El histórico clima extremo de este verano podría ser una señal de lo que está por venir

La Tierra acaba de experimentar el verano más caluroso jamás registrado. Los científicos afirman que no se trata de una anomalía, sino del principio de los desastres que veremos a medida que se agrave el cambio climático.

Por Kieran Mulvaney
Publicado 11 sept 2023, 12:41 CEST
Un helicóptero arroja agua sobre un incendio forestal en el condado de Riverside

Un helicóptero arroja agua sobre un incendio forestal declarado en julio en el condado californiano de Riverside. Los científicos afirman que los incendios forestales, las olas de calor, las inundaciones extremas y otros desastres medioambientales empeoran a medida que avanza el cambio climático.

Fotografía de Allen J. Schaben, Los Angeles Times, Getty Images

Se dice pronto: este ha sido el verano con más olas de calor de la historia de España. Y no estamos solos: transcurridos dos tercios del año, 2023 parece destinado a ser recordado como el año en que los fenómenos meteorológicos extremos dejaron conmocionado al conjunto del hemisferio norte.

Los meses de verano trajeron una letanía de fenómenos meteorológicos extremos: incendios forestales en Canadá. Inundaciones en la costa este de Estados Unidos. Un "comienzo inusualmente temprano y agresivo" de la temporada de huracanes en el Atlántico. Un devastador incendio forestal en la isla hawaiana de Maui, alimentado por el calor y los vientos ciclónicos, que prácticamente destruyó una ciudad histórica. En Grecia las olas de calor, la sequía, los incendios forestales devastadores y unas históricas inundaciones mortales han dejado el país devastado...

Según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea, el periodo de tres meses comprendido entre junio y agosto fue el verano más cálido del hemisferio norte jamás registrado, 0,6° C por encima de la media de 1991-2020 y 0,29 grados por encima del récord anterior.

Y un nuevo análisis de la organización sin ánimo de lucro Climate Central ha trazado una línea directa entre esas temperaturas y el cambio climático, argumentando que casi la mitad de la población mundial (3900 millones de personas) experimentó 30 o más días entre junio y agosto con temperaturas que se hicieron al menos tres veces más probables por el cambio climático.

"Prácticamente nadie en la Tierra escapó a la influencia del calentamiento global durante los últimos tres meses", afirmó en un comunicado de prensa Andrew Pershing, vicepresidente científico de Climate Central. "En todos los países que pudimos analizar, incluido el hemisferio sur, donde ésta es la época más fría del año, vimos temperaturas que serían difíciles (y en algunos casos casi imposibles) sin el cambio climático provocado por el hombre. La contaminación por carbono es claramente responsable del calor récord de esta temporada".

(Relacionado: ¿Puede el turismo ayudar a Maui tras los incendios?)

La conexión climática

Conectar los puntos entre el cambio climático y el tiempo extremo de este verano es complicado, pero algunos científicos se sienten cada vez más seguros de su capacidad para hacerlo.

En una rueda de prensa para anunciar las conclusiones de Climate Central, Friederike Otto, física del Imperial College de Londres (Reino Unido), afirmó que la intensidad de los incendios forestales de Quebec (Canadá) que cubrieron de humo amplias zonas de Estados Unidos "fue aproximadamente un 50% más intensa debido al cambio climático inducido por el hombre", y que las condiciones meteorológicas que permitieron el florecimiento de los incendios "se hicieron al menos dos veces más probables" por el calentamiento del clima.

Pero Otto, cofundador de la iniciativa World Weather Attribution, reconoció que, debido a los múltiples componentes que intervienen en el impulso de los fenómenos meteorológicos extremos, "la cuantificación es bastante diferente según los distintos métodos y los distintos modelos".

Por esa razón, algunos científicos prefieren hablar en términos más generales sobre cómo el cambio climático ha impulsado el tiempo extremo del año.

Michael Mann, director del Centro de Ciencia, Sostenibilidad y Medios de Comunicación de Pensilvania (Estados Unidos), afirma en un correo electrónico: "Podemos afirmar, con gran seguridad, que no estaríamos viendo los fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes que vimos este pasado verano si no fuera por el calentamiento provocado por la actividad humana debido a la contaminación por carbono generada por los combustibles fósiles".

Pero sostiene que los análisis que intentan atribuir fenómenos específicos al cambio climático a veces no tienen en cuenta cómo el calentamiento afecta a patrones meteorológicos más amplios y a más largo plazo, por ejemplo distorsionando la corriente en chorro, la banda de vientos del oeste que rodea el hemisferio norte. Varios investigadores temen que el calentamiento del Ártico debilite la corriente en chorro, permitiendo que el aire caliente de los trópicos fluya hacia el norte y prolongue las olas de calor, alimente los incendios forestales y derrita el Ártico.

Por eso, explicó Mann, cuyo último libro sobre el cambio climático se publicará a finales de este mes, "a menudo prefiero hablar de cómo el cambio climático está afectando a los procesos básicos relevantes para todos estos fenómenos, lo que incluye no sólo el hecho obvio de que las olas de calor son más frecuentes e intensas en un planeta más caliente, sino el hecho de que los continentes más calientes en verano pierden más humedad por evaporación".

Lo que podría parecer sólo una ola de calor puede desencadenar una cascada de desastres, señala Mann. Unas sequías peores provocan incendios forestales más dañinos. Y una atmósfera más cálida puede retener más vapor de agua, por lo que cuando llega la lluvia suele ser más pesada y es más probable que provoque inundaciones.

Añade Stephen MacAvoy, del Departamento de Ciencias Ambientales de la American University (Estados Unidos), que la clave para entender el futuro del clima es asumir un aumento de lo "extremo y errático".

"Las condiciones actuales no se agravarán necesariamente", explica. "Si está seco, no necesariamente se volverá más seco. Y si está húmedo, no necesariamente se volverá más húmedo. Pero hay muchas posibilidades de que sea extraño, francamente. Es decir, Texas no esperaba congelarse en 2021".

(Relacionado: 26 datos para entender la realidad del cambio climático)

Redefinir el tiempo estival

En lo que sí coinciden los investigadores del clima es en que el verano pasado no será anómalo. Puede que el año que viene o el siguiente no experimentemos condiciones extremas de similar extensión, pero las viviremos una y otra vez.

"En cuanto a las condiciones meteorológicas extremas, tenemos que acostumbrarnos", afirma MacAvoy. Pero no está de acuerdo con la idea de que 2023 presagia una "nueva normalidad".

"Tengo problemas con esa expresión", explica. "Porque normal implica estable, y no estamos en una nueva normalidad, porque todo sigue cambiando, y va a seguir cambiando".

Mann está de acuerdo.

"A veces me he inclinado por el término 'nueva anormalidad', pero el problema básico con este encuadre es que hace que suene como si hubiéramos llegado a un nuevo estado del clima y sólo tuviéramos que averiguar cómo adaptarnos a él", explica. "Pero es mucho peor que eso. A medida que seguimos calentando el planeta, todo esto empeora".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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