Consejos para el día de la Tierra: recetas para el planeta y la salud

Por Redacción National Geographic
Pico Kantega (Everest)
Pico Kantega (Everest)

5 de septiembre de 2010

Este Día de la Tierra, considere al planeta de la misma forma que lo hace con su cuerpo: nuestra salud está estrechamente ligada al mundo que nos rodea. Los científicos están descubriendo constantemente nuevas formas en las que los ecosistemas afectan al ser humano. La destrucción del entorno natural, por ejemplo, puede conllevar una mayor exposición del ser humano a nuevas enfermedades.

En palabras de Jon Epstein, epidemiólogo veterinario del consorcio de medicina medioambiental del Wildlife Trust: «Lo que realmente debemos asumir son las implicaciones de actividades como la deforestación, el turismo y el comercio global además de la agricultura intensiva para la propagación de enfermedades propias de la fauna salvaje». Por ejemplo, la gripe aviar se transmite de las aves salvajes a las de corral y de allí a los humanos.

«En Asia hay alrededor de mil millones de contactos entre humanos y animales de forma anual y las probabilidades de que surjan enfermedades como el SARS, la gripe aviar y la fiebre de Nipah se incrementan de forma exponencial» comenta William Karesh, director del programa veterinario de la Wildlife Conservation Society, que recientemente detectó el virus de la gripe aviar (H5N1) en aves migratorias de Mongolia. Este científico también ha estudiado la fiebre del Ébola, siguiendo su rastro hasta llegar al «consumo de animales salvajes, que son causa de distintas epidemias y pérdida de la biodiversidad».

Por nuestro propio bien, debemos actuar en nombre de la salud de la Tierra e involucrar a más personas, ya sea en el ámbito familiar, laboral, escolar o las vacaciones. A continuación presentamos algunas oportunidades para que los consumidores colaboren con la protección de ecosistemas específicos y recursos globales.

Selvas tropicales

Las fotos por satélite demuestran que, además de las devastación originada por la tala y la quema indiscriminadas, incluso la tala selectiva del Amazonas arrebata una cuota sustancial de vida, puesto que emite de 45 a 72 toneladas métricas adicionales de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera cada año, según Gregory Asner, del Instituto Carnegie de Ciencias. «Existe una gran cantidad de daños colaterales originados por la tala selectiva» comenta Asner. Podemos incluir la contaminación de las cauces y humedales y la fragmentación de los hábitats debido a las carreteras usadas por vehículos madereros, lo que origina más contactos humanos con mosquitos vectores de la malaria (paludismo) o garrapatas portadoras de la enfermedad de Lyme.

«Con la deforestación y la pérdida de agua potable se perciben aumentos de las epidemias», añade Karesh. Los efectos del clima extremo empeoran significativamente debido a la deforestación. Durante el maremoto (tsunami) de diciembre de 2004, «los residentes de la costa próximos a manglares y arrecifes coralinos sobrevivieron en mayor número», comenta Alfredo Quarto, director del Mangrove Action Project (MAP). A menudo, los manglares se despejan para dar paso a granjas camaroneras de vida efímera (más de 25.000 kilómetros de antiguos manglares son ahora lagunas salobres abandonadas. Tras reconocer que los manglares son amortiguadores esenciales del efecto de las mareas, las naciones del sudeste asiático están replantando miles de hectáreas con mangles.

Lo que podemos hacer

  • Colabore con la protección de manglares mediante donaciones al MAP.
  • Pida a su empresa que utilice marcas de papel certificado por el Forest Stewardship Council (FSC) que esté fabricado de contenido 100 % reciclado.

Reducción de la carga de contaminantes y gases de efecto invernadero en la atmósfera

El aire viciado no sólo irrita los pulmones sino que incluso puede llegar a provocar infartos, derrames y asma. Según la agencia estadounidense de protección ambiental (EPA), las temperaturas más elevadas pueden añadir una presión adicional a aquellas personas que padecen problemas cardiovasculares e incrementar los niveles de ozono nocivo para los pulmones a ras de suelo. Las altas temperaturas también puede coadyuvar en la propagación de enfermedades tropicales como la malaria y el dengue en climas más templados.

Lo que podemos hacer

  • Compre un TerraPass para compensar las emisiones de CO2 de su vehículo y financiar así proyectos de energía renovable no contaminante. Compense sus emisiones plantando árboles.
  • Monte en bicicleta para ir al trabajo o a la compra. Inste a sus hijos a trasladarse al colegio en bicicleta.

Humedales, ríos y arroyos

La pérdida de los pantanos de Louisiana eliminó un escudo natural entre Nueva Orleáns y el Golfo de México, lo que maximizó los efectos del huracán Katrina acaecido en el 2005. La conservación de los humedales protege la vida animal y vegetal además de los filtros naturales que absorben contaminantes del agua antes que lleguen a los océanos o acuíferos de uso humano. Los efectos de los contaminantes pueden ser muy alarmantes: los residuos de píldoras anticonceptivas en el alcantarillado han hecho que la población de carpas macho tengan características femeninas.

Lo que podemos hacer

  • Compre sellos federales con imágenes de patos para apoyar económicamente a la conservación de los humedales y pantanos.

Océanos

Los químicos, residuos cloacales y de fertilizantes además de otros contaminantes liberados al entorno llegan al mar, lo que va en detrimento de nuestra salud cuando nadamos o comemos pescados o mariscos procedentes de aguas contaminadas. Una tercera parte de las 146 zonas muertas oceánicas carentes de oxígeno están próximas a las costas de Estados Unidos según informes emitidos por las Naciones Unidas. En el Golfo de México, un sola zona muerta abarca más de 18.000 kilómetros cuadrados de extensión. Esta zona se nutre de los millones de toneladas métricas de nitrógeno, producto de fertilizantes sintéticos y heces de peces que fluyen al río Mississippi, originando «mareas rojas» de algas que pueden envenenar a consumidores desprevenidos de mariscos y ostras.

El mercurio neurotóxico liberado por las centrales eléctricas de carbón y fábricas de cloro se ha concentrado en los organismos de peces espada, túnidos como las albacoras y otros depredadores marinos. La vida marina también se ve amenazada por el comercio de más de 1.500 especies exóticas y de un 50 a 70 por ciento de los arrecifes de coral se han visto afectados por las exportaciones para joyería.

Lo que podemos hacer

  • No abone en exceso su césped. Deje los restos de la siega sobre el césped.
  • Compre comida y algodón orgánico certificado por la USDA, cultivado sin fertilizantes sintéticos de nitrógeno.
  • Compre productos de granjas locales que protejan los cauces y los acuíferos. Además, afíliese a grupos agrícolas locales y coseche legumbres frescas durante todo el año.

Praderas

Las inmensas extensiones de praderas que una vez cubrieron los Estados Unidos se han reducido a zonas aisladas por el desarrollo urbano, la agricultura y las carreteras. «Sólo en los últimos dos años, en las laderas de Missouri (Dakota del Sur), hemos documentado una pérdida de más de 69.000 hectáreas de pradera primordial», comenta Jim Ringelman, director de conservación de Ducks Unlimited, organización sin fines de lucro. Añade también que: «probablemente el motivo principal de dicha pérdida sea el incremento del uso de soja transgénica como pasto» ya que los agricultores adoptan este tipo de cultivo modificado genéticamente. Los resultados: más químicos acceden a nuestros acuíferos debido a la pérdida del filtrado natural de la hierba, mayor erosión de los suelos y casi un 70 por ciento de disminución de la población de aves de la pradera, especialmente desde 1966, según la Audubon Society.

Lo que podemos hacer

  • Si es propietario de terrenos con praderas, afíliese al programa de conservación de la USDA para ayudar a su conservación y protección.
  • Apoye el proyecto de Praderas para el Mañana patrocinado por Ducks Unlimited para conservar las Grandes Planicies (Great Plains). Ayude a los tordos arroceros, alondras y otras especies de las praderas a través de la Audubon Society.

Desiertos

Los desiertos naturales no son tierra yerma: las áridas planicies del sudoeste de los Estados Unidos albergan casi el 10 por ciento de todas las especies vegetales del país.

Lo que podemos hacer

  • Permanezca alejado de los márgenes del desierto para no perturbar la vida animal.
  • Compre artefactos arqueológicos, rocas, arena, animales o plantas a jardines botánicos xerófilos o a las unidades formativas del servicio de parques nacionales. Compre artesanía, semillas y alimentos de los comerciantes nativos americanos para apoyar a sus comunidades y especies autóctonas.

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