Cómo impedir que las mascarillas contaminen el planeta
El equipo de protección individual está hecho de plástico y no es reciclable. Ahora se encuentra en todos los lugares del planeta, incluso en los océanos. La solución no es difícil: tirarlo a la basura.
Los efectos de la pandemia de COVID-19 se extienden a los ecosistemas marinos. Aquí, un lobo marino de California se topa con una mascarilla en las aguas de Monterrey.
Has salido para dar tu paseo diario. Ves una mascarilla en el suelo. Pocos querrían tocar lo que ha aislado el aliento de otra persona, algo que podría estar cargado de virus. Así que ahí se queda, en el suelo, hasta que se la lleva el viento. Este problema elemental está cambiando rápidamente el paisaje del mundo, desde los aparcamientos de los supermercados hasta las playas de islas deshabitadas.
Se han fabricado vacunas en un tiempo récord para combatir la COVID-19. Sin embargo, resulta que la basura en tiempos de pandemia sigue sin solución.
Hace un año, la idea de que las mascarillas, guantes y toallitas desechables pudieran convertirse en contaminantes ambientales a nivel global no era una preocupación acuciante. El equipo de protección individual (EPI, para abreviar) se consideraba esencial para prevenir la propagación de la COVID-19. Nadie se imaginaba qué cantidad ni durante cuánto tiempo lo necesitaríamos. Entonces, la producción se disparó y ahora la basura es ineludible.
En el tiempo transcurrido desde entonces, se han publicado más de 40 estudios que documentan el uso y la eliminación del EPI y presentan un panorama a escala mundial. Números que entonces no conocíamos nos narran ahora esta historia.
A nivel mundial, se utilizan 65 000 millones de guantes cada mes. El recuento de mascarillas es casi el doble: 129 000 millones al mes. Esto equivale a tres millones de mascarillas por minuto.
Otro estudio informa de que cada día se tiran 3400 millones de mascarillas o pantallas faciales. Se prevé que Asia tirará 1800 millones de mascarillas al día, siendo el continente con la mayor cantidad. China, el país más poblado del planeta (con 1400 millones de habitantes) desecha casi 702 millones de mascarillas cada día.
Todos estos artículos pueden describirse como desechables porque son lo bastante baratos para utilizarse una sola vez y tirarlos a la basura. Pero esta es la pega: en realidad, no desaparecen.
Plástico disfrazado
Las mascarillas, guantes y toallitas se fabrican con varias fibras de plástico, principalmente polipropileno, que permanecen en el medioambiente durante décadas, quizá siglos, fragmentándose en microplásticos y nanoplásticos cada vez más pequeños. Según un estudio publicado en Environmental Advances, una sola mascarilla puede liberar hasta 173 000 microfibras en el mar cada día.
«No se van a ninguna parte», afirma Nicholas Mallos, que supervisa el programa de desechos marinos de Ocean Conservancy.
Las mascarillas y guantes tirados al suelo son transportados por el viento hasta ríos y arroyos, que los llevan hasta el mar. Los científicos han documentado su presencia en las playas de Sudamérica, en las desembocaduras de los ríos en la bahía de Yakarta, en la costa de Kenia y en las Islas Soko deshabitadas de Hong Kong. El EPI desechado ha atascado los desagües de Nueva York a Nairobi y ha obstruido la maquinaria del sistema de alcantarillado municipal de Vancouver, en Columbia Británica.
Estos objetos están afectando a los animales. En los Países Bajos se ha observado a la innovadora focha común, un ave de rostro blanco que mide unos 30 centímetros de alto, construyendo nidos con mascarillas, asumiendo que sus grandes y larguiruchos pies no se queden atrapados en las tiras de ajuste. Esto les ha ocurrido —a veces con consecuencias mortales— a cisnes, gaviotas, halcones peregrinos y aves cantoras, según un estudio publicado en Animal Biology.
Las mascarillas, los guantes y las toallitas no son reciclables en la mayoría de los sistemas municipales ni deberían tirarse en las papeleras de reciclaje domésticas. Las mascarillas pueden contener una mezcla de papel y polímeros, como polipropileno y poliéster, que no pueden separarse en corrientes puras de materiales únicos para su reciclaje. Además, son tan pequeñas que se quedan atrapadas en las máquinas de reciclaje y causan averías. (El EPI empleado en centros médicos se desecha como residuos médicos peligrosos.)
Joana Prata, investigadora de salud ambiental en la Universidad de Oporto, Portugal, y autora principal de un estudio sobre las repercusiones de la pandemia en los plásticos, señaló que los ciudadanos necesitan información clara sobre cómo utilizar y desechar el EPI. «Esto incluye la eliminación adecuada como residuos mixtos en bolsas cerradas a prueba de fugas», escribió.
Un problema global se agrava
Los problemas generados por el EPI han llegado en un momento complicado en los esfuerzos para reducir los residuos plásticos. Se prevé que la cantidad de residuos plásticos acumulada en los océanos se triplicará en los próximos 20 años, sin soluciones reales en el horizonte. Aunque se mantuvieran todos los compromisos corporativos para utilizar más plásticos reciclados, el cambio reduciría esa triplicación proyectada en solo un 7 por ciento.
La pandemia también ha incrementado la producción de envases desechables, ya que los consumidores han comprado más comida para llevar, y porque las prohibiciones de las bolsas de plástico de un solo uso, como las bolsas de la compra, se suspendieron por el temor de que las reutilizables propagaran el virus. Asimismo, en parte debido a los recortes en los ajustados presupuestos municipales, un tercio de las empresas de reciclaje de Estados Unidos han cerrado total o parcialmente.
Cómo evaluar la propagación del EPI
A medida que las mascarillas y los guantes se volvían más visibles, Ocean Conservancy, una organización sin ánimo de lucro que defiende las protecciones marinas, empezó a evaluar el verano pasado la ubicuidad del EPI como basura en todo el mundo. La organización añadió el EPI a su aplicación para móvil, que permite que los voluntarios documenten los artículos desechados y los suban a la página web de la organización. En una encuesta global a los voluntarios que participaron en las limpiezas de playas del verano de 2020, se documentaron 107 219 artículos de EPI, aunque los líderes del grupo concluyeron que era probable que la cifra fuera una «gran subestimación».
Los propios voluntarios podrían haber proporcionado una medida mejor; el 94 por ciento dijo haber visto mascarillas, guantes y otros tipos de EPI desechados en sus comunidades de forma regular, mientras que la mitad dijo que ve EPI desechado a diario. El 40 por ciento dijo haber visto EPI desechado en arroyos, ríos y mares.
«Es un problema enorme; no se puede ocultar», afirma Mallos. «Pero recordemos que esto se suma a la crisis global existente de los residuos plásticos. Es una cuestión de salud pública y también de salud marina».
El grupo ha insistido en que se eliminen gradualmente los envases plásticos innecesarios, y desde la pandemia, que se mejoren los envases de comida para llevar, remplazándolos con otros materiales —como el cartón— que no tengan el mismo impacto que los envases de plástico cuando los desechan.
¿Qué se puede hacer?
Días después de que se declarara la pandemia el pasado marzo, Justine Ammendolia, investigadora marina afincada en Toronto y becada de la National Geographic Society, vio durante sus paseos diarios que había cada vez más mascarillas y guantes. También advirtió la ausencia de una supervisión estructurada del EPI por parte del gobierno u otra organización mientras se extendía por la ciudad.
Para identificar focos, la propia Ammendolia documentó mascarillas, guantes y toallitas en seis lugares, entre ellos dos aparcamientos de supermercados, un distrito hospitalario, dos zonas residenciales y un sendero. Registró 1306 artículos a lo largo de cinco semanas el pasado verano. Como era de esperar, los aparcamientos de los supermercados tenían la mayor cantidad, seguidos por el distrito hospitalario.
«No es la mayor cantidad de plástico del mundo», dice. «Pero lo que pasa es que vamos a cambiar después de este suceso, y también cambiará nuestra relación con la desechabilidad. Esto llama la atención sobre la cantidad de residuos que se producen. Este es el punto de partida de la conversación».
¿QUÉ PUEDES HACER?
* No arrojes basura al suelo (EPI incluido).
* Lleva mascarillas de tela lavables cuando sea posible.
* Mete el EPI usado en una bolsa de plástico, séllala y déjala en la basura.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.