Breve historia de algunas de las transiciones presidenciales más tensas de Estados Unidos
Lejos de ser meros "interinos", estos presidentes de EE. UU. se enfrentaron, al final de su mandato, a desastres económicos, crisis internacionales e incluso a estados que se separaron de la Unión.
El 4 de marzo de 1933, el presidente estadounidense Herbert Hoover (izquierda) se une a su sucesor Franklin D. Roosevelt en un descapotable camino de su toma de posesión. Aunque ambos respetaron la tradición de viajar juntos (que se remonta a 1837), estuvieron en silencio durante casi todo el trayecto debido al agitado periodo de transición.
Donald Trump ya es de forma oficial, otra vez, presidente de Estados Unidos y durante la Inauguration Ball todos, quien más y quien menos, hemos recordado en algún momento los tumultuosos últimos días de su primera legislatura en 2021. Después de que Trump pasara meses intentando anular las elecciones con acusaciones infundadas de fraude electoral, una turba armada de sus partidarios invadió el Capitolio de Estados Unidos para interrumpir el recuento de los votos del colegio electoral. Y hay más: el 13 de enero (una semana antes del final de su mandato) Trump se enfrentó a una moción de censura (por segunda vez) en la Cámara de Representantes acusado de incitar a esa insurrección.
Los presidentes salientes de Estados Unidos han sido llamados durante mucho tiempo lame ducks ("patos cojos"), un apelativo cariñoso que hace referencia al menguante poder que ostentan durante sus últimos días en el cargo. Lo habitual es que los presidentes "patos cojos" pasen sus últimos días llevando a cabo tranquilamente tareas administrativas y contribuyendo a una transición ordenada mientras Estados Unidos espera a que su nuevo líder electo establezca la agenda política que marcará el ritmo del país durante los próximos cuatro años.
No obstante, EE. UU. también ha vivido periodos de transición turbulentos. Algunos presidentes estadounidenses han estado trabajando hasta, literalmente, el último minuto de su mandato para impulsar sus programas mientras que otros, en cambio, decidieron cruzarse de brazos durante este limbo administrativo mientras la economía se hundía, e incluso mientras la nación se desmoronaba. Y no siempre ha sido necesario esperar hasta enero. De hecho, durante la mayor parte de la historia del país, los presidentes salientes dispusieron de algo más de tiempo porque la toma de posesión tenía lugar en marzo, y no se trasladó a enero hasta la década de 1930.
A continuación te resumimos algunas de las presidencias de "patos cojos" más frenéticas de la historia de Estados Unidos.
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John Adams y los "jueces de medianoche"
En diciembre de 1800, el presidente federalista John Adams acababa de perder la reelección cuando el presidente del Tribunal Supremo, Oliver Ellsworth, dimitió de su cargo. A sólo tres meses del final de su mandato, Adams decidió actuar. "Adams no se consideraba un pato cojo", escribe el historiador Richard A. Samuelson. "No veía razón alguna para dejar de ejercer los poderes del cargo sólo porque dejaría de ostentarlos pronto", explica.
Adams y sus compañeros del Congreso Federalista se apresuraron a sustituir al presidente del Tribunal Supremo, y a remodelar el Poder Judicial de acuerdo con su visión de ampliar los poderes federales sobre los estados. Tras confirmar al secretario de Estado John Marshall en el Tribunal Supremo, el Congreso aprobó la Ley Judicial de 1801, que reducía el Tribunal Supremo de 6 a 5 escaños y creaba 16 nuevas magistraturas federales. Para el 24 de febrero, Adams ya había presentado sus candidaturas para esos puestos, y el 3 de marzo, su último día en el cargo, firmó algunos otros nombramientos de jueces.
Los demócratas-republicanos, un primitivo partido político liderado por el presidente electo Thomas Jefferson, se mostraron indignados. Viendo estas acciones como un intento partidista de llenar el tribunal y subvertir su agenda, los legisladores derogaron la ley antes de que pudiera entrar en vigor. Desde entonces, los nombramientos de última hora de Adams son conocidos como los de los "jueces de medianoche", y son un excelente ejemplo de sabotaje exprés hecho a última hora por un "pato cojo".
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La secesión de los estados bajo el mandato de James Buchanan
El mandato de "pato cojo" más importante de la historia de Estados Unidos fue el del presidente James Buchanan, que presenció el desmoronamiento del país en medio de las tensiones entre el Norte y el Sur a cuenta de la esclavitud. Durante los últimos meses de su presidencia (y en respuesta a la elección en noviembre de 1860 del republicano antiesclavista Abraham Lincoln), los estados del Sur empezaron a debatir la posibilidad de abandonar la Unión.
Aunque Buchanan se pronunció en contra de la secesión en su discurso del Estado de la Unión del 3 de diciembre, sostuvo que estaba "más allá del poder de cualquier presidente" hacer algo al respecto, y culpó a los estados del Norte de agitarse contra la esclavitud en el Sur. Menos de tres semanas después, Carolina del Sur se convirtió en el primer estado en irse de la Unión.
Después de que los secesionistas del Sur dispararan contra un barco que llevaba suministros a Fort Sumter, en Carolina del Sur, el 9 de enero de 1861, el presidente saliente James Buchanan no tomó represalias contra los rebeldes. Las tensiones fueron en aumento hasta que estalló la Guerra Civil en abril, a los pocos meses del mandato del presidente Abraham Lincoln.
Buchanan adoptó una postura efímera cuando los habitantes de Carolina del Sur exigieron que las fuerzas federales se retiraran de Fort Sumter, en el puerto de Charleston. A principios de enero, Buchanan envió un barco con refuerzos a la base de Carolina. Sin embargo, cuando los sureños abrieron fuego contra el barco, Buchanan se remitió al Congreso para responder, y ninguna de las dos ramas del Gobierno tomó medida alguna.
En los días siguientes, más estados se desligaron de la Unión. Para la toma de posesión de Lincoln, el 4 de marzo de 1861, un total de siete estados ya se habían separado, a los que pronto seguirían otros cuatro, formando los Estados Confederados de América y desencadenando la Guerra Civil de Estados Unidos o Guerra de Secesión.
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Benjamin Harrison impulsa el Pánico de 1893
La negativa de otro presidente a actuar durante otra crisis contribuyó a otra turbulenta transición a finales del siglo XIX. En noviembre de 1892, el republicano Benjamin Harrison perdió la reelección frente al demócrata Grover Cleveland, a quien había desbancado de la presidencia cuatro años antes. La rivalidad entre ambos fue tan enconada que, durante la transición, "el Gobierno de Harrison llevó deliberadamente al país a la ruina", según declaró a Slate la historiadora Heather Cox Richardson.
Los dos partidos políticos llevaban años peleándose por la economía. Los republicanos estaban a favor de aranceles que protegiesen a las empresas estadounidenses de la competencia extranjera, y aprobaron medidas como la Ley de Compra de Plata Sherman de 1890, que obligaba al Tesoro estadounidense a inflar el precio de la plata comprando 4,5 millones de onzas al mes. Esta medida, que provocó la disminución de las reservas de oro del Tesoro, se combinó con otros factores para alimentar el Pánico de 1893.
Incluso cuando la economía comenzó a recuperarse bajo la administración de Harrison, Cox Richardson afirma que los republicanos se pasaron el periodo de vacaciones advirtiendo a los estadounidenses de que la administración demócrata entrante iba a llevar al país a la bancarrota, instándoles a retirar su dinero del mercado de valores. En febrero de 1893 (apenas 10 días antes de la toma de posesión de Cleveland) el mercado de valores empezó a desplomarse. En lugar de actuar, Harrison se cruzó de brazos y dejó que Cleveland cargara con la culpa de la depresión económica que sobrevino.
Hostilidades entre Herbert Hoover y FDR
En 1932, los efectos de la Gran Depresión se extendían por todo el país cuando el republicano Herbert Hoover se enfrentó al demócrata Franklin Delano Roosevelt en las elecciones presidenciales. Roosevelt hizo campaña y ganó con "un nuevo trato [el célebre New Deal] para el pueblo estadounidense" que aliviaría el sufrimiento ampliando el papel del Gobierno federal "distribuyendo la riqueza y los productos de forma más equitativa".
Hoover se opuso a estas políticas del New Deal por considerarlas una amenaza para la libertad individual y trabajó para socavarlas antes de que Roosevelt pudiera tomar posesión. Como escribe el historiador Eric Rauchway, Hoover pasó los meses siguientes a las elecciones intentando persuadir a Roosevelt para que abandonara el New Deal y realizara promesas públicas de equilibrar el presupuesto. Hoover llegó incluso a pedir al presidente electo que creara conjuntamente una comisión económica, una medida que, según el New Yorker, habría permitido a Hoover promulgar su propio programa antes de que comenzara el mandato de Roosevelt. Roosevelt se negó.
Hoover y Roosevelt tampoco se llevaban bien personalmente, y tuvieron varias reuniones polémicas hasta el día de la toma de posesión, el 4 de marzo de 1933. Pero Roosevelt sería el último presidente en verse obligado a esperar hasta marzo para tomar posesión: a principios de ese año, tras determinar que el periodo de transición era demasiado largo, la nación ratificó la 20ª Enmienda, que adelantaba el día de la toma de posesión al 20 de enero.
Andrew Kalp, de 12 años, y su madre, Lisa Swartz, celebran la noticia de que el padre de Kalp, Malcolm Kalp, volvería a casa sano y salvo tras permanecer secuestrado en Irán durante más de un año. El Presidente Jimmy Carter negoció con éxito la liberación de los rehenes el 18 de enero de 1981, sólo dos días antes del final de su mandato.
Jimmy Carter y la crisis de los rehenes en Irán
Incluso con un periodo de transición acortado, los últimos días de las últimas presidencias han tenido su cuota de agitación. En noviembre de 1980, Jimmy Carter perdió la reelección frente a Ronald Reagan, una derrota que se atribuyó en gran medida a su incapacidad para poner fin a la crisis de los rehenes en Irán. A principios de ese año, una turba de militantes invadió la embajada de Estados Unidos en Teherán y tomó como rehenes a 66 estadounidenses. Tanto los intentos de negociación de Carter como su misión militar fracasaron estrepitosamente.
Tras ceder ante Reagan, Carter continuó las negociaciones para poner fin a la crisis. Como escribe la Asociación Histórica de la Casa Blanca, "en esas últimas semanas, el regreso de los rehenes fue casi una obsesión para él". El 18 de enero de 1981, Irán anunció que aceptaba el acuerdo propuesto por la Administración Carter para la liberación de los rehenes. Pero ciertas complicaciones financieras retrasaron la liberación, que no tuvo lugar hasta las 12:33 del 20 de enero, sólo media hora después de que Reagan jurara su cargo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.