Praderas

Por Redacción National Geographic
Salida del sol en un cielo teñido
El amanecer ilumina los pastizales de Little Missouri en Dakota del Norte. En estas tierras llegaron a vivir una población de más de 60 millones de bisontes. Hoy en día sólo quedan alrededor de 200.000.
Fotografía de Phil Schermeister

21 de marzo de 2011

Las praderas tienen muchos nombres. En la zona centro-occidental de EEUU se las conoce como “prairies”. En Sudamérica se llaman “pampas”. En la zona central de Eurasia reciben el nombre de “estepas”, mientras que en África se llaman “sabanas”. Lo que todas ellas tienen en común es que el césped es su vegetación dominante. Las praderas se encuentran en aquellos lugares en que no se dan precipitaciones suficientes para sostener el crecimiento de un bosque, pero sí para que no se forme un desierto.

De hecho, la mayoría de las praderas están entre bosques y desiertos. Alrededor de la cuarta parte de la superficie continental de la Tierra está cubierta por praderas, pero muchas de ellas han sido convertidas en campos de cultivo y granjas. Las praderas son, por lo general, terrenos abiertos y bastante llanos, y se dan en todos los continentes menos la Antártida. La mayoría se encuentra en las zonas más secas del interior de los continentes.

Existen dos tipos diferentes de praderas: tropicales y templadas. Las praderas del hemisferio sur reciben normalmente más precipitaciones que las del hemisferio norte. La hierba de algunas praderas mide más de dos metros de alto y tiene raíces que llegan varios metros bajo tierra.

Las praderas tropicales son cálidas durante todo el año, pero normalmente tienen una estación seca y otra de lluvia. Una de estas praderas tropicales, la sabana Africana, sirve de hogar a algunas de las especies animales más reconocibles del mundo, como los elefantes, las jirafas, los rinocerontes, las cebras, los leones, las hienas y los jabalíes africanos.

Las praderas templadas, que reciben una media de entre 25 y 75 centímetros de lluvia al año, tienen hierba más baja, en ocasiones de tan sólo unos milímetros. Estas zonas tienen dos estaciones: la estación de crecimiento y la de letargo. Durante la estación de letargo, la hierba no puede crecer porque hace demasiado frío.

Los animales que viven en las praderas templadas están adaptados a las condiciones secas y ventosas de éstas. Son animales de pastoreo como la gacela y el ciervo; animales de madriguera como el ratón y la liebre; y depredadores como la serpiente y el coyote. Las praderas norteamericanas fueron en su día hogar de millones de bisontes, antes de que la mayoría de ellos fueran exterminados por el ser humano.  

Cuando llega la estación de lluvias, muchas praderas se cubren de flores, y algunas de ellas pueden sobrevivir durante el invierno gracias a la ayuda de órganos de almacenaje subterráneos y tallos de base gruesa.

Ningún otro hábitat es tan útil para el ser humano, desde el punto de vista de la agricultura, como las praderas. El terreno suele ser profundo y fértil, perfecto para cultivar o para pastos. Muchas de las praderas norteamericanas se han convertido en parte de una de las regiones agricultoras más fértiles de la Tierra.

Los incendios, tanto por causas naturales como provocados por el ser humano, son importantes para el mantenimiento de las praderas. Los pueblos cazadores de la antigüedad provocaban incendios con una cierta frecuencia para mantener y extender las praderas, y evitar así que otros árboles y arbustos resistentes al fuego se apoderen del lugar. La hierba es capaz de sobrevivir a un incendio porque crecen desde abajo en vez de por arriba.

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