14 de julio de 2016
Las primaveras que quedan por venir podrían llegar antes de lo esperado, según un estudio realizado por científicos británicos. Esta investigación analiza la relación entre la contaminación lumínica y el momento del año en el que los árboles empiezan a producir brotes. Observando cuatro especies de árboles, descubrieron que, de media, la luz artificial puede provocar que estos árboles echen brotes 7 días antes de lo previsto, en comparación con otras especies que lo hacen de forma natural.
“Son hechos correlativos, así que no podemos probar nada. Simplemente podemos mostrar que esta correlación existe”, explica Richard Ffrench-Constant, uno de los autores del estudio. Este trabajo se publicó en Proceedings of the Royal Society B.
Aun así, el estudio sugiere que la polución lumínica puede estar provocando una llegada temprana de la primavera. O, al menos, está haciendo que las plantas piensen que la primavera está ocurriendo antes de lo normal.
Un florecimiento temprano
La contaminación lumínica ocurre cuando las farolas y otras fuentes de luz artificial iluminan el cielo nocturno, provocando la alteración de los ecosistemas y ocultando las estrellas. De hecho, el 99% de los habitantes de Estados Unidos y Europa no puede ver la Vía Láctea debido a este tipo de polución.
Además, la contaminación lumínica contribuye al cambio climático añadiendo un exceso de calor al aire. “La luz artificial tiene numerosos efectos”, explica Ffrench-Constant.
Su estudio demostró que los fresnos europeos tienden a echar brotes 5 días antes en áreas con mayor luminosidad en comparación con áreas más oscuras. Otros de los árboles estudiados –sicomoros europeos, hayas europeas y robles pedunculados– producen brotes aproximadamente 7 días y medio antes en condiciones de mayor claridad. El estudio también señala que las plantas de menor tamaño que crecen directamente bajo las farolas pueden verse mucho más afectadas.
Los científicos utilizaron datos recogidos por científicos ciudadanos entre 1999 y 2011. Combinaron dicha información con datos que cuantificaban la luz artificial registrada durante ese mismo periodo por el Sistema Operativo Linescan del DMSP (Defense Meteorological Satellite Program). El equipo también incluyó datos de la temperatura del aire en el Reino Unido, junto con la hipótesis de que la temperatura del aire guardaba una correlación con el momento de aparición de los brotes. Pero fueron capaces de aislar la luz como un factor contribuyente específico.
Si los brotes se producen antes en estos árboles, esto podría tener un efecto todavía mayor sobre los ecosistemas que los rodean. Eric Vandernoot, el coordinador del laboratorio del Observatorio Astronómico de Florida Atlantic University, afirma que la polución lumínica altera los ciclos de las plantas. Provoca que su estado de brotación esté fuera de control, y altera sus patrones de desarrollo y el momento en el que se desprenden de sus hojas y sus frutos.
Thomas Rötzer, profesor en la Universidad Técnica de Múnich, explica que la contaminación lumínica hará que los árboles crezcan en la dirección de la luz artificial que brilla sobre ellos, haciendo que sus hojas se acerquen cada vez más a las fuentes de luz para obtener más clorofila y por tanto desarrollarán un color verde más claro.
En lo que respecta a la vida salvaje, un ejemplo del efecto de la polución lumínica es el que ocurre cuando las polillas vuelan hacia las luces artificiales, como expone Cheryl Ann Bishop, directora de comunicación de la IDA (International Dark-Sky Association). Cuando la luz atrae a las polillas, también atrae a sus depredadores. De esta forma, las polillas son devoradas y no pueden servir a otros propósitos naturales en ese ecosistema.
“Lo esencial es que esto está afectando a los ecosistemas”, afirma Bishop. “No es el orden natural de las cosas”.
Todos los climas templados afectados
Bishop añade que existen muchos más estudios sobre los efectos de la contaminación lumínica en la vida salvaje que sobre dichos efectos en las plantas. El estudio de Ffrench-Constant es el primero de esta clase que monitoriza cómo las luces nocturnas causan brotes prematuros. Ya existen estudios sobre la relación entre las temperaturas cada vez más elevadas y los brotes tempranos, y es complicado separar este hecho de la contaminación lumínica.
“La verdad es que no se pueden separar estos dos factores porque trabajan en sinergia, y la mayor parte de los efectos medioambientales son sinérgicos”, explica Kerissa Battle, presidenta y consejera delegada de la asociación sin ánimo de lucro Community Greenways Collaborative, que trabaja para restablecer los ecosistemas. “Pero estadísticamente, se pueden aislar los factores”.
Vandernoot afirma que el estudio se podría aplicar a todos los climas templados en general, no solo al Reino Unido. El efecto sería más pronunciado hacia latitudes más elevadas, ya que es donde las estaciones suelen ser más fuertes, explica.
El campo de investigación de la contaminación lumínica es tan reciente que los científicos todavía no lo han estudiado de forma extensiva, según afirma Bishop. Algunos efectos podrían ser positivos, pero la mayoría son negativos.
“Sí, creo que la primavera va a llegar antes, según apuntan todas las mediciones”, concluye Ffrench Constant. Además de exponer los efectos de este tipo de polución, el estudio también prueba la importancia de los científicos ciudadanos.
“Este tipo de estudios científicos tan importantes pueden contar con la ayuda de ciudadanos que registren lo que ocurre en su propio barrio”, añade Battle.