Este árbol está invadiendo África: ¿podrán detenerlo?
El mezquite fue introducido a propósito desde el Nuevo Mundo, pero el sueño de que fuera un árbol útil se convirtió en una pesadilla.
Mohammed Al-Murawih recuerda haber pensado con alegría en que el desierto fuera siempre verde. No tendría que llevar a sus camellos a kilómetros de distancia en busca de pastos y no correría el riesgo de perder animales en años de vacas flacas. Su familia ya no pasaría hambre.
Por eso, cuando hace una década empezaron a aparecer árboles exuberantes entre la arena y las rocas en torno a su aldea en el estado de Kordofán del Norte, en el suroeste de Jartum, la capital de Sudán, Murawih se alegró. Por fin algo de vegetación, pensó, y por fin algo de sustento para su ganado, cada vez más demacrado ante las frecuentes sequías. Otros pastores mostraban el mismo júbilo que este nuevo rival. A finales de 2012, la mezquita de la aldea rezó en agradecimiento a su buena fortuna.
Sin embargo, la dicha no duró mucho: la comunidad pronto empezó a arrepentirse. Estos arbolitos —un tipo de mezquite denominado Prosopis juliflora— eran demasiado prolíficos, demasiado codiciosos. Sus matorrales espinosos no eran tan útiles como esperaban. A medida que los problemas crecían y las plantas se multiplicaban, Murawih pronto deseó jamás haber puesto la vista en esta amenaza botánica.
«Cuando oímos hablar de este árbol por primera vez, este árbol que puede crecer en cualquier parte, pensamos: bien, esto traerá sombra y comida», afirmó. «Pero, en realidad, no fue así. Es un árbol malvado».
El mezquite P. juliflora se presentó como una posible solución para algunos de los problemas más acuciantes de África oriental, cuando las agencias de desarrollo lo introdujeron durante gran parte del siglo XX, a partir de la década de 1920. Al producir follaje y alimentación para animales en zonas donde ambos escaseaban, debía fortalecer las tierras secas desmoronadas de la región. Y al mantener a raya la arena con sus raíces profundas, se consideraba una herramienta muy necesaria para combatir la desertificación. Al principio, demostró su valía. Algunos agricultores atribuyen la existencia continua de sus campos a sus propiedades; otros valoran el mezquite por ser una fuente de carbón vegetal en una época en la que los estados adoptan posturas más estrictas ante la tala.
Pero casi como si se tratara de una demostración de libro de texto de los peligros de las especies invasoras, el mezquite mostró su lado más cruel. Se expandió por gran parte de África, lentamente al principio y más rápido en los últimos años. Y conforme coloniza franjas de terreno, el árbol ha complicado la vida de millones de personas. Ha desplazado especies más débiles y nutritivas y envenenado al ganado que consume sus vainas. Al hacerlo, ha perjudicado a los pastores, las personas a las que debía ayudar. Sus raíces, como tentáculos, han absorbido el agua en distritos que ya pasaban sed. El mezquite tiene tal capacidad para causar estragos que, aparentemente, también ha contribuido a la propagación de la malaria.
«Si pudieran gestionarlo mejor, estaría bien, pero no se puede. Es una planta mala», afirmó Arne Witt, coordinador de especies invasoras del Centro de Biociencia Agrícola Internacional (CABI), que ha pasado décadas supervisando la expansión de la planta. «Está destrozando hábitats. Está creando monocultivos. No se queda allí donde la plantan». La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica el Prosopis juliflora, que también se ha establecido en partes de Asia y Australia, como una de las peores especies invasoras.
Originalmente, el mezquite se trajo a África occidental en el siglo XIX desde Sudamérica, donde es autóctono. Las raíces de este árbol, que pueden penetrar hasta 50 metros bajo tierra, le permiten encontrar agua en terrenos áridos y su capacidad para resistir temperaturas extremas ha permitido que prospere allí donde otras plantas se marchitan. Al no tener depredadores naturales fuera de su hábitat autóctono, el mezquite se ha expandido a lo largo de varios millones de hectáreas en los últimos años, según la UICN. La expansión ha sido particularmente drástica en África oriental desde las fuertes lluvias de El Niño de 1997-1998, que distribuyeron las semillas de las plantas aún más.
Devorador de tierra, asesino de animales
A las nueve de la mañana de un día de julio, los campos de Dulga, en el estado sudanés de Gezira, deberían estar llenos de vida. Sin embargo, ante la proximidad de la estación de siembra, un hombre solitario va de aquí para allá con un hacha. Tala un mezquite y extrae una raíz tras otra. Solo cuando ha retirado un árbol entero, un árbol joven de 1,8 metros y raíces profundas, Mohammed Zain Al-Baseer hace una pausa para fumarse un pitillo.
«Es tan trabajoso que la mayoría no lo ven útil», afirmó, señalando los espacios vacíos a su alrededor. «Gastaremos más en la preparación del terreno de lo que ganaremos por los cultivos. Es una vergüenza lo que puede hacer un árbol».
Los agricultores de África oriental pensaron que conocían lo que era la adversidad, pero en algunas de las áreas más afectadas, el mezquite ha hecho que la agricultura sea prácticamente imposible. Los ha obligado a pasar tiempo y gastar un dinero que no tienen en despejar los campos, y a beber el agua que sus cultivos necesitan desesperadamente. Un estudio sudafricano sugiere que el país pierde hasta 700 millones de metros cúbicos de agua subterránea por esta planta cada año, una cantidad comparable a la mitad del uso anual de la ciudad de Nueva York. La situación es especialmente dura en países como Sudán, donde una reciente crisis de combustible ha privado a muchos del uso de excavadoras mecánicas, y en Kenia, donde la mayoría de los agricultores carecen de acceso a estas herramientas.
“Cuando oímos hablar de este árbol por primera vez, este árbol que puede crecer en cualquier parte, pensamos: bien, esto traerá sombra y comida. Pero en realidad no fue así. Es un árbol malvado.”
Estos problemas de gestión de tierras son aún peores para los pastores, que aún se están recuperando de la desertificación y las sequías. En algunas partes del norte de Kenia, el mezquite crece tan densa, rápida y abundantemente que bloquea las vías migratorias de los animales. En Garissa, no muy lejos de la frontera con Somalia, los densos bosques de mezquite a lo largo de la ribera del río han impedido al ganado acercarse a importantes abrevaderos.
Las autoridades de algunos de los países más áridos de África afirman que estas plantas les roban los escasos pastos que les quedan. «Ocupan todo el espacio y los pastos desaparecen», afirmó Dini Abdullah Omar, director general del Ministerio del Medio Ambiente de Yibuti. «Apenas tenemos ninguno, por eso esto es una tragedia».
También tiene consecuencias para la salud del ganado. Se suponía que el mezquite sería una fuente de alimento para los animales en tierras áridas y, aunque lo han consumido, no ha surtido los efectos deseados. Las vainas son muy dulces y se pegan a los dientes de los animales. El ganado vacuno sufre caries dentales y los camellos contraen diabetes. El árbol es tan formidable que ha desplazado a otras especies. Ahora, el ganado apenas tiene nada salvo las temidas vainas para alimentarse.
«Lo ideal sería que fueran entre el 20 y el 25 por ciento de su dieta, pero en lugares como Baringo no hay nada más», afirmó George Muthike, científico e investigador del Instituto de Investigación Forestal de Kenia, refiriéndose a un condado particularmente afectado del norte de Kenia. «Ocupa cualquier terreno que tenga por delante».
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Pero es posible que lo peor esté por llegar. Al haber colonizado pastizales fundamentales en Kenia y Etiopía, y extinguido gran parte de la vegetación en el proceso, el mezquite ha contribuido a presionar a la cebra de Grévy, que ya está en peligro de extinción. En un giro dramático, la cebra ha sido una de las causantes involuntarias de su propia ruina, ya que sus excrementos actúan como fertilizante y su alimentación contribuye a la expansión de las semillas. Y al aportar a los mosquitos un néctar abundante, el mezquite podría hacer que la malaria avance hacia nuevas zonas. Con flores que florecen durante la mayor parte del año, parece que la planta fomenta la transmisión de la enfermedad, según sostienen diversos estudios, entre ellos uno en el Malí rural.
¿Puede erradicarse el mezquite?
Con todo, a pesar de todos los problemas del mezquite, las opiniones respecto a qué medidas tomar están divididas. Pese a lo incapacitante que puede ser, algunos agricultores han pasado a depender de sus ventajas. Mahmoud Jamal, un agricultor que vive cerca de la localidad sudanesa de Karima, atribuye la existencia de su propiedad a la planta. Muchas de las plantaciones de sus vecinos se han convertido en desierto, pero los árboles de raíces profundas que plantó en torno a sus tierras parecen haber detenido el avance de la arena.
«Es malo y lo devora todo. Por eso lo llamamos el árbol del Partido del Congreso Nacional», dijo, bromeando sobre el partido político del dictador sudanés. «Pero es bueno cuando está de tu parte».
En Kenia, donde el gobierno ha impuesto una moratoria en la tala de árboles por la deforestación rampante, el mezquite ha sido propuesto como una alternativa indeseable y prolífica a las especies autóctonas que tienen dificultades. Podría traer hasta 300 millones de dólares en carbón vegetal, según sugiere el Ministerio Forestal y del Medio Ambiente. El árbol también podría tener potencial como leña y en la energía de biomasa. Nada de esto sería suficiente para equilibrar las desventajas, según reconocen los defensores del plan, pero con una importante contaminación de mezquites y escasez de fondos, creen que es la opción menos mala de la que disponen.
«Al analizar los presupuestos y calcular la cantidad de dinero que sería necesaria, quizá no sea posible deshacerse de él», afirmó Muthike. «Si tenemos en cuenta las dificultades, tenemos que utilizarlo».
Sin embargo, otros científicos insisten en que debe darse prioridad a la erradicación. Advierten de que defender su uso solo contribuirá a su expansión.
Una de las ideas propuestas consiste en liberar a los enemigos naturales de la planta, como la polilla evippe. Pero, a pesar de la seguridad de algunos científicos, a las autoridades les preocupa que la polilla acabe convirtiéndose en un problema.
Mientras tanto, se están produciendo las condiciones perfectas para la expansión del mezquite. Más fenómenos extremos vinculados al cambio climático, como las inundaciones, podrían transportar sus semillas por doquier. El árbol también podría adaptarse, lo que permitiría que se expandiera aún más. Parece probable que siga impactando a una de las regiones más vulnerables del mundo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.