Los humedales del planeta están desapareciendo: este refugio pone de relieve lo que está en juego
Han pasado 50 años desde la creación de un tratado internacional para proteger los humedales, pero estos ecosistemas siguen desapareciendo tres veces más rápido que los bosques en todo el mundo.
Aproximadamente un 60 por ciento de las 15 000 personas que viven en la marisma de Agusan son manobos de Agusan. En la imagen, la niebla y el humo de los incendios cercanos contamina el aire de una aldea manobo. Los incendios se han vuelto más habituales a medida que los humedales sucumben a la sequía o son desecados de forma manual para crear espacio para cultivos como el aceite de palma, el arroz y el maíz.
Entre los matorrales exuberantes de la marisma de Agusan de Filipinas, ubicada en la isla de Mindanao en el extremo meridional del país, los niños navegan en canoas por los canales serpenteantes y nadan en los lagos.
La marisma es un patio de juegos, así como una fuente de comida, refugio y cultura para la tribu indígena manobo que vive allí en casas flotantes ancladas que suben y bajan con las estaciones lluviosas. Durante siglos, este ecosistema de humedal ha sido un verdadero paraíso para el pueblo manobo, que se gana la vida cazando y pescando. Las más de 40 000 hectáreas interiores también albergan casi 200 especies de aves, así como mamíferos, reptiles y peces que viven en la región.
La marisma de Agusan representa todo lo que pueden ofrecer los humedales —protección de las tormentas, seguridad alimentaria, biodiversidad, almacenamiento de carbono—, pero también los problemas que afrontan.
En la marisma de Agusan, la estación lluviosa comienza en diciembre y termina en torno a febrero, transformando el vasto complejo de ríos, lagos y pantanos de la región en un «mundo acuático» convergente, en palabras de la superintendente del parque, Emmilie Ibonia.
La contaminación, el cambio climático y la destrucción de hábitat amenazan la santidad de este ecosistema. Los contaminantes procedentes de las operaciones mineras y las plantaciones de aceite de palma ponen en peligro la calidad del agua y las turberas abundantes en carbono están siendo desecadas y quemadas para crear espacio para más aceite de palma, arroz y maíz.
Hace 50 años, el 2 de febrero de 1971, los representantes de 18 países se reunieron en Ramsar, Irán, y adoptaron la Convención sobre los Humedales o Convención de Ramsar, un tratado cuyo fin era conservar los humedales de todo el mundo. En la actualidad, 171 países han firmado el tratado. Pero desde 1971, más del 35 por ciento de los humedales del mundo han sido desecados para el desarrollo urbano o la agricultura, contaminados, asfaltados o perdidos ante el aumento del nivel del mar.
El 2 de febrero sigue siendo un día dedicado a crear conciencia sobre la difícil situación de los humedales y este año el Día Mundial de los Humedales los pone de relieve como fuente fundamental de agua dulce en un momento en el que este bien es cada vez más escaso.
Un niño manobo sentado sobre los restos de la construcción de una carretera, creada para transportar aceite de palma desde las plantaciones en la marisma de Agusan. Algunos manobos se han visto obligados a desplazarse hacia el interior para huir de la contaminación que llega a la marisma desde sus afluentes. En el pasado, el humedal era prístino y albergaba 59 lagos y pantanos que proporcionaban agua dulce y peces en abundancia.
«Los humedales y sus especies y servicios ecosistémicos aún están en declive, y eso es después de 50 años de esfuerzos internacionales coordinados por parte de los signatarios de la Convención. Se necesita algo más», afirma Max Finlayson, autor de un informe del 2018 que evaluaba el estado de los humedales del planeta.
¿Qué son los humedales y qué funciones cumplen?
Los humedales abarcan una amplia gama de ecosistemas que están inundados de forma permanente o estacional. Suelen encontrarse junto a la costa, en forma de marismas herbosas o manglares, pero también pueden estar en el interior, como los bosques pantanosos o las turberas donde el agua se acumula y satura el suelo. A menudo son alimentados por ríos y afluentes y contienen lagos.
En Agusan, la marisma de agua dulce está rodeada de pantanos forestados, turberas, ríos y 59 lagos.
Las empresas agrícolas y los productores de aceite de palma desecan las turberas de Talacogon, un municipio filipino en el que se expande parcialmente el complejo de la marisma de Agusan.
«Creo que han sufrido durante mucho tiempo por la percepción de que son zonas fangosas sin mucho valor», afirma Jennifer Howard, directora del Programa Carbono Azul de Conservation International. «Recientemente hemos demostrado que sería muy difícil encontrar un ecosistema más productivo que tenga tantos beneficios ambientales y climáticos al mismo tiempo».
Se estima que casi mil millones de personas dependen de los humedales para subsistir de algún modo —ya sea mediante la agricultura, la pesca, el turismo o el transporte— y en torno al 40 por ciento de las especies del mundo se reproducen en humedales o los utilizan como criaderos.
Los humedales también son una fuente importante de infraestructura «verde». Del mismo modo que un dique protege un pueblo de un huracán, los humedales costeros disminuyen los daños provocados por tormentas intensas, ya que controlan la inundación bloqueando las marejadas y reducen el impacto del viento. Un estudio reciente determinó que una hectárea perdida de humedal costero incrementaba una media de 33 000 dólares los daños de las tormentas intensas en la costa.
Aunque los bosques suelen describirse como «los pulmones de la Tierra» porque son fuentes importantes de oxígeno, los humedales son descritos como los riñones porque filtran los contaminantes.
Un cerdo es sacrificado en un ritual. Antes de sacrificarlo, el jefe de la tribu o «datu» bendice al animal. A continuación, la carne bendita se asa y se reparte entre la comunidad. Se hacen sacrificios para pedir bendiciones y protección de los habitantes «originales» de la marisma, los espíritus y los animales que viven allí.
La sangre de un pollo muerto recogida en un plato tras un ritual de sacrificio. Las gotas de sangre se untan en las palmas de las manos y las plantas de los pies como señal de veneración a los espíritus y los animales de la marisma de Agusan.
Cuando un humedal desaparece, es como retirar la pieza clave de un ecosistema sano. A medida que los contaminantes y los sedimentos fluyen río abajo, «los humedales atrapan todo eso y lo retienen», afirma Howard. «Los sedimentos son perjudiciales para los arrecifes de coral y, cuando los humedales desaparecen, pueden asfixiar los corales».
Para mitigar los efectos del cambio climático, los científicos afirman que no solo debemos reducir nuestras emisiones. También debemos conservar grandes superficies de terreno, como los bosques, los pastizales y los humedales, que ayudan a retirar carbono de la atmósfera conteniéndolo en sus raíces y encerrándolo en el suelo. Estos tipos de ecosistemas se denominan «sumideros de carbono» y, a nivel mundial, almacenan millones de toneladas de carbono cada año.
Los humedales son «uno de los pocos ecosistemas que pasa de ser un sumidero de [carbono] supereficiente a una fuente de emisiones de carbono si sufre daños», afirma Howard. Se estima que, en total, los humedales contienen un tercio del carbono almacenado en el suelo y la biomasa en tierra. Cuando los humedales desaparecen, ese carbono se libera a la atmósfera.
Los problemas de Agusan
Los medioambientalistas señalan que la forma de conservar los humedales y lo que hará falta para hacerlo no son ningún misterio. La parte difícil es recabar la voluntad política y el dinero suficientes.
Apo Francisco es un anciano de la tribu que vive en el lago Benuni, en la marisma de Agusan. Con una lanza heredada de generaciones anteriores, lleva a cabo sacrificios rituales de animales. Los manobos tienen en alta estima a los seres vivos, sobre todo a los cocodrilos marinos de la marisma.
Filipinas declaró la Reserva de Fauna y Flora de la marisma de Agusan área protegida en 1996. Tiene una superficie de aproximadamente 40 800 hectáreas. A nivel internacional, está reconocida como «humedal de importancia internacional» conforme a la Convención de Ramsar y como Parque Patrimonial por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés).
Con todo, el último Censo de aves acuáticas asiáticas de las aves del parque, realizado en el 2020, reveló un descenso total de un 11 por ciento en el último año; se contaron 17 780 ejemplares de 72 especies diferentes, frente a los más de 20 000 en el 2019. En general, los recuentos de aves han mostrado una tendencia al alza desde que comenzó el censo en el 2014, sobre todo a medida que el parque incrementaba el número de trabajadores censales y añadía nuevos centros de supervisión, pero se cree que la sequía del 2019 diezmó los terrenos de alimentación de las aves.
Ibonia afirma que el parque necesita más recursos para poder rastrear con precisión las muchas especies de la marisma.
Una plantación de aceite de palma crece en el bosque pantanoso de turba de Caimpugan. En todo el mundo, hay una gran demanda de aceite de palma, que se elabora a partir del fruto de las palmas aceiteras. Este aceite versátil puede utilizarse para cocinar o para fabricar champú, pero también es una de las principales causas de deforestación.
«El parque carece de la capacidad técnica para realizar todos sus cometidos debido a los recursos de mano de obra limitados», afirma Emmilie Ibonia, superintendente del área protegida para la Reserva de Fauna y Flora de la marisma de Agusan. En un correo electrónico, escribe que solo se contratan unos nueve empleados para gestionar el parque.
A medida que algunas partes del humedal se secan debido a la sequía o son vaciadas por empresas agrícolas, los protectores del parque también deben hacer frente a los incendios forestales. En el 2019 y el 2020, se estima que ardieron 97 hectáreas de turberas y bosques pantanosos. Pero Ibonia afirma que carecen del equipo necesario para sofocar incendios.
Las soluciones en Agusan y en el mundo
Uno de los principales obstáculos para la conservación de los humedales es cambiar la mentalidad de la gente, señala Howard.
Por ejemplo, cuando alguien puede elegir entre convertir una propiedad con vistas al mar en un hotel lucrativo o dejar intacto un tramo fangoso de marisma, puede ser difícil convencer a esa persona de que decida lo segundo, dice.
Ricky Reyes, miembro de la tribu manobo, descarga los peces que ha capturado esta mañana en el lago Panlabuhan. La comunidad comparte sus capturas con vecinos y familiares. Los humedales son una fuente fundamental de peces y, cuando estos ecosistemas corren peligro, los residentes como los manobos sufren inseguridad alimentaria.
Unas velas recién encendidas iluminan la capilla flotante del lago Panlabuhanafter. El catolicismo ha llegado a la comunidad manobo, mezclándose con su religión autóctona, que venera a los animales y la naturaleza.
Marites Babanto es una líder de la tribu manobo. Dentro de la capilla flotante, reza por el bienestar y la seguridad de la marisma, su cultura y las dificultades que han afrontado.
En un artículo publicado el año pasado, un grupo de científicos argumentó que había que conceder derechos legales a los humedales.
«Reconocer los derechos de la naturaleza, incluidos los de los humedales, puede parecer poco convencional para algunos, pero del mismo modo, hemos visto una transición en el reconocimiento de los derechos de las personas en la historia reciente», afirma Finlayson, uno de los autores del estudio. La tribu yurok de la costa oeste de Estados Unidos concedió derechos legales al río Klamath en el 2019.
A pesar del progreso escaso en los últimos 50 años, los conservacionistas esperan que el movimiento para salvar los humedales pueda cobrar fuerza al fin. Los ecosistemas de humedal se han convertido en candidatos populares para los programas de compensación de las emisiones de carbono, en los que los contaminantes compensan sus emisiones pagando para conservar el carbono almacenado en otra parte.
«Desde el sector privado, la demanda de esta compensación de carbono supera mucho la oferta», afirma Howard. «La gente se ha dado cuenta de que esto es algo bueno en lo que queremos invertir».
Marites Babanto va en canoa por un campo de flores en el humedal. Durante 30 años, Babanto ha trabajado para proteger su hogar de las grandes empresas que quieren utilizarlo para plantaciones de aceite de palma o para la agricultura. Filipinas es un lugar peligroso para defender el medioambiente y es uno de los países más mortales del mundo para los medioambientalistas.
Martha Rojas Urrego, secretaria general de la Convención sobre los Humedales, cree que a pesar de la reducción general de la cantidad de humedales desde 1971, el mundo podría encontrarse en un punto de inflexión en lo que respecta a el aprecio hacia estos ecosistemas. Señala que la actual pandemia ha concienciado a las personas sobre la importancia de la naturaleza, ya que los científicos han advertido que destruir el hábitat fundamental para las especies silvestres puede hacer que surjan más virus como el que provoca la COVID-19.
«Cada vez más, hemos visto que se reconoce el vínculo entre la naturaleza y las personas», afirma Rojas Urrego. «Estamos viviendo una situación trágica, pero al mismo tiempo nos demuestra que lo que le hacemos a la naturaleza tiene repercusiones en nosotras».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.