, como lo apodan sus compañeros. Ahora juega al balonmano en un espacio donde puede ser él mismo y expresarse como quiera.

José Álvarez sencillamente no encajaba en los deportes que fue empujado a practicar desde pequeño: “Entré a un equipo de fútbol no porque a mí me gustara, sino porque mi padre me dice que es lo que le tiene que gustar a los hombres”. El hoy responsable de comunicación del club y jugador del equipo de iniciación de balonmano ya no tiene que escuchar en los entrenamientos bromas homofóbicas. Diego Navarro, jugador y entrenador de GMadrid Balonmano, fue inspiración para que algunos de sus compañeros de deporte salieran del armario tras encararse y discutir con un entrenador “muy homófobo, que hacía comentarios muy desagradables”. “Tuve el apoyo de mis compañeros de equipo y logramos un espacio seguro, incluso para que otro compañero saliera del armario”, señala orgulloso, aunque prefiere no profundizar en lo que pasó con el entrenador.

Durante el entrenamiento con el equipo de iniciación, Navarro se desespera cuando no le hacen caso. Echa la bronca cuando ve falta de intensidad. Apunta los fallos y lo que tienen que mejorar. Pero sabe lo que es tener un entrenador irrespetuoso.

GMadrid Sports está compuesto principalmente por personas LGTBI, aunque no de forma exclusiva. Los federados juegan en la Liga de la Comunidad de Madrid con equipos tradicionales con una amplia aceptación y reducidos casos de discriminación.

El equipo de iniciación está formado por personas que no han tenido contacto con el deporte o lo han tenido que abandonar por su orientación sexual; nuestro equipo sirve para abrazarlos y traerlos de vuelta en un espacio seguro”

Joan Molina Jugador federado de GMadrid Balonmano

Un dobles contra el machismo y la homofobia

Hablar de las mujeres del colectivo LGTBI+ que hacen deporte es hablar de un doble prejuicio. “El machismo y la homofobia van de la mano”, asevera Patricia Cerdán, que en 2023 fundó Padel:ellas con el objetivo de crear un espacio seguro para que todas las personas que se sintieran mujer pudieran practicar uno de los deportes de moda en España.

Como cuentan las chicas del club, además del habitual mansplaning (condescendencia machista) o el típico comentario “no te preocupes no le pegaré fuerte” cuando van a jugar un partido mixto, también tienen que soportar miradas, comentarios y rechazos por su orientación sexual.

El club cuenta con un equipo federado con 22 mujeres que compiten a nivel nacional y una escuela con 68 alumnas de distintos niveles. Los domingos organizan una liga interna en la que participan jugadoras del club y de fuera.

“Toda persona que se sienta mujer puede jugar pádel con nosotras”, afirma Oriana Peña, cofundadora del equipo y pareja de Cerdán. El matiz es importante porque Peña se lamenta mucho de la discriminación deportiva que sufren las chicas trans. Pone como ejemplo los comentarios denigrantes que han recibido en redes sociales cuando ven jugar a las chicas trans, un hostigamiento que viene de dentro de la comunidad LGTBI+.

No son solo las chicas trans las que sufren por su género u orientación sexual ni el desprecio siempre viene de los hombres. El desdén y el rechazo hacia chicas del colectivo por parte de las mujeres heterosexuales es otra realidad bastante silenciada. Además, en estos casos las primeras miradas de repulsa las perciben nada más entrar por la puerta, por cómo visten: mientras las jugadoras de pádel suelen llevar falda corta, ellas van en pantalones.

Contra el machismo tienen “una coraza” forjada a lo largo de toda su vida, como afirma Valentina Acosta, una de las jugadoras del club. Esa armadura las ayuda, pero en ocasiones falla. Cerdán recuerda cómo un día, en el descanso de un partido, le dio un beso a su novia y escuchó de fondo: “Bollera de mierda”. El insulto la pilló con el pie cambiado y, cuando volvió al siguiente juego, estaba tan desconcentrada que terminó perdiendo el encuentro.

Eso les hace tener que estar en alerta constante por el qué dirán. “He estado en situaciones en las que mis amigas y me han dicho: ‘Mira vamos a ir a jugar al pádel, puede venir tu novia, pero compórtense y no se vayan a besar, porque puede que sea incómodo”, cuenta la venezolana Acosta, que asegura que ahora puede disfrutar del deporte junto a su pareja sin presiones sociales.

Pese al buen ambiente y las bromas constantes, se lo toman muy en serio. Son tales la concentración y el buen humor que cuando el equipo de National Geographic les pide que paren un segundo para hacer entrevistas,sueltan algunas miradas enojadas: es su momento de la semana de disfrutar del deporte y de sus amigas, sin tener en cuenta el qué dirán, y quieren aprovechar hasta el último segundo.

(Relacionado: De LGB a LGTBIQ+: así han evolucionado las siglas del Orgullo)

De pequeña cuando jugaba fútbol, alguna chica del equipo me llamó de manera despectiva: ‘bollera’. Me pregunté cómo lo había sabido; ni yo me lo había planteado”

Laura Rodríguez Jugadora de Padel:Ellas

La importancia de los apoyos

Antes de cada entrenamiento, el presidente de Madrid Titanes Club de Rugby, Daniel Naranjo, está atento a cualquier detalle, recibe a los jugadores con una sonrisa y hace notar su cariño por un club al que le debe “mucho”. Pero el camino a esa confianza no fue rápido ni le faltaron momentos de duda.

“Jugar en Titanes fue esencial para que yo saliera del armario con mi familia. Sabía perfectamente que era gay y que mis padres me iban a apoyar, pero no me atrevía a dar el paso”, cuenta Naranjo con naturalidad. Ver a diario como sus compañeros de equipo hablaban abiertamente de sus vidas con sus parejas fuera del campo fue lo que le animó a quitarse esa losa de encima. Su familia, como él esperaba, lo apoyó. Sus compañeros, la mayoría de los cuales sabían de primera mano lo que estaba pasando, ya lo hacían antes, dentro y fuera del campo.

Madrid Titanes es el primer equipo de rugby LGTBI+ de España. Creado en 2013, ya cuenta con 121 jugadores distribuidos en los equipos de XV masculino, XV femenino (la modalidad “clásica” del rugby) y de touch, una novedosa modalidad mixta y sin placaje. En sus 11 años de historia, Titanes es un fijo en las competiciones federadas de la Comunidad de Madrid y un referente en la escena internacional del rugby LGTBI+, participan anualmente en varias competiciones internacionales y han protagonizado campañas publicitarias.

Pero no es un club exclusivo para la gente de la comunidad. La filosofía y el objetivo son que todo jugador pueda disfrutar del rugby sin tener que ocultar su orientación sexual. Carlos Casas, entrenador y jugador de rugby touch, es un buen ejemplo: “Yo no soy parte del colectivo, pero aquí me siento uno más y no me importa que la gente piense que soy gay y trate de ofenderme”. El buen ambiente del club conquistó a Carlos y por ello ha decidido quedarse y ser entrenador.

Fue este buen ambiente el que también convenció a Raquel Lara de que, aunque ahora solo juega en el equipo de touch, lleva muchos años en el mundo del rugby y ha sido jugadora de XV, entrenadora y árbitro. Su primer contacto con el club fue como miembro del equipo femenino y preparadora del masculino. “Ni se me pasa por la cabeza entrenar a un equipo masculino que no sea Titanes. Es el único club en el que no me he sentido sexualizada por parte de los compañeros”, recuerda; “aquí comparto campo y ocio con chicos y nunca me han hecho sentir incómoda”.

A pesar de lo logrado, Ismael Merino, jugador y presidente ADI, afirma que no existen espacios totalmente seguros y el estado de alerta es constante. “Estás siempre pendiente de ver si la grada se fija en cómo juego y me insulta. Estar pensando en cosas del exterior hace que tu mente no esté concentrada en el partido y que no disfrute el deporte”, afirma serio.

Pero Merino sabe que el trabajo que se hace en Titanes y otros clubes ayuda. Al final, como reza uno de los principios básicos del rugby, siempre hay que avanzar y para ello los apoyos son imprescindibles.

Aunque el rugby es un deporte de muchos valores, se puede escuchar desde las gradas comentarios como: '¡Joder, no nos pueden ganar los maricones!”

Daniel Naranjo Presidente y jugador de Madrid Titanes Club de Rugby

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