Las estupas de hielo: un método para combatir el cambio climático
Con la disminución de las nevadas y el retroceso de los glaciares, los habitantes de las montañas del norte de la India han recurrido a la construcción de enormes conos de hielo que proporcionan agua en verano.
Las estupas de hielo cónicas hacen las veces de torres de agua, ya que almacenan agua de deshielo en invierno para los cultivos de primavera. El grupo juvenil que construyó esta estupa en el pueblo de Gya, en el norte de la India, también instaló una cafetería en la base. Destinan los beneficios a llevar a los ancianos de la aldea de peregrinación. «Nadie los lleva a ninguna parte», dijo uno de los jóvenes.
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Este reportaje aparece en el número de julio de 2020 de la revista National Geographic.
Ladakh, un altiplano en el extremo septentrional de la India, más allá del Himalaya, está en peligro. El enemigo está cortando sus recursos hídricos y secando sus tierras de cultivo. Los agricultores desesperados, que llevan años criando cabras pashmina, trigo y cebada en tierra árida, están huyendo a Leh, una ciudad en el río Indo. Sonam Wangchuk y yo recorremos en coche los pasos y valles por encima de 2700 metros para inspeccionar sus defensas: unos elevados conos de hielo que denomina estupas.
«Este enemigo no lleva uniforme, no jura lealtad a ninguna nación-estado y no transporta armas automáticas», afirma Wangchuk, ingeniero y fundador de una escuela alternativa en Ladakh. «Impertérrito ante las fronteras, no se rige por leyes internacionales. Los habitantes de Ladakh nos encontramos en el frente de una guerra muy diferente».
El enemigo es el cambio climático. El aumento de las temperaturas medias invernales en casi un grado Celsius durante las cuatro últimas décadas ha cercenado un vínculo crucial en el ciclo hídrico de Ladakh. Entre Pakistán y la India y protegido por el Himalaya del monzón del sudoeste, Ladakh recibe una media de 10 centímetros de lluvia al año. Su sustento son las nieves invernales y los glaciares de las montañas. Sin embargo, las nieves se han vuelto poco constantes y se funden antes del cultivo vernal, mientras que los glaciares han retrocedido a lo alto de la montaña y se funden más tarde.
«La brecha entre la fusión de la nieve en invierno y la fusión glaciar en primavera está creciendo», explica Wangchuk. Dicha brecha, dicha sequía vernal, está imposibilitando la agricultura. «Tenemos una huella de carbono ínfima, pero estamos soportando el peso de un clima cambiante», señala. Los habitantes de Ladakh no pueden detener el cambio climático, pero las estupas de hielo podrían devolver algo de agua en primavera.
Mientras salimos de la carretera y ascendemos por una garganta cerca de la frontera paquistaní, Wangchuk me cuenta su historia. En 2013, observó que el hielo, incluso a altitudes bajas y en pleno verano, permanecía congelado a la sombra de un puente. Se percató de que podía ayudar a los pueblos a congelar el agua en invierno para utilizarla en primavera. Proyectar sombra sobre vastas áreas heladas era poco práctico, pero un montículo alto daría sombra a su propio interior y cuanto más empinadas fueran las paredes, mejor, porque eso reduce el área expuesta al sol. «Las matemáticas de instituto me dijeron que el cono era la estructura más simple», señala Wangchuk mientras entra en una curva cerrada.
Los monjes del monasterio de Phyang cuidan de los sauces y los álamos que riegan con el agua de deshielo de la estupa. Con los árboles pretenden repoblar de vegetación las laderas desnudas y estabilizarlas contra la erosión.
En el budismo, una estupa es un montículo de piedra o barro que alberga reliquias veneradas. Wangchuk y sus alumnos construyeron la primera estupa de hielo en noviembre de 2013. Canalizaron un arroyo cerca de Leh a través de una tubería montaña abajo y después lo condujeron por una tubería vertical hasta una boquilla. Y ya está: la construcción de una estupa no requiere alta tecnología. El equipo de Wangchuk abría la boquilla de noche, cuando el aire estaba a temperaturas bajo cero. El fino rocío se congelaba a medida que caía. Poco a poco, surgió un montículo helado alrededor de la tubería, estrechándose hacia la cima.
Aquella primera estupa de prueba medía seis metros de alto, albergaba más de 150.000 litros de agua y duró hasta mayo. Desde entonces, Wangchuk ha enseñado a los habitantes de Ladakh y sus alrededores a construir estupas. En 2019 fabricaron 12, dos de las cuales medían más de 30 metros de alto. Este año construyeron 26 y nueve de ellas medían más de 30 metros.
El cambio climático no solo causa sequía en primavera en Ladakh; también provoca crecidas repentinas por las lluvias estivales anormales. Wangchuk piensa que quizá el agua para riego de las estupas podría ayudar a restablecer la vegetación en las laderas y absorber la lluvia. «Si el tamaño y la ubicación de una estupa son ideales, podría sobrevivir al verano y llegar al invierno siguiente», afirma. «La estupa crecería, año tras año», y se convertiría perenne, como un glaciar.
Circulando a lo largo del precipicio, llegamos a la aldea de Karith. Los estudiantes de primaria reciben a Wangchuk como un héroe. Construyeron la primera estupa de la aldea en 2016. «Queremos que los niños sean conscientes de lo que ocurre en el mundo y cómo nos afecta», explica el director Mohammad Ali. Wangchuk quiere que el mundo sea consciente de lo que hace en Ladakh. Las estupas son «una llamada de atención para cambiar los estilos de vida urbanos que generan muchas emisiones de carbono», explica.
La estupa de Karith del año pasado medía 22 metros de alto. Construida a la sombra de un pico, duró hasta agosto y permitió a los agricultores regar sus campos. Este año, agricultores y alumnos construyeron una estupa más elevada. «Un día construiremos una estupa de hielo que siga creciendo», cuenta Ali.
Esta estupa cerca de la aldea de Shara Phuktsey ganó el premio a la estupa más alta en un concurso de 2019. Sus casi 7,5 millones de litros de agua almacenada ayudan a regar los campos de cuatro aldeas. La estupa también ha atraído a los turistas: los escaladores en hielo acuden para escalar sus empinados flancos.
Arati Kumar-Rao, una escritora afincada en Bangalore, India, se centra en los problemas del agua. Ciril Jazbec ha fotografiado a los emprendedores tecnológicos de África y a los cazadores inuits de Groenlandia para la revista
La organización sin ánimo de lucro National Geographic Society, que trabaja para conservar los recursos de la Tierra, ha ayudado a financiar este artículo.