¿Por qué aumenta la temperatura del mar?
La continua aceleración del calentamiento global lleva consigo un irremediable aumento del nivel del mar: los expertos alertan de que aumentará 30 centímetros para 2050, independientemente de cuánto reduzcamos las emisiones de carbono.
Artículo publicado el 5 de septiembre de 2010 y actualizado el 19 de septiembre de 2022.
A medida que el cambio climático ha aumentado el calentamiento de nuestro planeta Tierra, los océanos han respondido con mayor lentitud que los entornos terrestres. Sin embargo, las investigaciones científicas alertaron de que los ecosistemas marinos pueden ser mucho más sensibles incluso al más mínimo cambio en sus temperaturas.
A lo largo del siglo pasado, el calentamiento global ocasionado por las actividades humanas que emiten dióxido de carbono, un gas que atrapa el calor, ha generado un aumento global aproximado de 1°C en la temperatura media del planeta.
Los océanos absorben gran parte de este aumento de calor; los 100 metros más superficiales muestran un calentamiento de más de 0,33ºC desde 1969. La Tierra almacena el 90 por ciento de la energía sobrante en el océano. Este calentamiento se ha producido desde la superficie hasta una profundidad de alrededor de 700 metros, donde habita la mayoría de la fauna y flora marinas.
Quizás, el organismo marino más vulnerable al cambio en las temperaturas es el coral. El blanqueo de los arrecifes, es decir la pérdida de sus algas simbióticas, se produce incluso con el más mínimo aumento persistente de las temperaturas. El blanqueo ralentiza el crecimiento de los corales, los hace más propensos a contraer enfermedades y puede causar la extinción masiva de los arrecifes.
Otro organismo afectados por el cambio de las temperaturas es el krill, un eslabón extremadamente importante en la base de la cadena alimentaria. Las investigaciones realizadas han demostrado que el krill se reproduce en cantidades significativamente inferiores cuando aumenta la temperatura de los océanos.
Esto puede causar una reacción en cadena al alterar el ciclo vital de los de los animales que se alimentan de krill, como los pingüinos y las focas, lo que a su vez provoca una escasez de alimentos para los depredadores superiores.
La subida del nivel del mar
Cuando el agua se calienta, se dilata. Por eso, la consecuencia más inmediata del aumento de la temperatura del mar es un rápido aumento del nivel del mar. De media, el nivel del mar ha subido 23 centímetros desde 1880, y casi la mitad de este aumento ha sido en los últimos 25 años. Además, un estudio publicado el 15 de febrero de 2022 muestra que el ritmo de subida de nivel del mar se está acelerando.
El aumento del nivel del mar provoca la inundación de los hábitats costeros de los seres humanos así como de las plantas y los animales, la erosión del litoral y la intensificación de tormentas que pueden devastar zonas de poca altitud.
La Organización de las Naciones Unidas lleva décadas advirtiendo que el calentamiento global se está acelerando y será imparable si continúa esta tendencia, según el Informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante.
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Uno de los lugares más vulnerables al cambio climático es la cuenca del Mediterráneo, que supera ya los 1’5ºC por encima de los niveles preindustriales. En 2040 ese incremento llegará a los 2,2ºC y en 2100 podría llegar a los 3,8ºC, según el informe Cambio climático y medioambiental en la cuenca mediterránea de la red Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change (MedECC).
Tormentas más intensas
Muchos climatólogos afirman que ya se pueden percibir los efectos del aumento de las temperaturas en la proliferación e intensificación de tormentas tropicales, huracanes y ciclones. Cuando la temperatura de la superficie del agua se eleva, el agua se evapora con mayor facilidad, lo que contribuye a que las pequeñas tormentas que se forman en el océano se conviertan en sistemas de mayor tamaño e intensidad.
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Cuando tocan tierra, estas tormentas de mayor intensidad pueden multiplicar el daño causado a las estructuras humanas. También pueden dañar ecosistemas marinos como los arrecifes de coral y los bosques de algas. Y un incremento en la frecuencia de las tormentas se traduce en un menor tiempo de recuperación para estos hábitats sensibles.
Otras consecuencias
El aumento de la temperatura del mar también está asociado a la proliferación de especies invasoras y de enfermedades marinas. La evolución de un hábitat marino estable depende de un gran número de factores, incluida la temperatura del agua.
El aumento de la temperatura de un ecosistema puede favorecer la entrada de especies o bacterias foráneas que en el pasado habían quedado excluidas. Esta circunstancia puede forzar la migración e incluso la extinción de una o varias especies.
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En el Mediterráneo, especies como el pez escorpión, el pez león o el venenoso pez globo devoran los ecosistemas, avivados por el aumento de la temperatura y la actividad humana.
El aumento de la temperatura de los mares causa el deshielo de la base de las plataformas de hielo polar, lo cual pone en peligro su integridad estructural y provoca grandes desprendimientos en las plataformas. En puntos como Groenlandia, el deshielo superó en 2020 el punto de no retorno y los estudios revelan que 28 billones de toneladas de hielo de la superficie de la Tierra ya se han derretido desde 1994.
Los científicos también se muestran preocupados por la posibilidad de que el aumento de la temperatura de las aguas interrumpa la llamada cinta transportadora oceánica, el sistema global de corrientes oceánicas que regula en gran medida la temperatura de la Tierra. Su desaparición podría acelerar de forma catastrófica el cambio climático. Además, para islas bajas como las Marshall, el cambio climático significa que deben considerar medidas drásticas, como la construcción de nuevas islas artificiales.
La única forma de disminuir la temperatura de los océanos es reducir notablemente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, aunque reduzcamos de forma inmediata las emisiones de dióxido de carbono a cero, los gases que ya hemos liberado a la atmósfera tardarían años en disiparse.