España, el segundo país con más incendios forestales del Mediterráneo

Avivados por el cambio climático, los llamados “megaincendios de sexta generación” amenazan a la cuenca mediterránea de forma cada vez más virulenta.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 4 jul 2019, 16:55 CEST
Incendio en Grecia
El humo del incendio forestal de Kineta, cerca de Atenas, asciende tras el Partenón, el antiguo templo de la Acrópolis.
Fotografía de Angelos Tzortzinis, AFP, Getty Images

Con más de 100.000 hectáreas arrasadas por el fuego cada año, casi una cuarta parte del total de incendios de los países del Mediterráneo, España se sitúa en el segundo puesto entre los que más siniestros forestales sufren cada año, tan solo por detrás de Portugal.

A medida que las épocas estivales avanzan en el calendario, la cuenca mediterránea arde en oleadas que el cambio climático vuelve cada vez más virulentas, calcinando de manera inabarcable la flora y la fauna de los montes con mayor frecuencia.

“Entre 2009 y 2018 se registraron en el arco norte del Mediterráneo una media anual de más de 56 000 siniestros, en los que ardieron más de 375 000 hectáreas, aproximadamente el 0,6% de la superficie forestal total de la región”.

Así lo alerta el nuevo informe Arde el Mediterráneo, publicado hoy por WWF, que analiza el por qué de esta creciente amenaza para Portugal, España, Francia, Italia, Grecia y Turquía, y alerta además sobre un nuevo tipo de incendio: el llamado megaincendio de sexta generación.

El cambio climático provoca un nuevo tipo de incendio

“En junio de 2017 se produjo en Portugal, por primera vez en nuestras latitudes, una nueva tipología de incendio desconocida hasta la fecha para la comunidad científica: un megaincendio de sexta generación, claramente vinculado al cambio climático. Extremo, incontrolable y letal”, afirma el estudio.

En España, donde los bosques ocupan más del 50% de nuestro territorio, también vivimos aquel año un megaincendio que dejó tras de sí más de 180.000 hectáreas calcinadas, un 70% por encima de la media anual.

“El cambio climático está acelerando e intensificando los regímenes de los grandes incendios más rápidamente de lo esperado: hemos pasado de no tener este tipo de fuegos a tener los tres incendios más grandes de Europa en apenas dos años y en la misma región”, alerta WWF.

Alerta también al norte de Europa

A pesar de que los métodos de extinción y prevención son cada año mejores, diversos factores han combinado los factores perfectos para que se produzcan estos megaincendios. Por un lado, “el abandono del medio rural y los usos tradicionales de los bosques han incrementado la superficie de masas jóvenes y arbustivas”, señala el informe.

Por otro, la mayor urbanización del suelo y sus usos recreativos se traducen en mayor riesgo de ignición, lo que “combinado con la arraigada cultura del fuego y los efectos acumulativos del calentamiento global han creado las condiciones perfectas para que se produzcan auténticas tormentas de fuego”, afirma WWF.

Entre un 90% y un 99% de los incendios se deben a la actividad humana

El pasado verano dejó una fuerte e inusual huella en países como Alemania, Polonia, Suecia y Reino Unido, que también están sufriendo las consecuencias del cambio climático. “El Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) registró hasta mediados de mayo de 2019 once veces más siniestros de los habituales para esta época del año”, declara el informe, “con el resultado de un 40% de superficie quemada mayor que durante todo 2018”.

A pesar de que la concienciación ciudadana es mucho mayor, entre un 90% y un 99% de los incendios tienen tras de sí la huella de la acción humana. Una mayor persecución de los delitos ha logrado que los incendios disminuyan un 22% respecto a la década anterior, la media anual continúa siendo de más de 56.000 siniestros.

Sin embargo, “se mantiene la peligrosa tendencia de los grandes incendios (GIF), aquellos en los que arden más de 500 hectáreas”, declara WWF. “Entre 2009 y 2018 apenas supusieron el 0,15% del total de siniestros, pero dejaron la huella más dramática de los incendios, pues en ellos arde el 35% de la superficie total afectada”.

La eficacia de los dispositivos de extinción también ha permitido que la superficie quemada en los incendios disminuya. Sin embargo, las más de 375.000 hectáreas quemadas anualmente continúan siendo un desafío que se suma a un cambio climático que no da tregua.

“La única estrategia eficaz para hacer frente a los incendios pasa por abordar las causas y apostar por una prevención real: reducir la alta siniestralidad y hacer el territorio menos inflamable y más resiliente al cambio climático”, concluye WWF. “Urge actuar para estar preparados para el siguiente episodio que, tarde o temprano, ocurrirá”.

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