Las joyas subacuáticas de Cuba tendrán que enfrentarse a la realidad del turismo
Jardines de la Reina, la gran reserva marina de Cuba, es un paraíso oceánico que tendrá que enfrentarse a la realidad del turismo.
Habían pasado 15 años desde la última vez que exploramos los Jardines de la Reina. En este tesoro de cayos, manglares y arrecifes situado a unos 80 kilómetros de la isla de Cuba, nos habíamos quedado deslumbrados con su exuberante fauna marina.
Regresamos a Cuba ansiosos por ver los efectos del paso del tiempo y del cambio climático en este parque nacional que actualmente abarca unos 2.200 kilómetros cuadrados. En nuestra primera inmersión descendimos hasta una extensa colonia de corales asta de ciervo, una especie en peligro crítico en todo el Caribe. Nos vimos envueltos en un denso bosque, en el que observamos impresionados cómo roncos y pargos se peleaban por el espacio entre las ramas del coral como si estuvieran jugando al juego de la silla. Es exactamente lo que esperábamos encontrar; estábamos en una cápsula del tiempo líquida, transportados a un mundo de coral tapizado de peces, el mismo Caribe que habíamos visto unas décadas antes.
Noel López, instructor de buceo que lleva 20 años observando estas aguas, nos guio hasta un arrecife más profundo en donde hallamos cuatro especies de mero, entre ellos un mero guasa del tamaño de una lavadora. El arrecife parecía incluso más poblado de grandes peces y tiburones que cuando lo visitamos por primera vez.
Una mañana nos adentramos en los manglares y nadamos a través de un bosque inundado que estaba poblado de bancos de peces plateados. Luego salimos a aguas abiertas para bucear junto a decenas de tiburones lustrosos que formaban un perfecto carrusel a nuestro alrededor. Al anochecer regresamos a los manglares y nos sumergimos en las aguas oscuras con la ayuda de potentes linternas. Seguimos a un cocodrilo americano mientras cazaba silenciosamente cual submarino militar. Fue increíble encontrarnos con semejante abundancia de presas y superpredadores en un único sistema, y además en el mismo día.
El biólogo marino Fabián Pina Amargós subraya que este oasis oceánico goza de buena salud porque Cuba protege activamente esta reserva en la que las mareas y las corrientes contribuyen a retener los nutrientes y las larvas. Por el momento, este ecosistema marino ha demostrado su resiliencia al blanqueamiento del coral, pero se enfrenta a la misma amenaza que los demás arrecifes cuando el océano se calienta, se acidifica y aumenta su nivel.
El embargo que Estados Unidos impuso a Cuba parece que llega a su fin, y el encanto de las aguas cubanas sin duda atraerá a más estadounidenses. Urge buscar el equilibrio entre el ecoturismo y la conservación. Los cubanos saben lo que se juegan: son las joyas vivas del Caribe.
[Artículo publicado originalmente en la revista National Geographic España. Algunos textos en castellano pueden haber sido extractados por motivos de espacio en la edición impresa.]