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La nieve se ha convertido en un serio problema en los Grandes Lagos de EE. UU.
A mediados de febrero de 2021, el lago Erie se había congelado. Pero la comunidad científica está descubriendo que el calentamiento de las aguas del lago hace que permanezca sin hielo más avanzado el invierno, lo que crea condiciones que provocan nevadas de efecto lago peligrosas para las comunidades situadas a sotavento.
Jim Timonere ha estado observando y esperando a que el lago Erie se congelara, y lo ha estado haciendo sólo para poder tener un respiro.
Ha sido un invierno brutal para las comunidades de las orillas sudoriental y oriental del lago Erie, que se extiende en Estados Unidos por Ohio, Pensilvania y Nueva York.
En el último fin de semana de Acción de Gracias, la región quedó paralizada por una tormenta “histórica” en la que casi dos metros de nieve trastornaron la vida a lo largo de cientos de kilómetros.
“Cuando me desperté a las tres de la mañana para comprobar la nevada pensé: 'no es para tanto'“, recuerda.
“Dos horas después, miré fuera y fue: 'Dios mío'. Nos cayeron metros de nieve en cuestión de horas”.
Los tejados de más de una docena de estructuras en Ashtabula se derrumbaron, incluido el del instituto local, lo que obligó a cientos de estudiantes a tomar clases online durante un mes.
“Estamos acostumbrados a los 20 centímetros de nieve. Podemos soportarlo”, dice Timonere, entonces y ahora administrador municipal de una ciudad de casi 18 000 habitantes.
“(Pero) cuando empiezas a hablar de pies, y de dos a tres pulgadas [de cinco a siete centímetros] en una hora, nadie puede con eso”.
En muchos aspectos, el lago Erie es el menos espectacular de los cinco Grandes Lagos: es el menos profundo, el de menor volumen y el que está más al sur.
Pero está creando condiciones de nieve peligrosas para millones de personas desde Cleveland (Ohio) hasta Buffalo (Nueva York) y más allá.
Mientras que las nevadas en la mayor parte del Medio Oeste estadounidense han estado por debajo de la media este invierno, en las regiones situadas a sotavento de los Grandes Lagos está ocurriendo lo contrario.
En dos ocasiones en lo que va de invierno, los residentes de las costas sudoriental y oriental del lago Erie han sufrido tormentas de nieve sin precedentes, que han obligado a movilizar a la guardia nacional y a declarar emergencias por nieve.
Paradójicamente, algunas pruebas sugieren que el calentamiento del planeta podría provocar más nevadas importantes en las comunidades situadas a sotavento de los Grandes Lagos.
Cómo las temperaturas más cálidas pueden generar más nieve
Cuando el aire frío que se desplaza hacia el sur desde el Ártico y Canadá pasa por encima de lagos que se han calentado durante el verano y el otoño, se crean las condiciones para una rápida evaporación del agua a la atmósfera, lo que puede provocar nevadas masivas y de caída rápida.
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Debido a su escasa profundidad (sólo 64 metros en su punto más profundo), la temperatura del agua del lago Erie puede aumentar rápidamente durante los meses de verano y otoño. Desde que se empezaron a llevar registros en 1927, la temperatura del agua del lago ha ido en aumento. En la década de 1950, un termómetro sumergido en Buffalo (Nueva York) registró temperaturas iguales o inferiores a 26˚C durante 28 días del mes de agosto. En la última década, eso sólo ocurrió en dos días, cuando la temperatura media subió hasta los 23˚C.
El primer día de 2025, el lago Erie aún no tenía hielo, aunque el posterior enfriamiento provocó la congelación de gran parte del lago a finales de invierno. Estas condiciones cálidas crean los ingredientes perfectos para fuertes nevadas.
“En comparación con el pasado, la nieve de efecto lago ha sido extraordinaria, sobre todo este invierno. Se debe a lo cálidos que han estado los lagos”, afirma Richard “Ricky” Rood, profesor emérito de la Universidad de Michigan que dirige Open Climate, un sitio web que recopila y comparte planes de lecciones sobre ciencia climática.
“Lo que estamos viendo este año es el hecho de que los lagos se mantienen cálidos, relativamente libres de hielo hasta bien entrada la estación invernal, y aun así hay brotes de aire frío”, afirma Rood.
Un estudio publicado en 2003 en el Journal of Climate constató “una tendencia estadísticamente significativa al aumento de las nevadas en los lugares de efecto lacustre” a lo largo del siglo XX en todos los Grandes Lagos. Y otro estudio sobre Buffalo (Nueva York), publicado en la revista Earth's Future el pasado mes de junio, concluyó que las condiciones que producen la nieve de efecto lacustre podrían generar un 14% más de precipitaciones a medida que el planeta se calienta, aunque parte de ellas podrían caer en forma de lluvia.
Los modelos del programa de Ciencias y Evaluaciones Integradas de los Grandes Lagos (GLISA) sugieren que las temperaturas del aire en la región podrían aumentar hasta 6˚C en 2100, un cambio que crearía agua más caliente en los lagos a medida que se sucedieran los años de clima más cálido.
Dada la compleja relación entre los flujos de aire del Ártico y los cambiantes patrones climáticos, los expertos dicen que no pueden predecir con certeza cómo serán las futuras nevadas en torno a los Grandes Lagos, aunque es probable que se mantengan los ingredientes de las fuertes tormentas de nieve: el calentamiento del agua de la superficie de los lagos y las descargas de aire extremadamente frío del Ártico.
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Según David Kristovich, del Departamento de Clima, Meteorología y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Illinois, “es probable que la frecuencia del aire que atraviesa los Grandes Lagos lo bastante frío como para producir nieve de efecto lacustre esté disminuyendo por término medio”.
“Sin embargo, es difícil prever una situación en la que dejen de producirse brotes ocasionales, extremos y relativamente fríos de aire que produzcan intensas lluvias o nieves de efecto lacustre a corto plazo”, añade.
No sólo los habitantes de los Grandes Lagos podrían enfrentarse a peligrosas nevadas de efecto lacustre en los próximos años. Las aguas más cálidas han provocado más tormentas de nieve de efecto marino y lacustre en el extranjero, con tendencias documentadas en Estambul y en ciudades situadas a sotavento del Mar de Japón.
En enero se registraron nevadas de efecto lacustre en la costa del Golfo de Estados Unidos.
En general, los inviernos son cada vez más cálidos, pero seguirán produciéndose brotes de aire frío, lo que dará lugar a menos tormentas, aunque más graves. En enero, por ejemplo, la región de Erie, en Pensilvania, registró una nevada media para el mes, pero la mitad cayó en sólo tres días.
“Como el clima se está calentando activamente, lo que estamos haciendo ahora es empezar a tomar muestras de este calentamiento climático”, dice Rood. “No se debería tratar esto como un acontecimiento puntual”.
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Adaptarse a las nevadas intensas
JoAnn Vranek, una profesora de inglés jubilada que vive en Ashtabula desde hace décadas, dice que no pudo salir de su casa durante la tormenta del fin de semana de Acción de Gracias, y tuvo que contratar a un contratista de limpieza de nieve para despejar su camino de entrada.
“A mí me salió bien (pero) otros vecinos de mi calle tuvieron que pagar cientos de dólares para contratar a gente”, dice.
“A la casa de al lado se le cayeron los aleros y los tapajuntas. Tendrá que arreglarlo. No recuerdo que me hubiera pasado antes”.
El edificio del instituto local en el que trabajaba Vranek, construido hace menos de 20 años con un coste de casi 40 millones de dólares, permanece cerrado debido al derrumbe del tejado provocado por la nieve. Las autoridades dicen que podría pasar un año antes de que todos los estudiantes vuelvan al campus.
La tormenta de Acción de Gracias también afectó gravemente a los servicios críticos de Ashtabula.
Timonere dice que los servicios de emergencia de la ciudad tuvieron que esforzarse para llegar a la gente, algunos de los cuales se enfrentaron a altas lecturas de monóxido de carbono en sus hogares después de que los respiraderos de los hornos fueran bloqueados por la nieve. Un municipio tuvo que utilizar un camión cisterna para apagar un incendio porque las bocas de incendios estaban enterradas bajo la nieve y los bomberos no podían encontrarlas.
“Las comunidades pequeñas como la nuestra no disponen de abundantes fondos para hacer frente a esta situación”, explica.
“No tengo 20 hombres que pueda poner en las carreteras cuando tenemos nieve como esta, como podrían tener las grandes ciudades”, afirma, y recomienda a los residentes en la trayectoria de las tormentas de nieve de efecto lago que hagan que los contratistas inspeccionen sus tejados.
Yue Li, profesor de ingeniería de la Case Western Reserve University de Cleveland, afirma que adaptarse a las tormentas de nieve más intensas exigirá serias mejoras.
“Las ciudades tendrán que diseñar los barrios con mejores sistemas de drenaje de la nieve, integrando zonas de almacenamiento de nieve y revisando las normas de construcción, especialmente las de los tejados, para garantizar que puedan soportar grandes cargas de nieve”, afirma.
“Ampliar el acceso a equipos de retirada de nieve, lugares de almacenamiento y suministros de reserva como sal y arena es vital para mantener la movilidad y la seguridad”.
Ashtabula está embarcada en un plan de 100 millones de dólares para mejorar sus infraestructuras de tratamiento de aguas y aguas residuales, y los líderes de la comunidad se encuentran ahora teniendo en cuenta las inundaciones provocadas por la lluvia y las fuertes nevadas.
“Esperemos que esto haya sido una anomalía, pero como hemos dicho”, dice Timonere, “el tiempo está cambiando y ya no se puede negar”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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