La fuente de la juventud
La existencia de una mítica fuente capaz de preservar la vida eterna ha sido una leyenda popular durante siglos.
Este cuadro del artista austriaco Eduard Veith muestra una escena en la mítica Fuente de la Juventud. A lo largo de la historia, la gente ha buscado formas mágicas de recuperar la juventud.
Durante sus años crepusculares, el escritor estadounidense Mark Twain señaló que “la vida sería infinitamente más feliz si pudiéramos nacer a los 80 años y acercarnos gradualmente a los 18”.
La ocurrencia de Twain es sólo una de las muchas quejas sobre el acto de envejecer que han ido quedando registradas desde que el ser humano empezó a manifestar los inconvenientes de hacerse mayor. El antiguo poeta griego Homero calificó la vejez de “repugnante”, y William Shakespeare de “horrible invierno”. Dorian Gray, el personaje de Oscar Wilde, incluso preservó su juventud envejeciendo sólo en un cuadro, con un efecto espantoso.
Por lo tanto, no resulta difícil de entender por qué siempre ha existido la esperanza y el rumor de que, tarde o temprano, alguien descubrirá algo (aguas mágicas, por ejemplo, o tal vez la investigación con células madre) para acabar de una vez con todas con la vejez.
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Buscando la Fuente de la Juventud desde Oriente a América
Puede que Alejandro Magno, que conquistó la mayor parte del mundo conocido antes de morir hacia el año 323 a.C., estuviera buscando un río que curara los estragos de la edad. En el siglo XII d.C., un rey mitológico conocido por los europeos como Preste Juan supuestamente gobernaba una tierra que tenía un río de oro y una fuente de juventud.
Pero el nombre más vinculado a la búsqueda de una fuente de la juventud es el del explorador español del siglo XVI Juan Ponce de León, quien supuestamente pensó que se encontraría en Florida. En San Agustín, la ciudad más antigua de Estados Unidos, hay una atracción turística de hace un siglo que pretende ser (aunque de forma irónica) la fuente de la juventud que Ponce de León descubrió en 1513, poco después de llegar a lo que hoy es Florida.
Sin embargo, etiquetar el manantial natural de San Agustín como la Fuente de la Juventud de Ponce de León plantea un par de problemas. Los ancianos que beben el agua sulfurosa del manantial no se convierten en adolescentes. Es probable que Ponce de León no buscara esa fuente y que ni siquiera se acercara a la actual San Agustín. Muchos historiadores creen que desembarcó 225 kilómetros más al sur, cerca de la actual Melbourne (Florida).
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¿La emoción de la búsqueda?
Pero la historia de la búsqueda de la fuente de la juventud es tan atractiva que sobrevive de todos modos, dice Ryan K. Smith, profesor de historia de la Virginia Commonwealth University de Richmond (EE. UU.), al comentar la naturaleza del misterio.
“A la gente le intriga más la historia de buscar y no encontrar que la idea de que la fuente pueda estar por ahí”, afirma Smith.
No se conservan documentos originales de la expedición de Ponce de León a Florida. Existe la teoría de que los historiadores españoles, que escribieron mucho después de su muerte en 1521, pudieron haber creado la historia de que buscaba la fuente para burlarse de él porque era un anciano que quería recuperar su vigor sexual, dice Smith.
Aun así, hay algunas gotas de verdad que han ayudado a sostener el relato. Kathleen Deagan, profesora de arqueología de la Universidad de Florida en Gainesville y becaria de la National Geographic Society, afirma que cerca de la llamada fuente de la juventud se han descubierto un cementerio y los restos de una misión española que se remontan a la fundación de San Agustín en 1565.
“Siempre ha sido interesante e irónico que el lugar sea, de hecho, uno de los sitios históricos más importantes de Florida”, afirma Deagan.
Michelle Reyna, portavoz del Parque Arqueológico de la Fuente de la Juventud de San Agustín, afirma que la fuente ha sido una atracción turística al menos desde 1901, y puede que haya atraído a visitantes desde 1860.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.