Visita el castillo de Frankenstein

El relato del monstruo mezcla mito y realidad.

Por Brad Scriber
Publicado 16 oct 2018, 13:59 CEST
Castillo de Frankenstein
Este castillo en el sur de Hesse, Alemania, inspiró leyendas desde el siglo XVII.
Fotografía de Iurii Buriak, Alamy Stock Photo

Desde la localidad de Gernsheim, en la orilla oriental de un lánguido meandro del Rin, era posible observar el empinado tejado de pizarra y las torres del castillo de Frankenstein, ubicado sobre una colina a 16 kilómetros de distancia. En 1814, unos días después de su decimoséptimo cumpleaños, es probable que Mary Shelley alzara la vista hacia el fuerte durante las horas que pasó su partida descansando en la ciudad. Ella y su marido, Percy Bysshe Shelley, se fugaron a Francia y Suiza, pero gastaron demasiado y estaban volviendo a Inglaterra en barco fluvial atravesando Alemania.

Durante su parada de tres horas en Gernsheim, es poco probable que ascendieran hasta la cima, pero resulta posible que ella escuchara los espeluznantes cuentos del alquimista y médico Johann Konrad Dippel, que había nacido en el castillo. Dippel inventó un aceite animal que, según decía, era una medicina universal y elaboró teorías sobre la transferencia de almas entre cadáveres con la ayuda de un embudo.

Aunque existen pocas pruebas fundadas de que Dippel inspirase la novela, las coincidencias son escalofriantes. En cambio, el entorno social de Shelley sí incluye un vínculo a Benjamin Franklin, cuyos experimentos con la electricidad fueron una inspiración probable del proceso que dan vida al monstruo. El vínculo con el anatomista Erasmus Darwin es el más seguro de todos, ya que aparece una cita suya afirmando que los acontecimientos del relato gótico «no serían imposibles» en la introducción de la versión original de la novela, publicada hace 200 años este año.

Hoy puedes visitar el castillo, que está a corta distancia en coche al sur de Franfurt, y podrás subir a la torre y cenar en un patio, con vistas al valle inferior.

El menú también es apto para niños y tiene opciones veganas y una versión sin alcohol de su característico cóctel de Frankesntein para que puedas encontrar el camino de vuelta por la serpenteante carretera. No te pierdas la capilla, donde podrías ver a alguna que otra novia.

Si estás de humor para asesinatos y caos, desatados por el monstruo en el mundo al verse rechazado, ve al piso de abajo a la sala de espectáculos, donde podrás asistir a producciones en alemán con criminales y monstruos que incluyen, cómo no, los experimentos del Doctor Frankenstein.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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