Estos países prohibieron la música, pero sus artistas consiguieron salir adelante

La prohibición de la música y de las actuaciones en Camboya y Arabia Saudí provocaron resistencia y dieron lugar a nuevas eras de expresión identitaria y escenas 'underground'.

Por Claire Turrell
Publicado 19 ago 2024, 10:45 CEST
Baksey Cham Krong, la primera banda de rock de Camboya

Baksey Cham Krong, la primera banda de rock de Camboya, ayudó a definir la vibrante escena musical del país antes del reinado de los Jemeres Rojos. Su legado forma parte de la historia más amplia de cómo Camboya está recupernado ahora su patrimonio musical perdido tras años de silencio.

Fotografía de DTIF Cambodia LLC

Censurar canciones en una determinada emisora o plataforma es una cosa, pero, ¿sabías que algunos países han llegado al extremo de prohibir la música por completo?

El poder de la música para provocar y unir gentes y culturas ha sido durante mucho tiempo un arma de doble filo. Ya sea por motivos religiosos, políticos o morales, las canciones que desafían el statu quo suelen ser silenciadas. La BBC se negó a reproducir God Save the Queen de los Sex Pistols, Estados Unidos prohibió temas de los Beatles, China prohibió el K-Pop por temor a su influencia mundial, la Alemania nazi prohibió la música jazz y el Gobierno militar de Brasil censuró hasta 500 canciones entre 1964 y 1985.

Dicho esto, ha habido lugares con con prohibiciones que han sido incluso más radicales. Cuando los talibanes recuperaron el poder en Afganistán en 2021, reinstauraron su anterior prohibición total de la música. Sin embargo, a pesar de estas restricciones, la capacidad de la música para desafiar la represión sigue resonando en todo el mundo.

“Un gobierno puede tomar medidas drásticas contra cualquier tipo de creación musical, pero la música seguirá sonando”, afirma Marianne Franklin, autora de Global Music Politics: Whose Playlist for Troubled Times (Política musical global: Lista de canciones para tiempos difíciles).

En 1975, los Jemeres Rojos, un movimiento comunista radical, iniciaron su reinado del terror en Camboya. Los ciudadanos fueron despojados de sus hogares, posesiones y cultura, y se asesinó a cualquiera que pudiera desafiar al nuevo régimen, incluidos intelectuales y artistas. Durante cuatro años, los Jemeres Rojos borraron gran parte del rico patrimonio cultural de Camboya, incluida su música.

Antes del llamado Año Cero, Camboya vivió una época dorada de la música en los años sesenta y principios de los setenta. Las pistas de baile se llenaban de hombres con trajes elegantes y mujeres en minifalda, bailando al son de melodías psicodélicas inspiradas en el rock'n'roll, que llegaban a través de las ondas de los barcos estadounidenses estacionados en el Mar de China Meridional, y destacaban nombres como el de Sin Sisamouth, una conocidísima estrella pop. Aunque algunos intentaron salvar su patrimonio musical escondiendo discos, el reinado de los jemeres rojos hizo casi imposible preservar esta vibrante cultura.

“Cuando se prohíbe la música, se pierden estos beneficios, lo que provoca un importante vacío emocional y psicológico”, afirma Ehab Youseff, psicoterapeuta afincado en Egipto.

Ahora, décadas después, Camboya está empezando a recuperar su patrimonio musical perdido. El Gong, el mayor centro artístico y cultural del país, acaba de abrir sus puertas a 60 kilómetros al noreste de Phnom Penh. Con un moderno estudio de grabación y un auditorio de 140 plazas, el Gong pretende celebrar, preservar y revitalizar la música camboyana, documentando la música tradicional jemer y apoyando al mismo tiempo a los nuevos artistas con tecnología punta.

La cantautora Lomorkesor Rithy, conocida como Kesorrr, fue una de las primeras en actuar en el Gong. Creció con la música occidental, pero más tarde trató de explorar la Edad de Oro camboyana y cofundó Plerng Kob, un centro creativo, y Bonn Phum, un festival cultural anual. En la posguerra, según Lomorkesor, la escena musical camboyana se redujo a versiones y cantantes de karaoke. “Ahora tenemos pop [original], rock, R&B y hip-hop”, afirma. “Hubo un tiempo en que perdimos nuestra identidad. Tenemos que empezar de cero y volver a encontrar los sonidos”.

La diáspora camboyana también está corriendo la voz. El grupo estadounidense Dengue Fever, con la vocalista camboyana Chhom Nimol, publicó en 2023 su álbum Ting Mong, inspirado en la música camboyana de los años sesenta. Su éxito en Europa y Estados Unidos y sus apariciones en la televisión camboyana ponen de manifiesto que existe un interés mundial por el patrimonio musical de Camboya.

Zac Holtzman, cofundador de la banda, dice que les sorprendió la respuesta que recibieron durante su gira por Camboya. “Un tipo que casi lloraba me dijo que Camboya lleva un tiempo de capa caída, y que esto nos viene muy bien para recordar que tenemos una música preciosa, y que no está olvidada”.

Actuar a puerta cerrada

Mientras Camboya se esfuerza por revivir su patrimonio musical, otros países siguen buscando el equilibrio entre la expresión artística y las restricciones gubernamentales. En las décadas de 1960 y 1970, Arabia Saudí promovió activamente las artes. Sin embargo, esto cambió radicalmente en 1979, cuando la al-Yamaa al-Salafiya al-Muhtasiba, dirigida por un predicador, tomó la Gran Mezquita de La Meca. Poco después, el Gobierno saudí adoptó una postura más conservadora, que se tradujo en el cierre de cines y la prohibición de actuaciones musicales en público.

Para Emad Ashour, un joven de 44 años de Jeddah, este cambio significó en tener que perseguir su pasión por la música a puerta cerrada. Inspirado por bandas occidentales como Metallica y Kiss, Ashour aprendió a tocar la guitarra y acabó formando en 2005 la banda de heavy metal Immortal Pain. “En aquella época no había Internet, así que empecé a aprender por mi cuenta, tomé algunas clases y estudié libros”.

Ashour y su banda pasaron a formar parte de una escena underground de heavy metal, actuando sólo en locales privados debido a la falta de permisos oficiales.

Una nueva era comenzó con la ascensión de un nuevo rey en 2015, dando lugar a rápidos cambios a medida que Arabia Saudí trataba de diversificar su economía lejos del petróleo. En 2017, Riad acogió su primer concierto en directo en 25 años. Poco después, el país comenzó a construir un estadio deportivo y de entretenimiento con capacidad para 20 000 personas cerca de la ciudad de Diriyah, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Artistas internacionales como Post Malone han actuado en el reino, y el festival Soundstorm, una rave de cuatro días en el desierto donde hombres y mujeres bailan juntos sin segregación, se ha convertido en un evento estelar.

En 2021, Immortal Pain se convirtió en la primera banda de heavy metal en actuar públicamente en un evento a gran escala, la Comic Con Arabia de Yeda. “No había ningún miedo”, dice Ashour. “Había emoción porque por fin se reconoce nuestra música”.

Desde su concierto, han actuado otras bandas de heavy metal, como Metallica o una llamativa banda saudí de rock psicodélico formada exclusivamente por mujeres, Seera.

“Se puede decir que estamos un poco celosos, porque hoy en día es más fácil”, dice Ashour. “Pero estamos orgullosos de lo que ocurrió en los años 90, de la lucha por encontrar lugares [underground] donde tocar. Era emocionante”.

Encontrar un nuevo ritmo

Los saudíes y los camboyanos no son los únicos que han sufrido severas restricciones a sus melodías. En Irán, la revolución de 1979 puso fin a la música de forma repentina debido a que los nuevos líderes islámicos chiíes pensaban que corrompía a la juventud. La música tradicional pudo volver a escucharse unos meses después, pero los temas occidentales y las cantantes solistas femeninas dejaron de ser culturalmente aceptables.

Ahora, 45 años después, la música clásica, folclórica y el pop iraní flotan por el aire del país, e incluso es posible ver músicos callejeros en las calles de Teherán. El músico electrónico occidental Schiller incluso actuó en Teherán en 2017. Sin embargo, no todos los artistas tienen libertad para actuar abiertamente. Si bien las cantantes solistas pueden aparecer en The Voice Persia, el programa es grabado en Suecia. Mientras tanto, la música rap ha ganado popularidad, aunque los artistas que escriban letras consideradas amenazantes por las autoridades siguen enfrentándose a penas de cárcel.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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