¿Por qué Estados Unidos lleva más de un siglo intentando comprar Groenlandia?
Desde la época de la Reconstrucción hasta la Guerra Fría, múltiples administraciones estadounidenses han intentado comprar la isla ártica. He aquí por qué Groenlandia siempre ha estado fuera del alcance de EE. UU. y por qué siempre ha sido tan codiciada.
Uummannaq, una pequeña ciudad situada en una remota isla del noroeste de Groenlandia, se encuentra a 600 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico. Desde las bases militares de la Guerra Fría hasta las modernas ambiciones árticas, la situación estratégica y los recursos de Groenlandia siguen atrayendo interés mundial.
Durante más de un siglo, la situación estratégica y los recursos naturales de Groenlandia la han convertido en objetivo de las ambiciones de Estados Unidos. Durante décadas, el país ha tenido un ávido interés por comprar la isla que alcanzó su punto álgido durante la Guerra Fría. Desde intentos de compra de tierras hasta negociaciones sobre bases militares, he aquí por qué Groenlandia sigue siendo una de las islas más codiciadas del mundo.
Ya en su primer mandato, el presidente Donald Trump puso sobre la mesa, otra vez, el interés de la primera potencia mundial en hacerse con la isla. Años después, durante la campaña electoral de 2024 y como presidente electo en el periodo de transición antes de volver a la Casa Blanca, volvió a retomar el debate. El último capítulo sobre esta fijación por la isla se produjo en su primer día en el cargo, cuando aseguró que Dinamarca les venderá la isla porque "les cuesta mucho dinero".
Interés inicial de Estados Unidos por Groenlandia
La fascinación de Estados Unidos por la isla no continental más grande del mundo se remonta a finales del siglo XIX, cuando el secretario de Estado William Seward, que acababa de comprar Alaska a Rusia por 7200 millones de dólares en 1867, empezó a considerar Groenlandia e Islandia como posibles territorios estadounidenses.
Un informe de 1868 encargado por Seward (que también codiciaba Canadá) destacaba la gran riqueza pesquera, animal y mineral de Groenlandia. Según el informe, la adquisición de Groenlandia también podría obligar a Canadá (situado entre Alaska y Groenlandia) a pasar a formar parte de Estados Unidos.
Pero Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca, no es sólo una franja vacía de hielo. La isla alberga desde hace siglos comunidades indígenas, predominantemente inuit. Estas comunidades han prosperado en el duro entorno ártico de Groenlandia, desarrollando tradiciones centradas en la pesca, la caza y estrechos vínculos con la tierra. Los primeros intereses de Estados Unidos pasaron por alto a estas comunidades, centrándose en su lugar en la ubicación estratégica y los recursos naturales de la isla, una tendencia que continuaría durante décadas.
“Todo se reduce a dos factores: ubicación y minerales, y realmente esto no ha cambiado”, afirma Peter Harmsen, periodista afincado en Copenhague y autor de Furia y hielo: Groenlandia, Estados Unidos y Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque el intento de Seward fracasó, el interés persistió. En 1910, el embajador estadounidense Maurice Egan propuso un elaborado intercambio: Estados Unidos intercambiaría tierras en Filipinas por Groenlandia y las Indias Occidentales danesas (de Dinamarca). Los daneses intercambiarían entonces tierras con Alemania. Pero una vez más, los esfuerzos fracasaron.
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El papel de Groenlandia en tiempos de guerra
La importancia de Groenlandia cobró protagonismo durante la Segunda Guerra Mundial. Después de que Alemania ocupara Dinamarca en 1940, Estados Unidos se movilizó para asegurar la isla en virtud de su Doctrina Monroe, que advertía a las potencias europeas contra la expansión en el hemisferio occidental.
En abril de 1941, Estados Unidos firmó un acuerdo de “Defensa de Groenlandia” con el embajador danés, que concedía a Estados Unidos el derecho a construir y acceder a bases militares en la isla. Los depósitos de criolita de la isla, vitales para la producción de aviones, se convirtieron en un recurso crítico. Las estaciones meteorológicas de Groenlandia también fueron esenciales para poder predecir las condiciones en Europa, ayudando a los planes de los Aliados.
Tras la rendición de la Alemania nazi en mayo de 1945, los daneses esperaban que las fuerzas americanas hicieran las maletas y se marcharan a casa. Pero ellos querían quedarse.
“Se consideraba tan importante para la seguridad de Estados Unidos que nos atrincheramos un poco”, afirma el diplomático estadounidense retirado Brent Hardt, que ahora trabaja en el German Marshall Fund of the United States.
El esfuerzo de posguerra por adquirir Groenlandia
Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos centró su atención en la nueva potencial amenaza: la Unión Soviética. En medio de una Guerra Fría en ciernes, los oficiales militares y navales estadounidenses se dieron cuenta de la importancia de la ubicación de Groenlandia en el Ártico como punto intermedio entre EE. UU. y la U.R.S.S. Owen Brewster, ex senador de Maine, describió la compra de Groenlandia como una “necesidad militar”. Groenlandia también estaba llena de oportunidades para la exploración y la investigación.
En 1946, el funcionario del Departamento de Estado John Hickerson informó de que los líderes militares estadounidenses consideraban Groenlandia “indispensable para la seguridad de Estados Unidos”. EE. UU. propuso encubiertamente pagar a Dinamarca 100 millones de dólares en oro por Groenlandia, según informó Associated Press décadas después. También jugó la idea de intercambiar tierras ricas en petróleo en el distrito de Point Barrow, en Alaska, por partes de la isla.
“Estados Unidos también intenta crear en Europa Occidental una imagen de sí misma como fuerza democrática positiva, que mantiene valores trascendentes y reconoce la independencia y la autonomía”, afirma Ron Doel, profesor asociado de Historia en la Universidad Estatal de Florida y editor de Exploring Greenland: Cold War Science and Technology on Ice [Explorando Groenlandia: la ciencia de la Guerra Fría y tecnología sobre hielo].
Pero la propuesta conmocionó al Gobierno danés, afirma Hardt. “Aunque debemos mucho a Estados Unidos, no creo que les debamos toda la isla de Groenlandia”, dijo el entonces ministro de Asuntos Exteriores danés, Gustav Rasmussen.
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Continúa el interés por Groenlandia
En 1951, EE. UU. y Dinamarca firmaron un nuevo acuerdo por el que EE. UU. podía seguir operando y estableciendo bases militares en la isla, según lo considerara oportuno la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar transatlántica formada en 1949. Este acuerdo reforzó el papel estratégico de Groenlandia en la defensa transatlántica durante la Guerra Fría.
En la década de 1970 se desclasificaron ciertos documentos de los Archivos Nacionales de Estados Unidos que revelaron intentos de compra de Groenlandia tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no fue hasta 1991 cuando un periódico danés informó por primera vez sobre ellos, suscitando un renovado debate sobre la soberanía de Groenlandia y las ambiciones históricas de Estados Unidos.
Hoy en día, la importancia de Groenlandia sigue creciendo a medida que el Ártico se calienta, abriendo nuevas rutas marítimas y el acceso a recursos sin explotar. Sin embargo, tanto Dinamarca como Groenlandia se han mantenido firmes: Groenlandia no está en venta.
“Groenlandia pertenece al pueblo de Groenlandia”, ha escrito en redes sociales la primera ministra de Groenlandia, Múte Egede. “Nuestro futuro y nuestra lucha por la independencia es asunto nuestro”, sentenció.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.