Con 20.700 kilómetros cuadrados, esta podría ser la mayor zona muerta del golfo de México
La escorrentía provocada por las intensas precipitaciones en el Medio Oeste estadounidense llevó toneladas de fertilizantes y aguas residuales al mar, lo que contribuyó a una enorme y devastadora franja de agua contaminada.
En la costa de Luisiana y Texas, donde desemboca el río Misisipi, el océano se muere. El fenómeno cíclico denominado zona muerta tiene lugar cada año, pero los científicos estiman que el de este año podría ser uno de los más grandes de la historia escrita.
Las lluvias anuales de primavera arrastran los nutrientes empleados en los fertilizantes y las aguas residuales al río Misisipi. Ese agua dulce, menos densa que el agua marina, permanece en la superficie del mar e impide que el oxígeno se mezcle en la columna de agua. Finalmente, dichos nutrientes de agua dulce pueden provocar un arrebato de proliferación de algas, que consumen oxígeno a medida que las plantas se descomponen.
El área resultante de agua con bajos niveles de oxígeno provoca un fenómeno denominado hipoxia, y los animales de la zona se asfixian y mueren. Los científicos estiman que este año la zona muerta del golfo de México ocupará un área ligeramente superior o inferior a 20.700 kilómetros cuadrados sobre la plataforma continental frente a la costa.
Un ecosistema asfixiado
«Cuando el oxígeno es inferior a dos partes por millón, los camarones, cangrejos y peces que puedan alejarse nadando, lo harán», afirma Nancy Rabalais, ecóloga marina de la Universidad del Estado de Luisiana. «Los animales en el sedimento [que no puedan alejarse nadando] serán prácticamente aniquilados».
Los animales como los camarones suelen buscar más oxígeno en aguas poco profundas y cerca de la orilla. Los camarones en aguas hipóxicas son más pequeños y la contaminación atrofia su crecimiento.
Un estudio publicado en 2017 indicaba cómo la zona muerta afecta a los camaroneros de la costa del Golfo, ya que baja el precio de los camarones y reduce los beneficios de los negocios locales.
Las zonas muertas no solo tienen lugar en el golfo de México, aunque se estima que la de este es la segunda más grande del mundo. En la zona muerta más grande del mundo, en el mar Báltico, la falta de oxígeno devastó las pesquerías y la mayoría de los animales marinos son incapaces de sobrevivir allí.
En la costa oeste de Estados Unidos, las industrias de cangrejos y ostras de California y Oregón han declarado pérdidas desde principios del siglo XXI y sostienen que la ola anual de agua marina con bajos niveles de oxígeno ha devastado a muchos de los animales que suelen pescar entre los sedimentos.
Las causas de la zona muerta
Rabalais afirma que no le sorprende que la zona muerta de este año sea tan grande. Esta primavera, gran parte del Medio Oeste registró precipitaciones sin precedentes, lo que provocó un aumento de la escorrentía hacia el mar. Muchos agricultores se vieron tan afectados por las lluvias intensas que no pudieron plantar productos como maíz y habas de soja, es decir, que todo el fertilizante abundante en nitrógeno y fósforo que habían utilizado fue arrastrado al Misisipi. Los científicos estiman que el calentamiento del clima podría provocar precipitaciones más extremas en la región y, en última instancia, dificultar el control de la escorrentía de fertilizantes.
«La mejor manera de resolver el problema es limitar los nutrientes en su fuente», afirma Rabalais. «Una vez están en el río, no hay una forma adecuada para reducirlos».
Eugene Turner, también de la Universidad del Estado de Luisiana, colaboró con Rabalais para estimar el tamaño de la zona muerta. Según él, las mejores prácticas de gestión podrían reducir el área y ha sugerido mantener la salud del suelo mediante la rotación de cultivos, el menor empleo de fertilizantes y el uso de cultivos de cobertura para mantener el suelo en su lugar.
David Scheurer es un científico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense que estudia zonas muertas. Indica que resulta difícil atribuir una zona muerta con un área superior a una sola práctica como la escorrentía agrícola, pero aclara que esta desempeña un papel importante en la formación de la zona. Las aguas residuales y la meteorología también afectan al tamaño de la zona muerta.
Don Parrish, director de relaciones con el Congreso de la American Farm Bureau Federation, afirma que los agricultores ya están adoptando prácticas para reducir la escorrentía de nutrientes. La agricultura de precisión y la inteligencia artificial también ayudan a los agricultores a reducir la cantidad de fertilizantes necesarios en los cultivos. Parrish añade que los altos precios y la curva de aprendizaje pronunciada dificultan que todos los agricultores puedan adoptar tecnologías sostenibles.
«Científicamente, podemos reducir su área, pero aún estamos trabajando para poder llegar hasta ahí a nivel político», afirma.
El cambio climático y las zonas muertas
Ahora, a los científicos les preocupa que el calentamiento de las aguas del golfo de México aumente las tasas de hipoxia.
«Es un problema a largo plazo», afirma Scheurer. «Si el clima cambia en la región, existe una cantidad considerable de pruebas que sugieren que la situación podría empeorar».
Sencillamente, el agua caliente es menos capaz de transportar oxígeno y un estudio publicado el año pasado indicaba que las franjas de agua con bajos niveles de oxígeno ocupaban miles de kilómetros de océano. También se prevé que el cambio climático provocará precipitaciones e inundaciones más intensas en el Medio Oeste, lo que contribuirá a la cantidad de fertilizantes químicos arrastrados hasta el océano.
Sin embargo, tanto Scheurer como Rabalais afirman que es demasiado pronto para determinar que el cambio climático es el responsable del aumento del área de la zona muerta del Golfo.
Rabalais prevé que la zona muerta empeorará en el futuro, lo que perjudicará aún más al ecosistema.
«Recordarás el vertido de petróleo de BP, ¿no?», pregunta. «Este un tipo de cambio en el sistema por goteo lento que ha ocurrido durante décadas, pero es igualmente importante».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.