Esta startup de la India transforma el hollín de los tubos de escape en tinta
El hollín que sale de los tubos de escape está siendo reutilizado para crear arte.
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Anirudh Sharma estaba en una conferencia en la India cuando advirtió las partículas negras que se acumulaban sobre su camisa blanca. Esas pequeñas manchas procedían de la polución en el aire que le rodeaba.
Los subproductos de la quema de combustibles fósiles como gasolina o carbón provocan problemas en la salud y efectos climáticos en todo el mundo, especialmente en las ciudades de la India, que están creciendo cada vez más. Sin embargo, en aquel momento Sharma vio las partículas contaminantes como algo más sencillo: un agente de coloración.
Volvió al MIT Media Lab en Cambridge, Massachusetts, donde era un estudiante especializado en realidad aumentada, y empezó a trabajar en la idea de convertir la contaminación por carbono en tinta. Empezó con hollín de vela y elaboró un prototipo. Tras finalizar su máster, volvió a la India en 2016 y cofundó una empresa colaborativa llamada Graviky Labs para seguir trabajando en su tinta, Air-Ink, y en otras ideas.
Todo el mundo del equipo inicial de Graviky era de Delhi, uno de los lugares más contaminados del mundo, según afirma el cofundador Nikhil Kaushik.
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«Entendíamos lo que significaba cuando alguien se refería a la contaminación», dice él. «No ignorábamos lo que era la contaminación, ni los problemas que causa. Eso nos ayudó mucho».
Desarrollaron un dispositivo que puede introducirse en el tubo de escape de un coche o en un generador portátil y recogieron el hollín que se forma cuando se quema combustible diesel. Al mezclar el fino polvo negro con disolventes, produjeron tinta que introdujeron en botellas y rotuladores.
Kaushik afirma que Air-Ink tiene un beneficio doble: «No es solo que estemos reciclando ese material y fabricando tinta. Lo que estamos haciendo es remplazar el negro de carbón que habría sido utilizado para fabricar tintas negras». Los fabricantes suelen utilizar el hollín conocido como negro de carbón en gomas, tinta, pinturas y papel carbón.
Tras publicar su proyecto en Kickstarter a principios de años, el equipo consiguió reunir 41.000 dólares, casi tres veces las donaciones que buscaban para empezar a producir Air-Ink en cantidades más grandes. A partir de la financiación por parte de una empresa cervecera, empezaron a distribuir la tinta a los artistas, quienes crearon obras en zonas públicas en Londres y Singapur, entre otras ciudades.
«Al principio pensé: ‘esta va a ser un timo’», afirma Kristopher Ho, un artista de Hong Kong y uno de los primeros en probar la tinta. «Pero después de probar los rotuladores, me di cuenta de que eran bastante buenos». Ho dice que los rotuladores son más densos que la tinta tradicional, lo que los hace perfectos para pintar.
El equipo de Graviky ha producido unos 1.000 litros de tinta durante los últimos 12 meses, según Kaushik. Graviky estima que cada 30 mililitros de tinta contienen 45 minutos de polución procedente de los tubos de escape. El equipo está trabajando para reducir el coste de los productos, entre los que también se incluye tinta para impresión serigráfica. Conseguir meter la tinta en cartuchos de impresoras, según él, sería el «santo grial», pero es difícil para los jugadores más pequeños entrar en la industria.
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Después está el tema de recoger el carbono de los dispositivos de los tubos de escape. Por ahora, el mayor número de dispositivos recuperados es de 75, según Kaushik. Su visión es, por ejemplo, pequeños «ecosistemas» en las flotas de camiones, ya que cientos de camiones de reparto salen y vuelven a los mismos lugares y podrían dejar el dispositivo fácilmente. Otra idea es en gasolineras, donde los conductores podrían hacer depósitos en un «banco de carbón».
El nombre de «banco» es algo intencional, ya que tiene en cuenta el valor del carbón. «Es un concepto humano el tratarlo como si fuera un desecho», afirma Kaushik. «Creemos que, en la naturaleza, nada es un desecho. Todo tiene un valor».
El equipo de Graviky también está trabajando en sensores de contaminación que puedan ayudar a la gente a medir la calidad del aire allí donde viven. La plantilla trabaja simplemente en conceptos que les gustan. Los proyectos necesitan tener un impacto social y tener sentido en la parte comercial, pero ganar dinero no es lo que nos mueve, dice Kaushik. Al igual que los artistas que han conocido, dejan que la pasión les guíe.
«Si estás haciendo algo que tiene sentido para la gente, el dinero llegará. El mayor desafío es poder ceñirse a la idea», explica. «Eso es lo más importante, no preocuparnos por el dinero».
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