Esto deben hacer las ciudades antes de 2050 para cumplir las metas climáticas

Para 2050, la mayor parte de la población vivirá en ciudades. Un nuevo informe establece pautas para mantener a raya las emisiones.

Por Alejandra Borunda
Publicado 2 oct 2019, 12:51 CEST
Múnich, Alemania
Múnich, Alemania, planea utilizar solo energía renovable para 2050. El municipio ya ha firmado un contrato para abastecer el sistema ferroviario urbano, el S-Bahn, con energía procedente de un parque eólico marítimo en el mar del Norte.
Fotografía de Luca Locatelli

Para 2050, casi el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. Harán todo lo que forma parte de la vida cotidiana: comer, viajar de casa al trabajo o al colegio, refrescarse en los veranos cálidos y calentarse en invierno, entre otras cosas.

Todas esas experiencias cuestan mucha energía y, hoy en día, dicha energía cuesta mucho carbono. En total, los habitantes urbanos son los responsables de tres cuartos de las emisiones de gases de efecto invernadero actuales. Pero no tiene por qué ser así, según indica un informe de la Coalición para la Transición Urbana: si emplean tecnologías y políticas que ya existen, las ciudades podrían reducir sus emisiones de carbono en un 90 por ciento para 2050.

Esto podría reducir en gran medida las emisiones globales y nos acercaría un 60 por ciento más a los recortes necesarios para evitar un calentamiento superior a 2 grados Celsius, el objetivo acordado en el Acuerdo de París de 2015.

«La mayoría de la población vive en ciudades y la mayoría de las emisiones proceden de las ciudades», afirma Christian Figueres, vicepresidente del Pacto Mundial de los Alcaldes. «El clima seguirá los pasos que den las ciudades».

Edificios, edificios y más edificios

El informe determina que ya existen tecnologías y políticas para crear ciudades más sostenibles.

¿Cuál es la medida más importante? Las ciudades deben construir edificios más eficientes, o aún mejor, readaptar los que ya tienen para que gasten menos energía.

Parque eólico DanTysk
El parque eólico DanTysk, en el mar del Norte, proporciona energía con cero emisiones a Múnich.
Fotografía de CHRISTIAN CHARISIUS, Dpa, Alamy

Según los cálculos del informe, podría reducirse casi un 30 por ciento del total de emisiones urbanas para 2050 solo mejorando la eficiencia de los edificios. Otro 30 por ciento podría reducirse electrificando los grandes consumidores de energía que actualmente funcionan con combustibles fósiles —como los sistemas de aire acondicionado, la luz o las cocinas— con fuentes renovables como la energía solar o la eólica.

Esto significa sellar bien todas las grietas de los edificios para que pierdan menos calor o frío. Una medida mejor sería rediseñarlos para que no dependan tanto de tecnologías de alto consumo que se han convertido en la norma en muchos diseños norteamericanos y europeos.

«Construimos edificios e incorporamos sistemas de aire acondicionado y de luz como soluciones técnicas, pero si ese mismo edificio se hubiera construido prestando atención al movimiento del aire y la luz —algo que hacíamos en este país antes de que existiera esta tecnología—, es probable que hubiéramos creado algo menos complejo», afirma Maureen Guttman, arquitecta y experta en diseño de edificios verdes.

Según Debbie Weyl, experta en edificios del Instituto Mundial de Recursos y autora de un informe independiente sobre el futuro de los edificios de carbono cero, rediseñar y readaptar edificios es un reto importante, pero sabemos cómo lograrlo. Muchas ciudades están solicitando ayuda para hacerlo. En Ciudad de México, por ejemplo, un proyecto para descarbonizar unos pocos edificios se ha multiplicado. En 2015, había cuatro edificios en el programa, después 15 y este año se han incluido unos 800 edificios de la ciudad en proyectos de reducción de carbono.

Weyl insiste en que el progreso debe ser rápido y debe comenzar ahora. Investigaciones previas sugieren que para alcanzar las metas de París, la eficiencia de los edificios de todo el mundo debe aumentar en torno a un 3 por ciento cada año, según Weyl.

¿Qué otras medidas se pueden tomar?

Arreglar edificios puede dar un mordisco de un 60 por ciento a la manzana de las emisiones de carbono urbanas. Otro porcentaje, poco más de un 15 por ciento, se obtendría mediante el uso de materiales mejores o distintos para construir los edificios, vehículos, carreteras y ferrocarriles que componen la estructura de la existencia humana. Esto significa menos hormigón, acero, vidrio y cromo nuevos.

«El edificio más verde es el que ya existe», afirma Guttman.

Otra reducción de un 20 por ciento podría lograrse si separamos el transporte de su actual adicción al carbono. En las ciudades podría conseguirse construyendo sistemas de transporte público eficientes o cambiando los coches personales por coches compartidos.

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    Copenhill
    Esquiadores en «Copenhill», una ladera de esquí artificial y área de senderismo recreativo sobre una planta de incineración en Copenhague. Además de ser un espacio recreativo, las instalaciones también son una central de recuperación de energía que produce calor y electricidad que desempeña un papel importante en la meta de la ciudad de tener cero emisiones para 2050.
    Fotografía de Mads Claus Rasmussen, Ritzau Scanpix, AFP

    Más de 10 000 ciudades se han comprometido a reducir sus emisiones de carbono drásticamente para 2050. El informe determina que es probable que logren casi un tercio de esa meta por sí solas. Pero no podrán alcanzar los objetivos establecidos —cercanos a cero emisiones netas— sin la cooperación y la colaboración de los gobiernos nacionales.

    Por ejemplo, para reducir las emisiones de los edificios, los cambios que las ciudades pueden controlar directamente —como mejorar el aislamiento— podrán acercarlas un 50 por ciento a sus objetivos. Pero para alcanzar esas metas, los edificios deben funcionar con electricidad verde y eso exige cambios en la red de energía, algo que solo pueden controlar los gobiernos estatales o nacionales.

    «Esto no es algo que los gobiernos municipales puedan lograr solos», afirma Sarah Colenbrander, autora principal del informe. «No podemos seguir escurriendo el bulto y esperar que resuelvan todos los problemas».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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