Este arrecife de coral debería estar muerto: ¿cómo es posible que siga creciendo?

Tras resistir a un siglo de contaminación y enfermedades, este arrecife de coral hondureño podría ser muy valioso para restaurar arrecifes caribeños moribundos. Todo depende de que los científicos averigüen cómo se las ha ingeniado para sobrevivir.

Por Ashley Stimpson
Publicado 19 ago 2024, 10:50 CEST

A pesar de estar expuesta a décadas de contaminación industrial en la costa norte de Honduras, la bahía de Tela está repleta de coral, incluido este espectacular gran coral de estrellas (Montastraea cavernosa). ¿Por qué es tan resiliente? Los científicos están empezando a encontrar algunas respuestas.

Fotografía de Antal Borcsok

En casi todos los sentidos, el coral de la bahía de Tela debería estar muerto. Sin embargo, a pesar de décadas de contaminación, degradación industrial y olas de calor que han diezmado otros arrecifes de la región, este arrecife de la costa norte caribeña de Honduras está fantástica y ostentosamente vivo.

La bahía de Tela cuenta con más del 68% de cobertura de coral vivo, una cifra asombrosa comparada con el resto del Caribe, que sólo alcanza el 18% de media. Si los científicos consiguen averiguar qué hace que los arrecifes de Tela sean tan resistentes, podrían utilizar sus secretos (o incluso sólo sus genes) para repoblar los marchitos arrecifes del Caribe.

Esos esfuerzos ya están en marcha. En mayo, científicos de la Universidad de Miami (Estados Unidos) recogieron 13 especímenes de coral cuerno de alce de las aguas de la bahía de Tela en un primer intento mundial de reproducir corales de dos países distintos para aumentar su tolerancia a las mortíferas olas de calor oceánicas, cada vez más frecuentes con el cambio climático. Si la táctica da resultado, los nuevos corales podrían utilizarse para restaurar los arrecifes del estado, que están desapareciendo rápidamente.

“Si el cuerno de alce va a sobrevivir en Florida, necesitará ayuda externa”, afirma Andrew Baker, científico marino de la Universidad de Miami: “Eso significa que vamos a tener que introducir diversidad, idealmente de una población resistente que se enfrente a las mismas condiciones”.

El equipo de Baker también recogió muestras de ADN en Honduras, con la esperanza de desentrañar un misterio que los investigadores han estado tratando de resolver desde que la pequeña ensenada centroamericana apareció en su radar en 2010: ¿por qué es tan resistente el arrecife de coral de la bahía de Tela? 

Tras sólo unas semanas en sus nuevos tanques de Florida, los corales ya están empezando a revelar sus secretos.

Andrew Baker, profesor de biología marina y ecología en la Escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami, carga un fragmento de coral cuerno de alce de la Bahía de Tela en una nevera para su envío a Miami. Baker intenta reproducir el coral de la bahía de Tela con los de Florida para crear una variedad más resistente al clima.

Fotografía de Teia Baker

Nunca había visto nada igual

La bahía de Tela fue uno de los primeros lugares en los que Antal Borcsok se puso una máscara de buceo. En 2010, decidió junto a su esposa, por entonces propietarios de un hotel cercano y buceadores recién titulados, pasar una tarde en la diminuta ensenada.

"Había tanto coral, tantas variedades, colores, especies y patrones de crecimiento. Era precioso", dice Borcsok, que ahora es director ejecutivo de Tela Marine, un programa de educación científica sin ánimo de lucro: "Pero éramos buceadores novatos y pensamos que debía ser muy normal porque nadie le daba importancia".

Aun así, Borcsok tenía la corazonada de que se habían topado con algo especial. Pronto invitó a unos amigos, buceadores más experimentados de Roatán (la meca del submarinismo del país), para que lo comprobaran.

"En cuanto entramos en el agua, se olvidaron de nosotros y empezaron a hacer fotos", recuerda Borcsok: "Nunca habían visto nada igual".

De hecho, casi nadie había visto nada igual.

"Todo el mundo habría dado por hecho que los arrecifes de tierra firme serían una porquería", dice Baker: "Hay mucha escorrentía de agua dulce, mucha agua turbia y enormes fluctuaciones de salinidad".

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    Un coral de estrella florece a lo largo del arrecife de la bahía de Tela (Honduras). Entre las teorías que explican la resistencia de este arrecife al cambio climático figuran su biodiversidad, la presencia de útiles erizos de mar e incluso las fluctuaciones de salinidad del agua.

    Fotografía de Antal Borcsok

    Además de sufrir episodios de calor que blanquearían otros corales, las especies de Tela han estado expuestas a décadas de contaminación industrial procedente de los interminables cargamentos de plátanos que antes se cargaban a escasos metros por encima de este delicado ecosistema. También han estado sometidas a la escorrentía agrícola y a los vertidos de una laguna local de aguas residuales que abastece a los 100 000 habitantes de Tela.

    Sin embargo, el coral prospera. Las cornamentas de coral cuerno de alce, en peligro crítico, crecen en racimos nudosos, y grandes puños de coral cerebro tachonan el fondo marino... ¿cómo es posible?

    “Eso es lo que todo el mundo intenta averiguar”, dice Borcsok, que, junto con su mujer, se ha convertido en “el evangelista del arrecife”. Juntos han ayudado a convertir la bahía de Tela en una zona marina protegida y han creado el único acuario público de Centroamérica, invitando a los hondureños a descubrir una deslumbrante vida marina que la mayoría ignoraba que hubiese florecido tan cerca de sus costas. 

    También hicieron un llamamiento a científicos como Baker para que estudiaran el coral y, tal vez, descubrieran una forma de salvar los arrecifes de todo el mundo que están enfrentándose a la destrucción por el cambio climático.

    “La bahía es resistente, pero todo lo es sólo hasta cierto punto; en algún momento se verá desbordada”, afirma Borcsok: “Así que puede que no tengamos mucho tiempo para resolverlo”.

    Teorías sobre la vida en la bahía de Tela

    Las teorías sobre la capacidad de recuperación de Tela son casi tan variadas como la vida marina de sus aguas.

    De hecho, el secreto del éxito de Tela podría deberse a su población intacta de criaturas marinas. Aunque en Honduras hay muchos pescadores, la mayoría evitan la bahía de Tela. Como el laberinto de coral ofrece tantos escondrijos a los peces pequeños, los grandes tienden a mantenerse alejados, y los humanos también. Como resultado, sus aguas están repletas de almejas, camarones y estrellas de mar que mantienen a raya las algas nocivas.

    Otra teoría atribuye la vivacidad de la bahía de Tela a su número inusualmente alto de erizos de mar de púas largas, una especie que ha sobrevivido misteriosamente a un patógeno transmitido por el agua en la década de 1980 que acabó con casi el 90% de la especie en el resto del Caribe. Estos erizos también se alimentan de algas que pueden asfixiar a los corales y crear espacios para que se asienten nuevos corales.

    Dan Exton, ecologista de arrecifes de coral que ha estudiado Tela, afirma que los erizos han prosperado en la bahía gracias a su coral estructuralmente complejo, que les proporciona protección frente a los depredadores. Aún así, los científicos no están seguros de cuál precedió al otro.  “Es como el huevo y la gallina”, dice. “¿Qué fue primero, la población inusualmente alta de erizos de mar o la abundancia excepcionalmente alta de corales?”.

    Por su parte, Borcsok se ha preguntado si realmente las fluctuaciones de salinidad han conseguido proteger la bahía. Del mismo modo en que un trago de enjuague bucal elimina la placa dental, ¿podrían los chorros esporádicos de agua salada mantener a raya a los patógenos? Baker dice que es una teoría bastante razonable, aunque no algo que pueda investigarse científicamente.

    Una teoría que Baker podría probar científicamente es la presencia de simbiontes resistentes al calor. Como su nombre indica, los simbiontes son algas simbióticas que viven dentro de las células del coral y le proporcionan energía mediante la fotosíntesis. Hay muchos tipos de simbiontes, y los corales pueden “cambiarlos” de lugar tras situaciones de estrés, en un proceso que puede ayudar al coral a adaptarse a condiciones cambiantes. ¿Podría el arrecife hondureño poseer algún tipo de simbionte superresistente?

    El trabajo de Baker ya empieza a dar algunas respuestas. En tan sólo unas semanas, su equipo ha descubierto que los corales cuerno de alce de Tela “están completamente dominados por un inusual simbionte tolerante al calor”. El científico afirma que el simbionte había sido identificado antes en corales individuales, pero nunca en arrecifes enteros.

    Aunque el descubrimiento no proporciona una explicación definitiva sobre la resistencia del coral de la bahía de Tela, es un hallazgo esperanzador, dice Baker. “Parece tratarse de una situación en la que los corales lo hacen de forma natural. [La adaptación] podría ser un atisbo del futuro de los arrecifes de coral”.

    El futuro de la bahía de Tela

    Y aquí no acaban las buenas noticias procedentes de Miami: 4 de los 13 ejemplares de cuerno de alce hondureño que recogieron los científicos ya han desovado y se han cruzado con éxito con el cuerno de alce de Florida.

    “Tenemos varios miles de larvas que se están convirtiendo en crías de coral”, dice Baker. “¡Me siento como un padre primerizo!”.

    Aun así, el científico es realista sobre el trabajo que tiene por delante.

    “Es sólo el principio si queremos que los arrecifes del Caribe sobrevivan”, afirma. Pero Baker espera que este tipo de intercambio genético entre países se convierta en algo habitual. “El cambio climático ignora las fronteras”, afirma, y así deberían hacerlo los investigadores.

    Para que eso ocurra, Baker sostiene que habrá que racionalizar la normativa sobre el transporte de coral a través de las fronteras internacionales con fines de conservación.

    “Era un proceso tremendamente complicado de permisos de exportación, autorizaciones veterinarias, inspecciones aduaneras. Imagínate todas las preguntas que les hacían en el aeropuerto”, afirma.

    De vuelta a Tela, Borcsok sigue empeñado en, como él dice, “subir los genes de Tela a la nube”, creando una granja de coral de reserva en tierra. “Podríamos ser un banco de semillas genéticas”, dice Borcsok: “Pero nuestros genes deben exportarse y llevarse a tantos lugares como sea posible, hasta que todo el mundo tenga algo de los genes de Tela”.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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