Un nuevo concepto de safari: vive una aventura en bicicleta por Tanzania

Pedalea a través de algunos de los mejores parques de África con esta aventura sobre ruedas.

Por Cristina Goyanes
Publicado 9 nov 2017, 4:29 CET

Unos minutos después del primer encuentro de nuestro grupo de ciclistas, alguien comparte un popular vídeo de YouTube de un ciclista de montaña derribado por una gacela mientras exploraba las praderas africanas. Todos se ríen, pero Justaz Mollel, el líder del pelotón en este viaje en bicicleta de 13 días a través de Tanzania, informa al grupo de que el vídeo se grabó en el parque nacional de Arusha, donde empezaremos nuestra aventura al día siguiente. Se hace el silencio.

Resulta que el vídeo de 2011, grabado con una GoPro, se filmó en Sudáfrica, pero pillamos la indirecta: los animales son salvajes e impredecibles y vagan libremente mientras pedaleamos por algunos de los paisajes más hermosos de África. Los placeres y los retos de cambiar un jeep o un autobús —vehículos típicos de safari— por una bicicleta son las razones por las que las plazas para este viaje del turoperador Intrepid prácticamente se ha agotado en su primer año. Hay mucha gente en lista de espera para convertirse en unas de las primeras personas en recorrer en bici el parque nacional de Arusha, al norte de Tanzania, el parque para safaris más pequeño del país con una superficie de casi 550 kilómetros cuadrados.

Mollel, nativo de Arusha y antiguo guía del monte Kilimanjaro, fue contratado para dirigir la nueva ruta en bicicleta, que atraviesa 290 kilómetros de senderos polvorientos y llenos de vistas gratificantes. Además, los cinco días de descanso incluidos en el viaje por la región te darán oportunidades más que suficientes para sacar fotos en los Cinco Grandes de África, entre ellos el parque nacional del Serengueti y el cráter de Ngorongoro.

A continuación te damos 10 razones por las que te recomendamos pedalear a través de los parques nacionales de Tanzania.

Nada como un café recién molido en uno de los mejores productores de café del mundo (es el quinto producto de Tanzania más importado a España) para comenzar esta aventura. Ve desde Arusha hasta la aldea cultural de Tengeru, fundada en 2004, para un rápido recorrido por la plantación de Mama Gladness, que contiene 14 especies de banana, granos de café de la variedad Arábica (¡no olvides comprar un paquete!) y muebles artesanales construidos empleando papiro del lago Victoria. La propiedad, respetuosa con el medio ambiente, utiliza energía limpia producida por dos vacas, cuyo estiércol proporciona energía para 20 farolas y 10 fogones. Tuesta los granos recién cosechados en un fogón y disfruta de una taza para acompañar una deliciosa comida casera a base de lentejas, arroz, aguacate y puré de plátano. No te llenes, porque a continuación te embarcarás en el primero de ocho viajes a través de los parques.

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2. Viajarás con escolta

El vídeo de YouTube confirma que el parque es como un zoo sin jaulas. Por eso el segundo día un guarda del parque mostrará el camino en su 4x4 a través del parque nacional de Arusha. Es más por apariencia que por necesidad. «Iríamos sin guarda, pero nuestra prioridad es hacer que los pasajeros se sientan seguros», afirma Mollel. Los primeros 13 kilómetros de los 40 de hoy servirán para presentarnos a los residentes del parque: jirafas a la izquierda, búfalos a la derecha y... ¡cuidado, un antílope delante! «Saltó en medio del sendero, a unos 90 centímetros de ella», dice Mollel sobre una ciclista que se encontró cara a cara con un antílope en un tour hace poco. «Se lo pasó muy bien al verlo», dice él.

Intenta resistirte al impulso de sacar fotos o pararte para recuperar el aliento (advertencia: los primeros cinco kilómetros tienen una inclinación de más de 300 metros). Estás en la naturaleza, así que no te detengas. No hay leones en esta zona, pero hay leopardos y hienas que, generalmente, no atacan a no ser que sean provocados. Si necesitas descansar, súbete al vehículo de apoyo y únete al pelotón más tarde.

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3. El campamento de Mkuru

Unos ciclistas circulan por un sendero polvoriento mientras se dirigen al campamento de Mkuru, en Tanzania. El campamento, que proporciona programas sociales y de conservación en la región, se encuentra en la estepa masái, llena de biodiversidad.
Fotografía de Lucy Piper

Tras un corto pero desafiante viaje en bicicleta el segundo día llegarás al campamento de Mkuru, situado al pie del segundo pico más alto del país, el monte Meru, un volcán activo cuya última erupción tuvo lugar en 1910. El campamento cuenta con tiendas de estilo safari, camas, electricidad y duchas con agua caliente gracias a los cubos de agua hervida. El baño con vistas —la impresionante sabana remplaza la falta de una cuarta pared— añade un toque de ensueño. La mejor parte: el campamento, con bajo impacto medioambiental, hace las veces de centro de investigación, educación y entrenamiento para las tribus masái y meru que residen en la región y quieren adoptar prácticas sostenibles.

Tras el desafiante comienzo del tercer día —12 kilómetros de colinas empinadas de gravilla y arena sueltas—, pasarás a un camino liso y pavimentado durante 45 kilómetros hasta Longido. Esta parte de la carretera, en su mayoría cuesta abajo, conecta Tanzania y Kenia y agradecerás este respiro en el que podrás alcanzar velocidades que en otros caminos de tierra más traicioneros serían poco recomendables. Pese a ser una carretera principal, hay poco tráfico y mucho que ver. Mantente atento para ver avestruces y masáis con lanzas (pregúntales si les parece bien antes de sacarles fotos). Detente en la Tembo Guesthouse para pasar la noche y aprende la historia de este internado con forma octogonal sin ánimo de lucro creado para niñas masáis. El centro ofrece educación, apoyo comunitario y alternativas a los matrimonios tempranos y la circuncisión.

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5. El «masaje africano»

El cuarto día trae consigo los 45 kilómetros más accidentados hasta ahora. Las ondulaciones de la carretera te obligarán a pedalear pole, pole (el lema no oficial de la nación que significa «despacio, despacio» en swahili). Y no pasa nada, no hay prisa. Para los ciclistas más precavidos: invertid en una equipación con armadura incorporada, como el equipo de protección de G-Form. No es obligatorio llevar rodilleras ni coderas, pero sí llevar casco según las normas de Intrepid. Opta por un casco blanco para evitar absorber el calor del sol ecuatorial.

Tras tres horas de lo que los lugareños denominan de forma cariñosa «masaje africano» por la abundante gravilla arrugada, súbete al autobús para un paseo con vistas —aunque todavía lleno de baches— en las amplias llanuras que rodean el Ol Doinyo Lengai, que significa «montaña de Dios» en la lengua masái. Este volcán activo entró en erupción por última vez en 2007 y está listo para hacerlo de nuevo cualquier día, según los geofísicos que monitorizan la inestable montaña. Algunos visitantes intentan caminar hasta la cima (a 2.300 metros de altura), pero teniendo en cuenta su erupción inminente, acampar en la zona durante dos noches seguidas es un riesgo más que suficiente.

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6. Descansa en un oasis desértico

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    Unos elefantes descansan a la sombra de un árbol en el parque nacional del Serengueti, protegido por la UNESCO.
    Fotografía de Hillary Newediuk

    El quinto día puedes dejar a un lado la bicicleta y relajarte junto a la piscina o bajo la sombra de un árbol en el exuberante oasis verde del Lengai Safari Lodge, situado en la cima de una colina con vistas al valle del Rift de África Oriental. Mantente alerta: podrías ver babuinos por las mañanas. Si no puedes quedarte quieto, haz un viaje hasta el lago Natron, poco profundo y con una gran acidez, donde suelen reunirse 2,5 millones de flamencos para reproducirse.

    A lo largo del camino puedes visitar los famosos yacimientos de Laetoli y Engare, donde se pueden observar huellas humanas de entre 5.000 y 19.000 años de antigüedad. Entre otras atracciones a lo largo del camino podrás ver a crías de ñus, cebras y jirafas que ni se inmutan con el paso de un jeep. Después, dirígete a una impresionante cascada antes de volver al campamento para cenar y pasar una noche bajo la sombra de la montaña de Dios.

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    7. Duerme en el Serengueti

    El sexto día, recorre en bicicleta las vacías carreteras de grava durante unas dos horas antes de disfrutar de dos días de descanso en el parque nacional del Serengueti. Aquí podrás acampar sin guardas armados como escolta. Hakuna matata!

    Estarás a salvo en tu tienda de safari de alta resistencia, con capacidad para dos personas. No dejes nada que pueda atraer animales fuera de tu tienda, incluyendo zapatos malolientes.

    El Serengueti organiza safaris a la antigua usanza: en jeeps o camiones. Agradecerás la barrera adicional entre tú y los leopardos, leones y otros animales durante tus viajes al amanecer y al atardecer. Los términos en swahili como twende (vamos), simama (pare), asante sana (muchas gracias) y sawa sawa (todo bien) te serán útiles a la hora de comunicarte con tu conductor. Si quieres cambiar de perspectiva, disfruta de un paseo en globo al amanecer seguido de un desayuno con champán cuando regreses a tierra.

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    8. Un safari a la antigua usanza: sobre cuatro ruedas

    El noveno día, dirígete al área de conservación de Ngorongoro desde el Serengueti para vivir más aventuras de safari. Confía en nosotros, no te aburrirás. Lo que hace especial este lugar protegido por la UNESCO es su cráter homónimo, un profundo barranco volcánico compuesto por lagos de agua dulce y alcalinos, mesetas y bosques.

    El cráter de Ngorongoro, una de las calderas intactas más grandes del mundo, formó su singular ecosistema hace unos tres millones de años tras la explosión de un volcán gigante (que, según se cree, fue tan alto como el Kilimanjaro). Con una profundidad de 600 metros, la base se extiende sobre una superficie de 260 kilómetros cuadrados y es el hogar de unos 25.000 animales grandes, entre ellos el evasivo rinoceronte negro, en peligro de extinción. Desde el asiento trasero de un 4x4 podrás intentar avistar animales que no hayas visto en el Serengueti o que quieras volver a ver (advertencia: podrías ser testigo de algunos momentos íntimos, como el «amor» entre dos excitados hipopótamos).

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    9. Los suvenires

    Llevarte algo a casa forma parte del atractivo de viajar. Te recomendamos que explores los mercados locales en la aldea de Mto wa Mbu («Río de Mosquitos»), compuesta por 120 tribus nómadas. Pedalea a lo largo de un largo y ventoso sendero pavimentado (usa los frenos y no te distraigas con los babuinos a los lados de la carretera) en el Panorama Safari Camp. Los guías locales pueden llevarte a la plantación bananera de la aldea, a un bar de cerveza de plátano, a un taller de tallado de madera o a una galería de arte. Allí encontrarás un recuerdo perfecto, poniendo a prueba tus habilidades de regateo para llevarte a casa un recuerdo de esta singular comunidad.

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    10. Los masái

    Los miembros de la comunidad masái reciben a los visitantes en su aldea con un baile tradicional.
    Fotografía de Adriana Sanchez

    Pasa una de tus últimas noches en África con una de las tribus más famosas del continente: los masái. Los masái, que se visten con telas de cuadros coloridos y se adornan con hermosos abalorios, fueron la primera tribu que migró al sur de Kenia y al norte de Tanzania. Estos pastores seminómadas te darán la bienvenida con cantos y bailes (¡prepárate para unirte a ellos!) y con el sacrificio de una cabra o una vaca, que a continuación se cocinará en una hoguera. Sé educado y prueba lo que te ofrezcan. «Si quieres entender la vida real de los masái, tienes que vivirla de la "a" a la "zeta". Es una oportunidad única en la vida», afirma Mollel, que también es un masái.

    Deja algo de espacio para cenar en el Panorama Safari Camp, donde podrás disfrutar de un increíble espectáculo de variedades que incluye danza, acrobacias y música. No te quedes despierto hasta tarde, ya que querrás despertarte al amanecer para comprobar de primera mano por qué el campamento, con vistas a las impresionantes orillas del lago Manyara, recibe el nombre de «panorama».

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