Los niños incas sacrificados ritualmente estaban drogados
El cabello de una momia demuestra que las jóvenes víctimas eran consumidoras de coca y alcohol.
Este artículo se publicó originalmente el 29 de julio del 2013 y ha sido modificado el 18 de abril de 2024.
Las tres momias incas encontradas cerca de la majestuosa cima del volcán Llullaillaco, en Argentina, estaban un estado de conservación tan bueno que nos permitieron ponerle cara al antiguo ritual de la capaccocha, cuyo colofón fue el sacrificio de los niños.
Ahora, los restos de la “Doncella de Llullaillaco”, de 13 años, y sus dos compañeros más jóvenes, “El Niño” y la “La niña del rayo”, han permitido concluir que ciertas sustancias estupefacientes estuvieron presentes tanto en su muerte como durante los largos años de rituales y ceremonias que los prepararon para sus últimas horas.
El análisis bioquímico del cabello de la Doncella ha permitido conocer qué comió y bebió durante los dos últimos años de su vida. Estas pruebas concuerdan con los relatos históricos, que mencionan que algunos niños eran seleccionados para participar en ceremonias sagradas ―su cabello las refleja como cambios en el consumo de alimentos, coca y alcohol― cuyo colofón era su sacrificio.
En la religión inca, destacan los autores, la coca y el alcohol podían inducir estados alterados de conciencia que se asociaban con los sagrado, pero es probable que estas sustancias tuvieran también un rol más pragmático: desorientar y sedar a los niños ya en la alta montaña, para que aceptasen con resignación su cruel destino.
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Conservación histórica
La Doncella y sus jovencísimos acompañantes, hallados en 1999, se encuentran en un estado de conservación excepcional debido a los hielos que imperan en la zona donde se encontraban, a 6739 metros de altura (un poco por debajo de la cumbre).
“En relación con las momias que conocemos de todo el mundo, pienso que es la mejor conservada de todas”, explica el forense y arqueólogo Andrew Wilson, de la Universidad de Bradford (Reino Unido). “Parece estar dormida”.
Es precisamente este excepcional estado de conservación lo que ha permitido realizar análisis técnicos que, unidos al estado impecable de los tejidos y objetos que se encontraron en las tumbas, permitieron a los expertos recrear lo sucedido en la montaña hace unos quinientos años.
“Supongo que es lo que le da a todo esto un cariz más espeluznante”, añade Wilson. “Esto no es una momia disecada, ni unos huesos. Es una persona, es una niña. Y los datos que hemos generado con nuestro estudio pintan una imagen muy dura de sus últimos meses y años”.
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Antes del Último Día
Teniendo en cuenta que el cabello crece aproximadamente un centímetro al mes y no sufre cambios posteriores, las largas trenzas de la doncella contienen una línea temporal de marcadores que son un verdadero registro de su dieta, incluido el consumo de sustancias como la hoja de coca, o la chicha, una bebida fermentada a base de maíz.
Estos marcadores indican que fue seleccionada para el sacrificio un año antes de morir, explica Wilson. Durante ese periodo su vida cambió radicalmente, y aumentó mucho su consumo de hoja de coca y alcohol, que en aquel entonces eran sustancias controladas que no estaban disponibles para el consumo diario. “Sospechamos que la Doncella fue una de las acllas, las elegidas, seleccionadas en la pubertad para vivir alejadas de su grupo familiar y ser educadas por sacerdotisas”, continúa, señalando que esta práctica fue documentada por los cronistas españoles, según los relatos que les contaron los incas.
Un análisis previo de ADN y sustancias químicas, dirigido también por Wilson, analizó cambios en la dieta de la doncella y detectó notables mejoras durante el año previo a su muerte, incluyendo la ingesta de alimentos de la élite como maíz y proteínas animales, tal vez carne de llama. Ahora ha quedado demostrado que su consumo de coca también aumentó de forma importante durante todo el año previo a su muerte, con un gran pico doce meses antes del fallecimiento y otro seis meses antes.
“Estos datos encajan con la posibilidad de que llevase una vida normal, incluso de campesina, hasta ese momento, pero un año antes de su muerte la seleccionaron, la apartaron de dicha existencia y del estilo de vida que conocía, y la trasladaron a una vida nueva”, explica Wilson. “Y ahí vemos un cambio inmenso en lo que respecta al consumo de hoja de coca”.
La Doncella consumió grandes cantidades de coca de forma continua durante su último año de vida, pero el alcohol aparece, curiosamente, solo durante sus últimas semanas.
“Probablemente estemos hablando de las últimas seis u ocho semanas, que indican una existencia muy alterada, no sabemos si lo ingería de buen grado o si la obligaban a beber tal cantidad de alcohol. Sin duda, durante las últimas semanas de su vida entró en una fase nueva, en la que seguramente estas sustancias, la coca y la chicha, se usaron casi para controlarla durante los últimos preparativos del rito de la capac cocha y su sacrificio.”
Es posible que en el día de su muerte, las drogas sirviesen para que la Doncella se mostrase más dócil, quedase aletargada o incluso inconsciente. Esta teoría parece corroborarla la posición relajada y sedente en la que fue encontrada en la tumba, y el hecho de que los objetos que la rodeaban estuviesen intactos, igual que su tocado de plumas. En la boca de la momia se encontraron hojas de coca mascadas.
El estudio detectó que los niños más jóvenes consumieron menos coca y alcohol, tal vez debido a su rango menor dentro del propio ritual, o a su distinta edad y tamaño. “Quizás al ser algo mayor, fue necesario que la Doncella estuviese más sedada”, postula Wilson.
Y aunque en otros restos de rituales capaccocha se han encontrado señales de violencia, como traumatismos craneales, estos niños murieron pacíficamente. “O bien lo tenían todo calculado, habían perfeccionado el mecanismo para llevar a cabo este tipo de sacrificio, o estos niños fueron mucho más pacíficos”, explica Wilson.
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Sacrificios con beneplácito estatal
Kelly Knudson, química y arqueóloga de la Arizona State University, no participó en la investigación, pero explica que este emocionante estudio demuestra que la ciencia arqueológica puede ayudarnos a comprender mejor los detalles más íntimos de la vida humana y las antiguas civilizaciones.
“Detectar un aumento del consumo de alcohol y hoja de coca es muy interesante, tanto por lo que nos dice sobre los sacrificados en la capaccocha y su vida anterior, como por lo que nos cuenta sobre la coacción y el control en la época inca”, concluye Knudson.
El sistema de control que llevó a esos niños hasta una cumbre recóndita a una altitud extrema lleva el sello de un apoyo estatal al más alto nivel, según los autores del estudio, y pudo darse en el marco de la expansión militar y política del imperio de Cuzco, que tuvo lugar justo antes de la llegada de los españoles.
“El apoyo logístico que se necesita incluso hoy en día para trabajar a esa altitud es inmenso ―explica Wilson― y estamos hablando de pruebas que apuntan al apoyo más alto posible, a nivel imperial. Hay objetos y ropajes que son de la élite, y productos refinados provenientes de los cuatro puntos cardinales del imperio inca”.
Entre estos objetos hay figuras hechas con conchas del molusco Spondylus, traídas desde la costa, y tocados de plumas de la cuenca del Amazonas. Las estatuas bien talladas de oro y plata, adornadas con ropa en miniatura bellamente tejida, estaban solo al alcance de las capas más altas de la sociedad. “Creo que todo el conjunto representa su estatus, y también el simbolismo de que esto se realizó con la autorización del nivel más alto”, añade. Wilson y los demás autores del estudio sugieren que estos sacrificios pudieron haber sido un método muy estratificado para ejercer el dominio social sobre amplias zonas de territorios conquistados.
(Un estudio de 2012 publicado en PloS ONE demostró que la Doncella sufría una infección pulmonar cuando fue sacrificada).
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Las pruebas corroboran las crónicas de los españoles
Johan Reinhard, Explorador Residente de la National Geographic Society, descubrió las momias en 1999 junto a su colega Constanza Ceruti, de la Universidad Católica de Salta (Argentina).
Reinhard, coautor del nuevo estudio, explica que le interesa especialmente contrastar los nuevos hallazgos con lo que narran los antiguos cronistas sobre esta clase de ceremonias, concretamente los primeros exploradores españoles en el Nuevo Mundo. “Describen cómo se desarrollaban estas ceremonias, pero no eran testimonios de primera mano, ningún español presenció una en persona ―aclara Reinhard―, sino que dependían de lo que les contaban los incas sobre lo que sucedía”.
(A mediados del siglo XVI, por ejemplo, Juan de Betanzos describió sacrificios generalizados de niños, de hasta mil individuos, en base al testimonio de su mujer, que antes había estado casada nada más y nada menos que con el emperador inca Atahualpa).
Ahora parece que los datos encajan con los hechos que describen las crónicas, según explica Reinhard: “De pronto tenemos una imagen que representa muy bien lo que vivieron. Cada vez les prestaban más atención, ofreciéndoles mejores alimentos y coca, que se usaba en las ceremonias y no era algo muy común. Esta atención extra dedicada a los niños se describe exactamente en las crónicas”.
Por ejemplo, no es sorprendente que se detecte un aumento del consumo de coca durante el año previo al sacrificio de los niños elegidos, como la Doncella, porque ya se narraba en las crónicas.
“Describen peregrinajes hacia Cuzco y una serie de ceremonias durante las cuales esos niños eran enviados de un lugar a otro en un largo peregrinaje. Creo que también es interesante que haya un periodo de seis meses asociado a esos picos en el consumo de coca. Podrían ser seis meses en relación a otras cosa, pero una posible hipótesis es que esto corrobora las crónicas históricas que cuentan que algunas de esas vírgenes del sol eran trasladadas para participar en ceremonias del solsticio durante el año anterior a su sacrificio”.
Hoy las momias reposan en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) de Salta, Argentina. Wilson añade que el hecho de que sus restos puedan corroborar hasta tal punto los datos de los registros históricos y arqueológicos es emocionante, pero también es escalofriante que los niños sigan siendo tan claramente humanos incluso muertos.
“Para mí es casi como si los niños fuesen capaces de contactar con nosotros y contarnos su historia. El cabello, especialmente, es algo tan personal, y aquí nos proporciona pruebas convincentes y nos cuenta una historia muy personal incluso después de cinco siglos”.
El estudio se publicó el 29 de julio en la revista PNAS Early Edition.