Esta ciudad china es una réplica de París
Tianducheng no es la única ciudad de China con parecidos extraordinarios a lugares occidentales.
En la costa este de China —a unos 9.600 kilómetros de la Ciudad de la Luz—, una réplica de 108 metros de la torre Eiffel domina el skyline de Tianducheng.
Esta lujosa promoción inmobiliaria en la provincia de Zhejiang, conocida como el «París del Este», se diseñó para evocar el encanto clásico europeo. Sus residentes tienen su propio Arco del Triunfo, su plaza principal de los Campos Elíseos, edificios de estilo neoclásico francés, una fuente de los jardines de Luxemburgo y la pieza central de la ciudad: la segunda réplica más grande del mundo de la torre Eiffel después del Hotel París Las Vegas, en Nevada.
Cuando Tianducheng abrió sus puertas por primera vez hace más de una década, la describieron como una ciudad fantasma. Aunque muchas de sus casas siguen vacías, se ha registrado un aumento de miles de habitantes y atrae un flujo constante de turistas chinos e internacionales, entre ellos recién casados que buscan un telón de fondo perfecto para sus fotografías.
«Duplitectura»
Tianducheng no es la única ciudad de China con parecidos extraordinarios.
A las afueras de Pekín, una réplica del Jackson Hole, Wyoming, está decorada con vaqueros y una Ruta 66. Las cabinas rojas, los pubs y las estatuas de Winston Churchill salpican las aceras de Thames Town, en Shanghái. La ciudad de Fuzhou está construyendo una réplica de Stratford-upon-Avon en honor a Shakespeare, Fuyang construyó su propio Capitolio de los Estados Unidos y Hallstatt, ciudad austriaca Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, tiene una gemela en Guangdong.
«Municipios y aldeas enteras parecen haber sido aerotransportadas desde sus cimientos históricos y geográficos en Inglaterra, Francia, Grecia, Estados Unidos y Canadá y soldadas en los márgenes de las ciudades chinas», afirma Bianca Bosker, autora de Original Copies Architectural Mimicry in Contemporary China.
Bosker se refiere a este fenómeno como duplitectura. Aunque los críticos afirman que estos lugares no son más que imitaciones cursis, los arquitectos chinos que las planificaron creen que su capacidad para recrear las mayores maravillas arquitectónicas del mundo es una prueba de su destreza y su progreso tecnológico.
Los valores socialistas fundamentales
«Aunque en su día se consideraba el centro del mundo, ahora China se está convirtiendo en el centro que contiene el mundo», según Bosker.
Los visitantes pueden ser iconos culturales auténticos como la Gran Muralla China y el mausoleo de Qin Shi Huang junto con un mini palacio de Versalles o París en el mismo viaje, pero el gobierno está contraatacando la proliferación de estos facsímiles occidentales.
Gracias a estudio geográfico chino actualmente en desarrollo, las autoridades descubrieron que los nombres chinos tradicionales estaban siendo remplazados por nombres extranjeros o desapareciendo del todo, entre ellos más de 400.000 nombres de aldeas. Según informa el New York Times, una normativa china prohíbe el uso de topónimos extranjeros desde 1996 como medio para proteger el patrimonio cultural, pero no ha surtido mucho efecto.
«[China] cortará de raíz las irregularidades a la hora de nombrar las carreteras, los puentes, los edificios y los complejos residenciales del país atacando el uso arbitrario de nombres extranjeros o extraños», dijo el ministro de Asuntos Civiles Li Liguo. «Nos centraremos en cierto tipo de nombres, entre ellos aquellos perjudiciales para la soberanía y la dignidad nacional, nombres que violen los valores socialistas fundamentales y la moralidad convencional».
Así que, aunque las estatuas de mármol, las fuentes ornamentadas y los jardines geométricos de Tianducheng se parezcan a la Ciudad de la Luz, no la llames París.