Las colillas permanecen durante doce años en la naturaleza
La alta toxicidad de los más de 5 billones de colillas que son arrojados cada año al entorno causa una grave contaminación de los suelos, las aguas y los ecosistemas naturales.
Cada año generamos entre 340 y 680 millones de kilos de residuos procedentes de la industria del tabaco.
Más de 7.000 sustancias químicas tóxicas presentes en el tabaco, algunas de ellas potencialmente cancerígenas para el ser humano, impregnan nuestros ecosistemas a lo largo de los doce años que pueden tardar estos pequeños residuos en desintegrarse. Los restos de una única colilla son capaces de contaminar hasta diez mil litros de agua a su paso, según un estudio alemán publicado en 2014.
En total, 72 mil millones de colillas de cigarrillos se encuentran dispersas en la naturaleza, según otro estudio del mismo año. Sin embargo, a pesar de ser ya el residuo humano más abundante a escala mundial, el gesto de tirar una colilla al suelo es algo habitual en la conciencia social, aún lejos de la magnitud real de irresponsabilidad ambiental que supone este cotidiano acto.
“Las colillas de los cigarros son ya el 40% de los residuos del mar Mediterráneo.”
Colillas cubriendo las aceras, la arena de las playas, flotando en el agua de los ríos o entre los árboles del monte: este residuo es el principal contaminante que encontramos en nuestras playas y océanos y el segundo más abundante en ríos y embalses, según afirma la organización SEO Birdlife.
Tirar al suelo es tirar al mar
El informe de Ocean Conservancy afirma además que las colillas contaminan los océanos tanto como los plásticos y que su presencia está por encima de residuos como envoltorios, botellas, tapones y bolsas de plástico. El estudio denuncia además que las colillas no solo contaminan las aguas, también son ingeridas por error por los peces y otros animales.
“Además del daño a los ecosistemas oceánicos y a los peces, no está de más recordar que el ser humano, después, ingiere esos peces”, afirma la Fundación Aquae. “Las colillas poseen acetosa de celulosa, en esencia una forma de plástico, que resulta muy perjudicial para el medio ambiente. Porque los filtros tardan en descomponerse y, cuando lo hacen, liberan las sustancias contaminantes que han absorbido del humo: nicotina, arsénico, plomo…”
Dos tercios arrojados al océano
Según datos de esta organización, nuestro país arroja a las playas el 15% de los más de 32.800 millones de cigarrillos que consume al año. A nivel mundial, de los más de 5,6 billones de cigarrillos que se fabrican, dos tercios terminan en el océano. Según la ONG Surfrider Foundation, las colillas de los cigarros son ya el 40% de los residuos que se encuentran en el mar Mediterráneo.
A pesar de las cifras, cada día es más habitual ver a personas limpiando las playas y los espacios naturales de la basura que encuentran a su alrededor. El movimiento ecológico a nivel internacional ha llegado a las redes de la mano de hashtags como #FillTheBottle que mueven cada día a más personas a movilizarse por el planeta.
En un informe de 2017 sobre el impacto medioambiental del tabaco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que cada año generamos entre 340 y 680 millones de kilos de residuos procedentes de la industria del tabaco.
“Las consecuencias ambientales del consumo de tabaco lo trasladan de ser un problema individual a ser un problema humano”, afirmó en aquel informe Oleg Chestnov, subdirector general de la OMS. “No se trata solo de la vida de los fumadores y de quienes les rodean, o incluso de aquellos involucrados en la producción de tabaco. Lo que ahora está en juego es el destino de un planeta entero”.