Los arrecifes de coral podrían desaparecer en 30 años
Los arrecifes Patrimonio Mundial morirán debido al estrés por calor a no ser que se ponga freno al calentamiento global, según un nuevo estudio de la ONU.
Los arrecifes de coral del mundo, desde la Gran Barrera australiana a las Seychelles en las costas del este de África, se encuentran en grave peligro de desaparecer por completo hacia mediados de siglo a no ser que se reduzcan lo suficiente las emisiones de carbono como para ralentizar el calentamiento de los océanos, según advierte un nuevo estudio de la UNESCO.
Además, esto tendrá graves consecuencias para millones de personas.
Se ha documentado ampliamente la disminución progresiva de los corales, arrecife por arrecife. Sin embargo, el nuevo estudio es el primer examen global sobre la vulnerabilidad de todos los sistemas de arrecifes del planeta y presenta un panorama nefasto. De las 29 áreas de arrecifes Patrimonio Mundial, al menos 25 habrán experimentado para el año 2040 dos fenómenos de decoloración grave por década. Esta frecuencia «matará rápidamente a la mayoría de los corales presentes e impedirá una reproducción exitosa, necesaria para la recuperación de los corales», según ha concluido la UNESCO. En ciertas zonas ya está ocurriendo.
«Se trata de lugares espectaculares, yo he visitado muchos de ellos. Ver el daño que le estamos provocando me rompe el corazón», afirma Mark Eakin, experto en arrecifes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y autor principal del nuevo informe. «Hemos llegado al punto en el que actuar es algo esencial. Es urgente».
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Blanqueos masivos
Para el 2100, la mayoría de sistemas de arrecifes habrán muerto, a no ser que se reduzcan las emisiones de carbono. Para esa fecha habrán desaparecido ya otros muchos. «Se proyecta que el calentamiento supere la capacidad de supervivencia de los arrecifes en una o tres décadas para la mayoría de los lugares Patrimonio Mundial que contienen arrecifes de coral», según afirma el informe.
Los arrecifes, que en ocasiones se denominan las selvas tropicales de los océanos, ocupan menos de un uno por ciento del lecho oceánico, pero sirven de hábitat para un millón de especies, entre las que se encuentra un cuarto de los peces del planeta. También protegen las costas contra la erosión provocada por las tormentas tropicales y actúan como una barrera ante el aumento del nivel del mar.
«Es terrorífico pensar en las repercusiones de la pérdida a gran escala y a nivel global de los arrecifes», dice Ruth Gates, directora del Instituto hawaiiano de biología marina en Kaneohe, Hawái. «La reducción de los suministros de alimentos, la falta de protección en las costas a medida que los arrecifes desaparecen y la erosión del suelo subsiguiente harán que algunos lugares sean inhabitables y que las personas se vean obligadas a desplazarse. Por no mencionar la desaparición del turismo relacionado con los arrecifes».
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En los últimos tres años, 25 arrecifes —que comprenden tres cuartos de los sistemas de arrecifes del mundo— experimentaron varios fenómenos de blanqueo en lo que para los científicos ha sido la secuencia de decoloración de corales más grave hasta la fecha. La Gran Barrera de coral ha sufrido un golpe especialmente fuerte. Entre otros arrecifes que han sufrido graves blanqueos se encuentran las Seychelles, Nueva Caledonia, a 1.210 kilómetros del este de Australia, y Hawái y Florida, en Estados Unidos.
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«Los últimos tres años han sido extremadamente deprimentes para mí», afirma Ekin, de la NOAA. «Estamos presenciando un daño verdaderamente catastrófico en numerosos arrecifes en todo el mundo. El daño que hemos observado en la Gran Barrera es el mayor registrado en los últimos 20 años».
Algunas personas ya están viviendo las consecuencias, que pronto serán más graves, según Scott F. Heron, colega de Eakin en la NOAA y coautor del estudio. En islas de baja altura como Kiribati, una serie de 33 atolones de coral en el océano Pacífico central, el agua salada ya ha inundado las fuentes potables de agua dulce. Las mareas cada vez más altas y los arrecifes que desaparecen están causando más marejadas ciclónicas. Pronto, la pérdida de coral, especialmente cuando se combina con la sobrepesca global, se traducirá en menos peces y en la falta de fuentes de proteína a nivel local.
«Se trata de problemas reales que está experimentando gente real», explica Heron. «He conocido a estas personas. Han venido a mi casa. Esto está ocurriendo».
Heron también señala que, pese al escepticismo en algunos frentes sobre el cambio climático, incluso los modelos más rudimentarios de hace dos décadas predijeron el tipo de daño en los arrecifes que estamos presenciando en la actualidad.
«Si lo que proyectaron los modelos de entonces ha empezado a hacerse realidad, incluso con todos los problemas que tenían, entonces deberíamos tener fe en la ciencia tras las proyecciones actuales», afirma Heron. «Y esas proyecciones dicen que si no actuamos, habrá muchos impactos graves».
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Es hora de actuar
La mayoría de lugares Patrimonio Mundial son gestionados a nivel local para controlar los contaminantes procedentes de los vertidos agrícolas o de la sobrepesca. Ahora, según Ekin y Heron, la «amenaza global ubicua» para los sistemas de arrecifes se ha vuelto tan grande que las medidas de protección locales son insuficientes. Esperan que su nueva y pesimista evaluación ayude a las naciones del mundo a darse cuenta de que, a no ser que actúen más rápido para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, estos lugares tan especiales —y la gente que depende de ellos— sufrirán enormemente, mucho antes de lo esperado.
«Cuando alguien necesita ayuda, la mayoría de nosotros nos esforzamos para ayudar, es una característica humana. Es lo que nos convierte en personas», añade Heron. «Que las personas a quienes más les afectan estos cambios no sean necesariamente personas con las que nos encontramos diariamente no nos libra de la responsabilidad de ayudarles».
Para saber cómo afecta la acción humana al océano, puedes leer más acerca de este problema en la web de nuestro proyecto Pristine Seas, inaugurado por el doctor Enric Sala.