El volcán más activo de Europa se está deslizando hacia el mar

Las primeras mediciones submarinas del movimiento del Etna indican que la gravedad impulsa el desplazamiento de este fiero volcán.

Por Robin George Andrews
Publicado 11 oct 2018, 16:17 CEST
Etna
El Etna, en Sicilia, expulsa lava durante una enorme erupción en 2013.
Fotografía de AM Design, Alamy Live News

El monte Etna, en el límite noreste de Sicilia, es un volcán hiperactivo capaz de producir tanto flujos de lava incandescente como explosivos espectáculos pirotécnicos rodeados de rayos. También se está desplazando hacia el mar Jónico y un nuevo estudio aporta pruebas del porqué.

Se ha sabido durante bastante tiempo que el Etna se mueve. Pero no lo hace rápido: de media, su migración ocurre mucho más lentamente que el ritmo de crecimiento de las uñas humanas. Pero los geólogos buscan la causa exacta del movimiento del volcán, ya que está vinculado al riesgo de que el sufra un derrumbamiento catastrófico.

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Casi un millón de personas viven en las laderas del Etna y millones más residen en las costas del mar Jónico. Si parte del volcán cerca de la costa se vuelve inestable y se desprende en el agua, podría generar tsunamis que devastarían las orillas del Mediterráneo oriental.

«Un derrumbamiento masivo sería un desastre en una zona vasta y densamente poblada», afirma Boris Behncke, vulcanólogo del Observatorio Etna del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia, que no participó en el último estudio.

El terreno resbaladizo del Etna

Para su nuevo estudio, publicado en Science Advances, un equipo liderado por Morelia Urlaub del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica en Kiel, Alemania, dispuso varios transpondedores submarinos en torno a las faldas sudorientales del Etna, la parte móvil de la montaña, según sospechan.

Estos transpondedores contenían sensores de presión que detectaban los movimientos más leves de las faldas mar adentro. Los dispositivos también registraron sus posiciones respecto al resto, por eso el equipo pudo detectar el movimiento de la falda en comparación con las partes más estables del terreno.

Según el equipo, sus resultados demuestran que la gravedad es la fuerza principal que provoca el movimiento de esta parte del volcán. El magma que sube dentro del volcán también está implicado, pero el equipo cree que ejerce un efecto general menor sobre la ladera marina del Etna.

Los nuevos resultados «nos transportan al emocionante reino del seguimiento submarino en el Etna por primera vez», afirma el vulcanólogo John Murray, de la Open University de Reino Unido, que no participó en la nueva investigación. Murray dirigió un estudio anterior que también supervisó el deslizamiento del Etna y explica que los nuevos datos se ajustan a las observaciones de su equipo, ya que «las fuerzas magmáticas son menos importantes que la expansión gravitacional en el desplazamiento externo del Etna».

Hasta hace poco, muchos expertos pensaban que las inyecciones de magma a poca profundidad dentro del feroz volcán eran las principales impulsoras de su desplazamiento. De hecho, durante algunas erupciones del Etna, dispositivos de rastreo han registrado movimientos de varios metros. Esto tendría sentido: el magma ascendente puede inflar partes de la montaña, añadiendo más peso en algunas secciones y provocando la aparición de debilidades estructurales.

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    Pero la falda sudoriental del Etna tiende a deslizarse por brotes y no todo ese movimiento está vinculado a la roca fundida de su interior.

    Durante las labores de supervisión más recientes, entre abril de 2016 y julio de 2017, se detectó un importante movimiento en torno a mediados de mayo de 2017, cuando la falda del volcán se desplazó hacia el mar entre 2,5 y 5 centímetros. Esta actividad coincidió con el movimiento de una falla local durante ocho días.

    El equipo está de acuerdo en que el magma sí está implicado, ya que otras aceleraciones de la falda coinciden a la perfección con intrusiones inequívocas de nuevo material fundido. Pero el hecho de que deformaciones tan gigantescas tengan lugar lejos de la cumbre, dominada por el magma, sugiere dicha gravedad es la estrella del espectáculo, una idea que comparten otros grupos de investigadores.

    En abril, el equipo de Murray informó de su trabajo empleando cientos de kits GPS tierra adentro para evaluar el movimiento del Etna. Sus datos indicaron que entre 2001 y 2012 el Etna se desplazó hacia el mar Jónico en dirección sureste a un ritmo de unos 14 milímetros al año. Estos investigadores también sospechan que la gravedad es la fuerza impulsora que empuja al Etna sobre una capa de sedimentos sueltos.

    Un posible derrumbamiento

    El estudio de abril sugería que todo el volcán se estaba desplazando, pero el nuevo estudio solo investigó la falda sudoriental. Aun así, con ambos estudios en mente, «parece que el consenso cambia hacia un deslizamiento provocado por la gravedad como mecanismo dominante» de los movimientos del Etna, afirma Urlaub.

    Según Behncke, las interpretaciones del nuevo estudio son bastante razonables, aunque añade que se trata de una situación compleja y es probable que la contribución de los tirones gravitacionales y los movimientos magmáticos varíen con el tiempo. Ambos factores están vinculados, y los movimientos de la falda provocados por la gravedad permiten que sucedan las intrusiones de magma.

    «Es complicado afirmar algo definitivo, a no ser que los métodos empleados por los autores se apliquen durante un periodo mucho más largo que cubra un área mucho más grande», afirma.

    También está la cuestión de si el movimiento de la falda sudoriental podría provocar un derrumbamiento catastrófico. Los datos de Urlaub indican que es una posibilidad, aunque señala que todavía no cuentan con información suficiente como para afirmarlo con seguridad. Los geólogos necesitan décadas de datos de seguimiento antes de determinar la diferencia entre un deslizamiento normal y otro rápido.

    Actualmente, no existen señales de un derrumbamiento inminente en las laderas del Etna, pero la falta de datos sobre incidentes similares implica que no hay forma de determinar cuándo podría ocurrir un derrumbe. No es de extrañar que el Etna sea uno de los volcanes más supervisados del planeta.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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