La formación de losas de hielo en Groenlandia, una amenaza para el nivel del mar
Estos bloques helados impiden la filtración del agua de deshielo por la nieve porosa. Esto acelera la escorrentía y podría contribuir al aumento del nivel del mar.
Cuando los restos de la segunda ola de calor estival de Europa migraron a Groenlandia a finales de julio, más de la mitad de la superficie de la capa de hielo empezó a derretirse por primera vez desde 2012. Un estudio publicado el miércoles en la revista Nature demuestra que tales deshielos a gran escala, ampliados por el cambio climático, no solo hacen que Groenlandia pierda miles de millones de toneladas de hielo. También incrementan la densidad del hielo restante.
Las «losas de hielo» —capas sólidas de hielo que pueden abarcar cientos de kilómetros cuadrados y alcanzar 15 metros de grosor— están expandiéndose a lo largo de la superficie porosa y llena de embolsamientos de aire de la capa de hielo de Groenlandia, que se derrite y se recongela con más frecuencia. Entre 2001 y 2014, el área de losas de hielo aumentó casi 65 000 kilómetros cuadrados, formando una barrera impermeable que impide la filtración del agua de deshielo a través del hielo. El agua de deshielo se convierte en escorrentía que fluye por tierra y finalmente llega al mar.
Ante la expansión de las losas de hielo, los autores del estudio prevén que cada vez más superficie de Groenlandia se convertirá en una «zona de escorrentía». Esto incrementará la contribución de la capa de hielo al aumento del nivel del mar a nivel global y quizá provoque cambios inesperados.
«Vemos una capa de hielo cuyo estado se transforma rápidamente ante nuestros ojos, resulta terrorífico», afirma Mike MacFerrin, autor principal del estudio y glaciólogo de la Universidad de Colorado, Boulder.
Un «caparazón de tortuga» en el hielo
No cuesta mucho imaginarse Groenlandia como un pedazo de hielo sólido e impenetrable. En realidad, casi el 80 por ciento de la superficie de la capa de hielo se parece a un granizado. Un polvo de nieve fresca cubre una capa densa de nieve antigua llamada neviza que se comprime poco a poco para formar hielo glaciar, pero aún contiene muchos embolsamientos de aire. Cuando la parte superior de este granizado se derrite en verano, el agua líquida se filtra por la neviza, que la absorbe como si fuera una esponja de 30 metros de grosor.
MacFerrin y sus colegas dieron con la primera pista de que la neviza podría estar perdiendo su capacidad absorbente en la primavera de 2012, cuando perforaban muestras de neviza en el sudoeste de Groenlandia. Empezaron a encontrar capas densas y compactas de hielo en varios testigos, justo por debajo de la capa de hielo estacional. Según MacFerrin, era como si se hubiera formado «un caparazón de tortuga» sobre la neviza.
MacFerrin y sus colegas enseguida se preguntaron si ese caparazón podría estar impidiendo que el agua de deshielo se filtrara hasta la neviza.
«Eso fue en mayo de 2012», afirma MacFerrin. «Y en julio se produjo el récord anual de deshielo y la respuesta llegó enseguida».
Aquel verano, por primera vez desde que se tienen registros, el agua de deshielo de esta parte de Groenlandia empezó a fluir en forma de escorrentía.
Los investigadores, que se dieron cuenta de la importancia de su hallazgo, se dispusieron a extraer más testigos en una superficie mayor para comprobar la extensión de ese caparazón de hielo. Descubrieron que abarcaba un transecto de 40 kilómetros de largo y que tenía efectos generalizados en la hidrología local.
Dichos hallazgos, publicados en 2016 en Nature Climate Change, fueron el punto de partida del nuevo estudio. A partir de datos obtenidos por radar en la operación aérea IceBridge de la NASA y en reconocimientos por tierra, MacFerrin y sus colegas han creado el primer mapa de losas de hielo de la superficie de Groenlandia.
Basándose en los resultados de los modelos, los investigadores creen que el caparazón empezó a formarse y a expandirse a principios de la década del 2000. En 2014, cubría un cuatro por ciento de la superficie de Groenlandia, según el nuevo análisis. Cada verano, cuando se produce el deshielo a gran escala, aumenta su grosor y se expande tierra adentro hacia terrenos más fríos y altos.
«Cada pocos años, estos veranos de grandes deshielos afectan a la neviza», afirma MacFerrin. «Esto hace que todo el proceso se introduzca tierra adentro con bastante rapidez».
El aumento del nivel del mar y otras consecuencias imprevistas
Según el nuevo estudio, las losas de hielo ya han hecho que la zona de escorrentía de Groenlandia se expanda casi un 26 por ciento. Hasta la fecha, la escorrentía adicional solo ha sumado un milímetro al nivel del mar global. Actualmente, Groenlandia aumenta el nivel del mar poco menos de un milímetro al año, combinando el desprendimiento de icebergs de los glaciares y el deshielo que tiene lugar en la superficie y en la base de la capa de hielo.
Pero si la superficie de Groenlandia se endurece más, la escorrentía podría aumentar drásticamente. En el peor de los casos, si las emisiones de carbono siguen aumentando hasta finales de siglo, los investigadores calculan que la proliferación de losas de hielo podría aumentar el nivel del mar 7,6 centímetros para 2100 e incrementar casi un tercio la contribución general de la capa de hielo al aumento del nivel del mar. Tanto en una situación conservadora en la que se alcance el máximo de emisiones a mediados de siglo como en una situación de emisiones altas, la cantidad de escorrentía del interior de Groenlandia prácticamente se duplicará a finales de siglo.
Pero el incremento de la escorrentía es una consecuencia posible de la transformación que se está produciendo en el hielo de Groenlandia. Kristin Poinar, glacióloga de la Universidad de Buffalo que no participó en el estudio, indicó que las losas de hielo sólido son casi tan reflectantes como la nieve blanca.
«Así, si empiezan a formarse losas de hielo cerca de la superficie de la capa de hielo, es posible que hagan que la capa de hielo absorba más radiación solar y se caliente», afirma. «Esto crearía más losas de hielo».
Según Indrani Das, glacióloga de la Universidad de Columbia que no participó en el estudio, la escorrentía de dichas losas no tendría que fluir hasta el océano necesariamente. Le preocupa que pueda filtrarse por las grandes grietas que existen en elevaciones inferiores de la capa de hielo. A partir de ahí, es posible que la escorrentía alcance el lecho rocoso y lubrique la zona donde el hielo entra en contacto con él.
«Esto podría acelerar el flujo de la capa de hielo», afirma Das. Así, los glaciares verterían sus contenidos al mar más deprisa, como el helado deslizándose sobre un trozo de pastel.
Para Poinar, la clave del nuevo estudio es que permite a los científicos mejorar su proyecciones del aumento del nivel del mar en el futuro y aportar a las comunidades costeras la información necesaria para prepararse. Asimismo, el estudio pone de relieve el hecho de que cuanto más carbono emitamos a la atmósfera, más probable será que transformemos la capa de hielo septentrional del planeta de formas insidiosas e inesperadas. Esto podría tener consecuencias difíciles de prever.
«Nunca hemos observado un comportamiento como este en una capa de hielo», afirma Poinar. «No tiene precedentes en la historia científica humana».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.