La Gran Vía afronta 108 años después su última transformación por un futuro más verde
Obras faraónicas, cambios de nombre, una guerra civil y sobre todo mucho tráfico rodado después de 108 años, han convertido la Gran Vía de Madrid en uno de los enclaves más problemáticos en cuanto a calidad del aire de la capital de España.
El inicio de las obras
La construcción de la calle más famosa de Madrid, que en la actualidad conecta la Calle de Alcalá con la Plaza de España, planteó un auténtico desafío urbanístico para una ciudad que a finales del siglo XIX inició su transformación de corte a metrópoli. Con ese propósito el rey Alfonso XIII inauguró las obras el 4 de abril de 1910.
La construcción de la Gran Vía se prolongó durante más de cuarenta años: casi trescientas casas y quince calles fueron demolidas, se levantaron nueve mil metros de aceras y veintinueve mil metros de adoquines, además de una intrincada red de canalizaciones subterráneas a la altura de los nuevos e imponentes edificios de la calle que haría de escaparate de la nueva era cosmopolita de la capital de España.
La “Avenida de los Obuses”
La guerra no pasó inadvertida en la Gran Vía, ya que por casualidad su trazado apuntaba en la dirección del ataque franquista sobre la ciudad. Madrid, la sede del gobierno republicano, decidió cambiar el nombre del buque insignia del callejero madrileño por "Avenida de Rusia" debido al apoyo de la URRS a la República Española. Durante aquellos años también fue conocida como "Avenida de los obuses” debido a que los rascacielos circundantes ofrecían una diana irresistible para la artillería de los sublevados que castigaba la ciudad desde la Casa de Campo.
Después de la reparación de los daños causados por la contienda civil, el régimen no dudó en emplear la Gran Vía como escenario de sus paradas militares y de recepciones oficiales. Al igual que hizo el gobierno republicano, el movimiento intentó adueñarse de uno de los símbolos de la modernidad madrileña. Durante aquellos años, la Gran Vía fue conocida como la "Avenida de José Antonio", en honor al fundador de la Falange.
El pequeño Broadway
La inmejorable oferta de espectáculos que ofrecen los teatros Apolo, Lope de Vega y Rialto junto con auténticos iconos del séptimo arte como los cines Capitol, Callao y de la Prensa, han atraído en masa a los madrileños hasta el corazón de la Gran Vía, que hoy en día constituye un importante escenario económico y de consumo para las cuentas de la capital.
La factura medioambiental del crecimiento
Desde que se colocara la primera piedra el 4 de abril de 1910, Gran Vía de Madrid ha evolucionado vertiginosamente al ritmo de los tiempos hasta convertirse en la arteria a la cual tomar el pulso para determinar la calidad del aire que respiran los madrileños. Y el diagnóstico no es bueno: Madrid tiene las arterias congestionadas de dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas procedentes de la combustión del carburante.
En junio de 2018, el centro de la capital de España se cerrará al tráfico privado, que quedará restringido a los residentes y al transporte público, tras la aprobación del Plan A de calidad del aire y cambio climático del Ayuntamiento de Madrid.
Así se desprende del plan aprobado por el gobierno municipal, que con estas medidas pretende acatar la directiva de calidad del aire de la Unión Europea (que Madrid incumple desde 2010).
La Universidad Politécnica de Madrid ha asegurado en un estudio que la aplicación de las medidas recogidas en dicho plan permitirá reducir las emisiones de dióxido de nitrógeno en un 23 % hasta 2020 y las de partículas en un 8 y un 9 %, respectivamente.
Un plan de futuro
El Plan A de calidad del aire puesto en marcha por el consistorio prevé la aplicación de 30 medidas y está dotado con un presupuesto de 543,9 millones de euros.
La medida más ambiciosa es la que prevé realizar actuaciones sobre el parque móvil y actualizar los patrones de movilidad urbana para contrarrestar su impacto sobre la calidad del aire. La aplicación de esta medida supondrá una inversión de 330 millones de euros.
El proyecto para la mejora del aire de los madrileños contempla cuatro líneas de actuación: movilidad sostenible, gestión urbana baja en emisiones, adaptación al cambio climático y sensibilización ciudadana además del fomento de la colaboración con otras administraciones.
Otro de los objetivos principales del plan A de calidad del Aire contempla la creación de una Zona central de Cero Emisiones que abarque las actuales áreas de prioridad residencial (APR) de Embajadores, Letras y Ópera además de la Gran Vía.
Tras los ensayos de las pasadas navidades, las restricciones al tráfico en la Gran Vía lograron reducir los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) hasta en un 32 %, según las conclusiones que se desprenden del análisis de Ecologistas en Acción sobre el impacto del cierre parcial al tránsito vehicular de las calles principales del centro de la ciudad.
La Unión Europea se pone en guardia ante la calidad del aire
Europa multará el incumplimiento de los objetivos de 2030 y 2050 que obligan a los países firmantes a acometer la progresiva reducción de las emisiones. El veredicto de los auditores de la Unión Europea (UE) constituye otro de los riesgos derivados de la contaminación atmosférica.
Las advertencias del Ejecutivo europeo a España y a otros Estados miembros de la Unión Europea sobre contaminación del aire se traducirán en acciones legales si no se adoptan las medidas pertinentes, según aseguró el comisario europeo de Medio Ambiente, Karmenu Vella.
El comisario lanzó su advertencia tras la reunión que mantuvo en enero con los representantes de los nueve países señalados (Alemania, República Checa, España, Francia, Italia, Hungría, Rumanía, Eslovaquia y Reino Unido) por sobrepasar los límites de contaminación del aire por partículas finas (PM10) y por dióxido de nitrógeno (NO2).
Compromiso con el desarrollo sostenible
Los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático, obligan a los firmantes a respetar los objetivos de desarrollo sostenible, una tarea quizá costosa pero fundamental para frenar el aumento de la temperatura de nuestro planeta.
El cambio climático no es un problema del futuro o de lugares lejanos. Sus efectos ya se notan en todo el planeta y Madrid no es una excepción.