5 de junio de 2015
En el año 3000 antes de cristo los chinos descubrieron que los filamentos que cubren los capullos de los gusanos de sedan podían ser tratados y convertirse en tejido. China guardó el secreto de la sericultura hasta el año 300 a. C. Más tarde el secreto llegó hasta corea gracias a los tejedores coreanos que estuvieron trabajando en china. Japón aprendió pronto a desarrollar la técnica de tejido y de teñido.
Los comerciantes también llevaron la seda hasta Europa a través de la ruta de 4.000 millas bautizada como “Ruta de la Seda”.
En Roma la ley prohibía a los hombres llevar seda porque lo consideraban algo demasiado femenino.
Dos monjes persas llevaron gusanos de seda de contrabando hasta Constantinopla en el siglo VI, y así llegó el arte de la producción de seda hasta Europa, donde floreció hasta la Segunda Guerra mundial. En ese momento China y Japón recuperaron su dominio en la producción de seda.
La seda sigue siendo un producto de lujo y alto estatus.